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¿Cómo es vivir hoy en Ciudad de México? Así nos lo contaron cuatro caleños

Cuatro historias de caleños en México revelan cómo han sido las horas posteriores al trágico terremoto, que ha dejado más de 200 personas muertas y casi 1000 heridos.

21 de septiembre de 2017 Por: Jamir Mina Quiñónez / reportero de El País  
Muchas de las personas afectadas se encuentran en albergues, porque sus casas quedaron derrumbadas. | Foto: EFE

Miedo. Esa es la primer palabra de cuatro caleños que viven en México al describir lo que sienten un día después del trágico terremoto que hasta el momento deja más de 230 muertos, casi 800 heridos, 39 edificios colapsados y un panorama desolador en las calles del Distrito Federal. 

"El miedo a que se repita algo así es latente y no nos deja estar tranquilos. Hoy, Ciudad de México está paralizada: no hay clases, las empresas no abrieron, no hay servicio de taxi, ni Uber, ni metro. Las calles están muy solas, porque toda la gente está en los derrumbes ayudando, en los albergues o encerrados en sus casas, ya que algunos están aprovechando la situación para robar", relata Yeyu Carvajal, una actriz y modelo caleña que reside desde hace un año en el país azteca. 

Ella cuenta que en menos de 15 días ha experimentado los peores sustos de su vida; primero con el terremoto del 7 de septiembre, de 8.2 grados, y segundo, con el más reciente movimiento telúrico, de 7.1 grados, que le arrebató la tranquilidad por completo y la sumergió en un ambiente de zozobra constante. 

"Cuando se presentó el terremoto de ayer estábamos grabando una telenovela y todo se empezó a mover bruscamente. Fueron momentos de pánico como usted no se imagina. Después de eso la gente empezó a caminar por medio de la calle - el tráfico era imposible -, parecía como una procesión de Semana Santa", relata. 

En camino a su casa, recuerda, presenció los estragos del violento sismo. "Eso me produjo mucho susto, pero sobre todo tristeza porque lo que estaba viendo era algo increíble...", dice Yeyu, a quien el llanto no la deja terminar la frase. Toma aliento de nuevo y describe en este audio cómo vio caer un edificio donde había gente en el interior. 


Luego de ese crudo relato, Yeyu señala que en México hay dos ambientes. Uno, la unión para recolectar agua, alimentos y ayudar en las labores de rescate. Y el otro, la incertidumbre de no saber qué pasará y cuándo se reactivará de nuevo la capital. Todos, además, siguen hablando sobre una coincidencia terrible: este terremoto se presentó justo el día en que se conmemoraban 32 años del sismo de 1985, el más devastador en ese país. 

Un panorama de película macabra

"Cuando terminó el temblor no hacía falta ver noticias o redes sociales para saber que había sido devastador. La gente mayor que recuerda el sismo del 85 entró en pánico, porque para ellos la pesadilla revivía", cuenta Adriana Botero, una caleña radicada en México desde hace siete años. 

El sismo la sorprendió en el edificio de su empresa. "Cuando empezó el terremoto fue una sensación horrible, de película de terror. Horas antes habíamos tenido un simulacro, así que sabíamos cuáles eran las rutas de evacuación y los puntos de encuentro; la gente acató las recomendaciones. Yo no. Entré en pánico, corrí y grité bastante. Hice todo lo que no se debe hacer". 

Añade que de camino a su casa atravesó la ciudad de norte a sur, sorteando un tráfico anormal, que reflejaba lo acontecido. 

"Para llegar a casa me demoré tres horas y me sentía en una escena de Hollywood, con edificios derrumbados, incendios, toda la gente en la calle con polvo en la cara, llanto, confusión. En total conté nueve edificios colapsados. El tráfico fluía en sentido contrario a mí y eso me hacía sentir como en las películas cuando la gente evacúa la ciudad". 

"La solidaridad es la palabra de hoy"

Tras 17 años en México, el diseñador gráfico caleño Nilton Torres ha afrontado decenas de sismos, pero ninguno como el de este 19 septiembre, que estuvo reseñado por el silencio de las alarmas, las cuales anuncian regularmente un movimiento telúrico 40 segundos antes de que acontezca. 

"Esto marca un antes y un después. Hay mucha incertidumbre. Tengo amigos que prácticamente quedaron en la calle porque sus edificios están destruidos", señala. 

Afirma que la sensación luego del terremoto es de miedo combinado con solidaridad. "Estamos asustados por lo que pueda venir, pero al mismo tiempo la gente quiere ayudar. A nosotros nos tocó dormir en la calle, pero hay otros que pasaron la noche buscando sus familiares entre los escombros". 

La solidaridad es la palabra de hoy. "La gente está tratando de encontrar personas con vida, pero Ciudad de México es muy grande. Es como si juntaras Buga, Palmira, Cali y un poco del kilómetro 18. Es una ciudad enorme", asegura.

El número de muertos en el terremoto que sacudió este martes el centro de México aumentó a 230, según el último reporte del coordinador nacional de Protección Civil, Luis Felipe Puente.

Las cúpulas de las iglesias se vinieron abajo

En ciudades como Puebla la situación tampoco es alentadora, Viviana Valencia, técnica dental caleña, asegura que allá se vivieron momentos de pánico y caos. 

"Las cúpulas de las iglesias se vinieron abajo. No hay escuelas y hay mucha gente tratando de llevar víveres para los albergues. Estamos consternados, solo nos queda orar", afirma. 

Explica que no hay acceso al centro histórico de esa ciudad porque la mayoría de sectores están afectados. Sin lugar a dudas, dice, los resultados del terremoto son devastadores. 

"Yo tengo dos hijas y antes de eso recogí a una en el colegio, estaba haciendo mis labores, cuando la casa se empezó a mover y lo primero que hice fue salir a la calle. Hubo mucha conmoción porque pensábamos que se iban a caer los postes. Entré en shock, tanto así que olvidé en el colegio a mi otra hija. Cuando mis papás llamaron desde Colombia y me preguntaron por ella salí corriendo a buscarla", afirma Viviana.

Afortunadamente la encontró, pero en el camino de regreso vio a niños perdidos y un caos total en su barrio, donde ha residido desde hace un año, cuando llegó a México. 

También resalta las labores de rescate, las cuales han estado acompañadas de una solidaridad abrumadora y un puño en alto para hacer silencio. Es la única forma de escuchar las voces de los atrapados en las edificaciones derrumbadas. 

Esperanza. Es la palabra con que estos cuatro caleños cierran la oración para describir la situación en México, país que, según ellos, les ha dado mucho y aún - en tiempos trágicos como este - les enseña que la unión y solidaridad es la base para superar la conmoción y zozobra que se presentan en estas situaciones adversas. 

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