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Pedro Julio Pardo está a la cabeza de Santamaría Fundación, cuya sede queda en el barrio Cristóbal Colón de Cali. Allí tienen un observatorio a través del cual hacen seguimiento permanente de la situación de derechos humanos de la comunidad. | Foto: Foto: Giancarlo Manzano / El País

COMUNIDAD LGTBI

Habla Pedro Julio Pardo, la voz que busca frenar los asesinatos de transexuales en Cali

En los últimos 14 años, 87 transexuales han sido asesinados, pero sus muertes son casi invisibles. Charla con Pedro Julio Pardo, que desde Santamaría Fundación se ha empeñado en sacarlos a la luz.

4 de febrero de 2019 Por: Jorge Enrique Rojas | El País

De haber asumido la identidad de género que la habita, esta entrevista tal vez no habría ocurrido: durante los últimos catorce años, 87 transexuales que intentaron hacer su vida como mujeres, fueron asesinadas en las calles del Valle del Cauca. 63 murieron en Cali. Doce en el último año. Cinco, entre diciembre y enero.

En esta supuesta nueva era en que la reivindicación de la lucha femenina alza la bandera de la igualdad gritando que por favor ‘ni una más’, ellas siguen siendo una menos. 87 veces menos.

Pedro Julio Pardo no creció en un cuerpo equivocado. Ese discurso, dice, es el que siempre ha estado en fuera de lugar desde que empezó a reproducirse como el argumento más fácil para explicar las aparentes inconsistencias entre los mandamientos del destino y la genética.

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¿Acaso, entonces, los únicos cuerpos correctos son los que corresponden a la heterosexualidad? Nació en 1965 en un hogar levantado al oriente de Cali por un carnicero de raíces paisas, hermanos que también se hicieron carniceros, y un ama de casa. A los 17, Pedro le declaró su verdad, y a partir de ella, al resto de la familia. Primer acto de liberación, recuerda: “Imagináte lo violento que resulta no poder ser vos. Para las personas transexuales no hay un clóset, hay un sótano”.

Paradójicamente aquel sótano siempre ha estado situado sobre la vía pública, en las esquinas y los extramuros donde la ciudad las ha desplazado desde el comienzo de los tiempos, puesto que viéndose como han querido verse casi todo el mundo les ha volteado la cara negándoles trabajo, educación, el derecho a alquilar una casa, entrar a los restaurantes, pasar el día en una piscina, subirse a un bus o parar un taxi.

Así que en la mayoría de los casos la sobrevivencia les quedó limitada a lo que pudieran hacer allí, vendiendo sus cuerpos, o en la mejor de las oportunidades, aspirando dar el salto a un salón de belleza para emplearse como estilistas o las chicas de las uñas. Cuando llegó a las esquinas, Pedro no intentó ni lo uno ni lo otro. Allí siempre fue reconocida como ‘la estudiante’, en principio, porque a eso se dedicaba cursando el bachillerato en las mañanas. Pero también porque al no vestir ni maquillar ni entaconar la identidad de su alma, poco a poco se fue transformando en la observadora de ese sótano, que oscuro y feroz como la boca de un lobo, se iba engullendo a las demás.

Tratando de defenderlas se convirtió en activista y hoy está a la cabeza de Santamaría Fundación, trinchera desde donde dan la pelea por sus derechos, la inclusión y el reconocimiento de la diversidad.

Finalizando el 2018, la Fundación publicó ‘Memorias Travestis’, un estremecedor informe a través del cual queda expuesto el exterminio al que han sido condenadas. Pero pareciera que pocos lo han visto. O que pocos los han querido ver. Hace una semana hicieron un plantón en la plazoleta de San Francisco para protestar por la ruta de la invisibilidad sobre la que hoy siguen transitando. De los 87 asesinatos que han contado en 14 años, 80 permanecen en la impunidad.

¿Qué ciudad descubre al salir a encontrarla?

Cuando empiezo a hacer conciencia, me encuentro con una oleada libertaria de las fuerzas de izquierda, pero también con el fortalecimiento de los grupos narcos, los grandes señores, los grandes capos, y a la vez con el despertar cultural: Cali, la ciudad cívica. Al mismo tiempo aparecen los grupos de limpieza. Fue una mixtura de explosiones. Yo soy una mixtura de todo eso.

¿Cómo llega a elegir un camino distinto, desde las mismas esquinas?

Cuando yo me acerco a las compañeras había dos cosas que nos diferenciaban: mi expresión masculina porque no me interesaba –no me interesa- otra cosa, y que era una estudiante. A quienes habían elegido la identidad femenina, inmediatamente se les canceló la posibilidad de ser estudiantes. Eso me llevó a tener un rol un poco más tranquilo. Mientras ellas estaban en el alboroto, yo estaba observando, pensando cómo apoyar al grupo para poder construirnos.

¿Es ahí donde se forja su espíritu de lucha?

Podría decirse que sí. Había oleadas de persecución contra mujeres trans que impulsaba la Policía. Entonces ellas me daban sus documentos: ¡ay estudiante vea, esta es mi cédula por si me cogen, para que me vaya a sacar de la estación!.. A todas intentaba socorrerlas. Esas fueron mis primeras acciones de activismo. Estamos hablando de 1982, más o menos.

