Necesitamos colegios públicos de buena calidad: rector de Icesi
Los estudiantes, dice Francisco Piedrahíta, rector de Icesi, están saliendo mal formados en competencias básicas como matemáticas y lenguaje. Deficientes planes de estudio y media jornadas son parte del problema de la educación.
Los estudiantes, dice Francisco Piedrahíta, rector de Icesi, están saliendo mal formados en competencias básicas como matemáticas y lenguaje. Deficientes planes de estudio y media jornadas son parte del problema de la educación.
Colombia recibió la semana pasada una de las peores noticias en materia educativa: los estudiantes evaluados en las Pruebas Pisa se rajaron en lenguaje, ciencias y matemáticas, comparados con otros países de América Latina y del primer mundo (asiáticos, europeos y EE.UU.). Estas pruebas se realizan en los países que participan en la Ocde, el club de las grandes economías al que el país quiere pertenecer. Francisco Piedrahíta, rector de la Universidad Icesi, explica que los malos resultados se deben a fallas evidentes de la educación, en especial en la pública: pocos colegios para atender a los niños, medias jornadas de clases, un plan de estudios deficiente y problemas, en algunos casos, en las competencias de los maestros.¿A qué atribuye el mal resultado de Colombia en las Pruebas Pisa? Solo superamos a Perú, pero estamos por debajo de Chile, Argentina y México... En las Pruebas Pisa, solo comparados con nosotros mismos, nos fue mejor si se contrasta con el resultado del 2006, pero peor si se ve el ejercicio del 2009. Aunque no conozco cómo se tomó la muestra, estamos muy mal en las tres pruebas (ciencias, matemática y lectura), lejísimos de los países que están bien y lejísimos de que nuestros muchachos lleguen a los estándares promedio.A Cali le fue muy mal en esas pruebas. Nos superan Manizales, Bogotá y Medellín. ¿Por qué?Me sorprende un poco que Cali salga tan mal, para ser franco. Hay que decir que la ciudad quedó un poco mejor que el promedio nacional, pero como ya vimos, ese resultado es muy malo. Bogotá nos lleva ventaja hace rato porque desde los 90 tuvo un cambio: la Secretaría de Educación se organizó diferente, hizo un esfuerzo de construcción de instituciones educativas muy importante, unas las entregó en concesión, lo que ha resultado en la mayoría de los casos, exitoso. Medellín tiene esfuerzos más recientes, que parece que se están reflejando en mejores resultados. Manizales me sorprendió porque no daba señales con otras pruebas, como las Saber 11 (o del Icfes). ¿Le ha faltado al Municipio hacer cambios?Definitivamente sí. En Cali hemos dejado que los recursos de la educación sean básicamente los que llegan del Sistema General de Participaciones (SGP, giros que se hacen a las regiones) con eso se paga la nómina, básicamente. En Bogotá y en Medellín, desde hace muchos años, invierten cantidades gigantescas de dinero, adicional al SGP. Con eso han construido nuevas sedes y están mejorando la calidad de la educación. En Cali, históricamente no pusimos un peso más, a excepción del gobierno de Jorge Iván Ospina, que construyó la Nuevo Latir e hizo algo más en infraestructura, y en el de Rodrigo Guerrero, que hace un esfuerzo, pero que todavía no se refleja en realidades, y es meterle tecnología a los colegios con recursos de regalías. Otro problema que tiene Cali es que el Secretario de Educación está más ocupado en pelear con los contratistas de la ampliación de cobertura y en contestar tutelas, que en liderar la transformación de la educación. ¿Qué tan preparados llegan los bachilleres a afrontar la universidad? Llegan mal. En Icesi somos relativamente elitistas en lo académico porque no admitimos a cualquier muchacho, si ellos no están en el 30 % más alto de la población medida por las Pruebas Saber 11, les decimos que no se inscriban porque cuando hemos recibido jóvenes que están por debajo de ese porcentaje, la probabilidad de éxito aquí es muy bajita y no queremos que se frustren. Poquitos bachilleres llegan muy bien preparados, la gran mayoría tiene deficiencias serias en las competencias más básicas, como matemáticas y lenguaje, con problemas serios en lectura crítica y en escritura.