Catalina Vélez, una leyenda de la cocina colombiana
Todo en la vida de Catalina no es comida ni cocina. Y la cereza que le faltaba al pastel es su esposo, Jaime Cardona, con quien tiene un hijo, Jerónimo, de 2 años.
23 de nov de 2014, 12:00 a. m.
Actualizado el 17 de abr de 2023, 09:22 p. m.
Todo en la vida de Catalina no es comida ni cocina. Y la cereza que le faltaba al pastel es su esposo, Jaime Cardona, con quien tiene un hijo, Jerónimo, de 2 años.
Si algo llama la atención de Catalina Vélez es su nivel de compromiso con todo y para todo: con la gastronomía, su pasión. Con el rescate de la cocina autóctona, que ha asumido con madurez y profesionalismo. Pero, especialmente, con las comunidades más vulnerables, pues siempre trabaja por una causa. Lo dice su amigo y colega, Carlos Yanguas, para quien la talentosa chef es una chica con gran responsabilidad social, tiene muy clara su participación e influencia cuando trabaja con las comunidades en proyectos como el de Vallenpaz.En efecto, cuando de estos proyectos se trata, Catalina viaja a las comunidades e interactúa con las cocineras nativas y los cultivadores de alimentos orgánicos con la misma pasión con que prepara una cena para la embajada china en Colombia o de Colombia en Washington, como lo ha hecho.Sonia Serna ha coincidido con ella en programas sociales como Vallenpaz, en la zona de conflicto del norte del Cauca y en Cocina Nativa, Cuna, proyecto de culinaria de origen del programa de Acción Social. También la invitó a participar en el Primer Concurso Nacional de Cocina, Café y Sabor del Quindío en 2008, el cual buscaba los sabores de esa región a partir de su producto insignia, el café y Catalina ganó entre 78 participantes. Ese fue uno de los primeros reconocimientos en los que se proyectó el potencial que tenía la novel chef. Carlos Yanguas ha compartido con ella experiencias hermosas como una convocatoria de la Gobernación a Buenaventura, Juanchaco y La Barra, para un levantamiento (investigación) de cocina tradicional. Aprendimos con las cocineras nativas y de noche nos la gozábamos con el grupo tomando viche. Pero también experiencias dolorosas como cuando se murió el crítico de cocina, el escocés Kendon MacDonald Smith, y sus chefs amigos de Cali, incluida Cata, se reunieron a brindar a puro martini por el amigo ido, hasta el punto que todos perdieron el conocimiento.A Sonia le llama la atención es que Cata sea vegetariana y no haya desarrollado una línea gastronómica de este tipo, totalmente naturista, que vendría muy bien ahora que está en auge la corriente de alimentación sana. Son tan escasos los chefs naturistas y con ese potencial enorme que ella tiene, si se dedica a eso, haría moñona, comenta. Sin embargo, todo en la vida de Catalina no es comida ni cocina. Y la cereza que le faltaba al pastel es su esposo, Jaime Cardona, con quien tiene un hijo, Jerónimo, de 2 años.Y con la misma dedicación con que cocina para el canal Elgourmet o para su restaurante, ahora lo hace para su hijo. El tono de la voz le cambia para hablar de él. Ay, qué delicia, mi amor hermoso, ha sido mi mayor maestro porque ha cambiado mucho mi forma de ver la cocina, tuve que devolverme a los sabores básicos y experimentar, pero cada que puedo cocino para mi chiqui, confiesa Catalina a punto de derretirse como un dulce de chocolate. La ahora mamá dice que le encanta hacerle cremas, siendo la preferida del niño la de ahuyama. Le hago trampa y le pongo ingredientes secretos para que vaya aprendiendo, un día hojitas de cimarrón, otro día, otro, explica. Y Jerónimo ya tiene un paladar exigente, pues le fascina la pasta con salmón, pero su favorito es pescado blanco a la parrilla con plátano maduro asado y champiñones con espárragos, que si por él fuera, quiere comer todos los días.Y quienes piensan que esta chef gourmet es muy complicada para comer, ella dice que come de todo, pero sobre todo alimentos muy saludables. Soy adicta a las nueces en todas sus presentaciones, me enloquecen, siempre estoy masticando nueces, confiesa. Declara también que come mucho pescado fresco, vegetales en grandes cantidades, que la enloquecen los espárragos y come arepa todos los días como buena paisa. Y un detalle insólito, si puede, come huevo al desayuno y a la comida. Con su esposo comparte también la pasión por la cocina y declara que en materia de comida, él se va a sorprender siempre, sobre todo si variamos de un día al otro. En casa, ella es la encargada de hacer la comida gourmet y él cocina la más colombiana. A él le encanta el tartar de atún crudo, el estofado de cordero le fascina, se demora seis horas, y de ahí en adelante, hasta el café de la mañana es un cariño, dice sonriente. Pero con él comparte también sus otras pasiones, gustos y un estilo de vida que incluye mucho ejercicio, buena música, amigos y mucho, mucho contacto con la naturaleza y los animales.La bailarina que lleva dentro, la que se dedicó al ballet clásico durante siete años, ahora le pone salsa a su vida. Me encanta bailar salsa, me voy a meter a una academia y después me voy a tocar las puertas a Delirio a ver si me dejan bailar, dice entre risas.Cuando no está centrada en la cocina, practica entrenamiento funcional, corre, camina en la montaña que rodea su casa campestre. Todos los días de su vida saca por lo menos una hora para hacer pilates o yoga. Me gusta la soledad, escuchar música, disfrutar la naturaleza, los animales, compartir con mis amigos sin hablar de cocina, trato de equilibrar, no soy una esclava de la cocina. Esa fue una promesa que me hice cuando abrí mi primer restaurante. Bendiciendo el lugar en soledad, le prometí al universo que jamás iba a ser esclava de nada y menos de una profesión. Amo la vida y quiero disfrutármela al máximo, remata.