La escena refleja mucho temor ante lo que podía suceder…

No era que pudiera, es que sucedía. Conozco casos de compañeras que se pasaron tres años de arresto en arresto por el simple hecho de usar prendas femeninas: condenadas por violación a la moral ciudadana. No sé si así aparecía en el código de la Policía de la época, pero así nos lo hacían saber. El solo hecho de estar en una esquina charlando ya era suficiente para ser un grupo sospechoso que merecía ser recogido en las batidas, de día, de noche, o yendo a comprar un helado.

¿Cómo eran esas batidas?

La Policía llegaba con perros y con caballos que te tiraban encima. Te ponían las esposas y te amarraban a las motos, o a las rejas de las marranitas (patrullas) y arrancaban: si se cayó y se arrastró, de malas. En esa época era más frecuente y más grave la persecución. En la estación de La Flora, a las compañeras las ataban a un árbol bajo un hormiguero bestial. En la estación de Alfonso López, las amarraban a las vigas y les daban con tablas. Eso está reportado en informes que hemos entregado y construido con Colombia Diversa (ONG). Compañeras que fueron arrestadas y de quienes luego no conocimos el paradero.

¿Cuál cree que ha sido la razón de todos esos excesos y abusos?

Creemos que han pasado a partir de no querer reconocer quiénes somos porque les asusta mucho ese espíritu libertario que se encarna en un cuerpo travesti, que piensa y disfruta el placer como una posibilidad superior. Como sociedad, no nos gusta que la gente sea feliz, que sea libre. Esta es una sociedad mojigata, morronga. No estamos promoviendo que la gente se vuelva marica, solo estamos diciendo que quien quiera hacerlo por su principio natural, lo haga libre, sabiendo que su integridad no va a ser violentada. Creo que le producimos temor a la gente.

¿Qué sucedía si sus compañeras iban a pedir trabajo?

Conocí el caso de una compañera que soñaba trabajar en una tradicional panadería del centro (lleva el nombre de un sector de un principado) y una vez fue, y la sacaron a golpes. Hoy día hay compañeras que están ejerciendo el derecho, compañeras enfermeras, pero no son representativas de la comunidad trans. Hay una profesora, pero ha necesitado de redes de apoyo que le garanticen el derecho a trabajar como tal: a ella le toca demostrar el doble. Sigue habiendo muchas restricciones laborales, lo que sigue sucediendo es que si sos travesti, la opción que nos dan es prostituirnos en la calle: andáte a la esquina, que cuando queramos, vamos y te buscamos para follarte, golpearte y matarte. O para todas juntas. Para que lo guardés en silencio.

¿Cómo nace Santamaría Fundación?

En ese andar. Es un homenaje a María Paula Santamaría, una compañera con diagnóstico positivo para VIH que en el 2004 murió en un hospital por negligencia médica. La Fundación nació un año después de la muerte de Paula. En septiembre de 2005 ya estábamos registradas en Cámara de Comercio, ya habíamos hecho manifestaciones, y ya habíamos salido al espacio público con una propuesta.

Ustedes se han dedicado a registrar las muertes de la comunidad transexual: 87 en los últimos 14 años. ¿Qué pasaría si ustedes no las cuentan?

Pasaríamos de vivir una vida indigna a tener una muerte olvidada. Queremos alzar la voz y decir que somos inextinguibles, que no nos van a matar a todas.

¿Qué refleja la tipología de los homicidios?

Mucho odio, ganas de aniquilar, de exterminio. Donde esté parada una compañera hay una potencial mujer asesinada. Donde se pare una nena, está corriendo el riesgo de ser exterminada. Y nadie dice nada.  Despolitizan una lucha legítima por la manera en que lo decimos. Despolitizan qué decimos, por la manera cómo lo decimos.

En la visualización de los crímenes, una de las principales barreras que tuvieron fue el subregistro. Podrían ser más de 87 muertes, entonces…

Vamos a tramitar derechos de petición porque se complica el tema de los registros: o somos registradas como varones, o somos registradas como LGBT sin especificar la identidad. Nos diluimos en los registros de otras personas y la especificidad nuestra se empieza perder.

Suena brutalmente desolador luchar toda la vida por defender una identidad y que a la hora de la muerte, registren otra…

Es la aniquilación política más perversa de todas.

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Glosario

Transexual: personas que responden al deseo de modificar sus características sexuales, de tipo genital y físico.

Transgénero: quienes se identifican y desean pertenecer al sexo opuesto pero aún no se someten a una reasignación de sexo. No todos los individuos transgénero se someterán a dicho proceso. Su orientación sexual es indiferente del sexo al que desean pertenecer.

Travesti: el concepto parte de la identidad que una persona, ya sea hombre o mujer, expresa a través de su modo de vestir, buscando encarnar un rol de género socialmente asignado al sexo opuesto. Aunque íntimamente asociado a la transexualidad, el travestismo no siempre implica el deseo de pertenencia al sexo opuesto.

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