¿Esas deficiencias se deberán a que en los colegios están más preocupados en que el estudiante memorice, en vez de comprender? Me da miedo equivocarme en los juicios, pero algo estamos haciendo no tan bien en los colegios. Creo que tenemos unos programas de estudios que tratan de cubrir muchos temas y no profundizan en nada. ¿Cuál es el cambio que se debe dar?Hay que hacer más énfasis en lo fundamental: pensamiento científico, matemáticas, lenguaje que incluye lectura crítica, inglés y cívica, para formar buenos ciudadanos. Deberíamos desarrollar competencias de aritmética mental, que hoy se abandonó por las calculadoras. La regla de tres ya no la enseñan o la aprenden tan débil que no les queda. En el colegio tratan de meterles cálculo o trigonometría, pero no saben álgebra, entonces no saben ni lo uno, ni lo otro. Lo mismo pasa con la escritura, pareciera que no les revisaran los trabajos escritos, que no hubiera ese ejercicio de escribir, reescribir y volver a escribir.Usted hace parte de la Comisión Vallecaucana por la Educación. ¿Qué le preocupa de la educación caleña? En general, la educación de Cali, la del Valle y la de Colombia, y en particular, la educación para los más pobres es muy mala. La educación pública local y la de algunas privadas populares tiene un problema estructural: la mayor parte de los niños va media jornada y ahí comienza el desnivel en las competencias, porque las instituciones educativas en Asia estudian muchas horas, los nuestros estudian cuatro horas, cinco si acaso. Tenemos una gran cantidad de festivos y recesos como la semana en octubre y lo peor es que el Ministerio (de Educación) sanciona a los colegios que quieren dar clases en esos días. Entonces, si estudio menos horas, el plan de estudios no es bueno y algunos profesores no tienen buenas competencias, tenemos un coctel muy malo.¿Se debe ampliar la jornada?El tema de la jornada es muy complejo porque se necesita inversión masiva del Estado. Pero, ¿qué pasa? Que en una sola infraestructura se atienden dos y hasta tres jornadas: mañana, tarde y noche, incluso. Eso es grave en todo sentido, no solo por el poco número de horas de estudio, sino porque esos niños quedan a la deriva, los padres trabajan, quién los cuida, terminan en la calle aprendiendo cualquier cosa. No hay capacidad ni recursos para las jornadas complementarias y tampoco tenemos dónde hacerlas. Eso requiere un cambio de mentalidad del Estado y de dedicarse a construir, no una o dos instituciones cada diez años como pasa en Cali. Aquí celebramos la construcción del colegio Nuevo Latir, pero necesitamos por lo menos 50 sedes de ese tipo para poder tener una jornada completa. Yo no veo voluntad del Estado para atacar ese problema.Cuando se habla de mejorar la calidad, en muchos casos se limita a la compra de computadores e instalar internet. Pero pasa que los estudiantes saben más que el maestro en ese aspecto...Soy fiel creyente en que la tecnología puede ser una palanca muy rica para mejorar la calidad de la educación, pero para que eso se dé, se necesita de un maestro que sepa aprovecharla. Por ejemplo, el Word ofrece al docente la posibilidad de hacer comentarios en el mismo texto y devolver las anotaciones por correo electrónico al estudiante. Este es el caso más simple de apropiarse de la tecnología. Con ella se pueden hacer simulaciones matemáticas o lenguaje de programación para niños. Imagínese lo que eso significa, engancha al alumno a su clase.Entonces estamos desaprovechando la tecnología en la educación... Tener un computador con internet en una escuela es valioso porque lo conecta con el mundo: puede entrar a museos, a bibliotecas, a los periódicos, todo eso es valioso, pero muy elemental. Vuelvo al ejemplo del Word, que los muchachos lo aprendan es muy bueno, pero si se incorpora en la clase de lenguaje, porque si solo sirve para la clase de tecnología, pero en el área de lenguaje se vuelve al dictado manual, no sirve el conocimiento. La tecnología hay que integrarla al aprendizaje, ahí está el desafío.En Cali, cuando se habla de educación pública, casi siempre está asociada a escándalos, especialmente cuando sale a relucir la ampliación de cobertura...Cali es la ciudad que tiene la mayor proporción de niños en ese programa con respecto a otras ciudades del país. Y mucha de esa ampliación de cobertura es de mala calidad. Hay muchas instituciones privadas con unos estándares bajísimos. ¿Qué piensa de la pelea que hay entre la Secretaría y los privados, que se niegan a regresar los niños a los colegios públicos que tienen cupos para atender a esa población?Ha habido negligencia, y en una época, corrupción. A los niños hay que irlos pasando al sector público, pero ese reemplazo debe ofrecer educación de calidad. Imagínese usted una institución pública con jornada completa, con tecnología y con buenas instalaciones. Pero si cambiamos a un estudiante de un colegio malo a otro igual, ¿qué ventaja le ofrecemos a los padres? Necesitamos tener instituciones educativas públicas de buena calidad. Cali y el Valle tienen una alta deserción estudiantil. ¿Qué puede estar pasando en esa materia?Una parte tiene que ver con problemas económicos, pero también es un tema motivacional: los jóvenes se aburren, el sistema no les ofrece un ambiente rico de aprendizaje que los enganche, donde vean progreso y oportunidad de trabajo.