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'En un lugar de Francia', película recomendada sobre la vocación de un médico

La película esconde una mirada crítica a los servicios de salud de hoy, muchas veces despersonalizados, fríos y protocolarios.

23 de octubre de 2016 Por: Claudia Rojas Arbeláez* / Especial para Gaceta

La película esconde una mirada crítica a los servicios de salud de hoy, muchas veces despersonalizados, fríos y protocolarios.

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La frase que me ronda al momento de escribir esta página es propia de la señora que me acecha y me niego ser: “Médicos eran los de antes, que se preocupaban por sus pacientes”.  

La confesión se hace necesaria cuando estamos frente a una película que lleva por nombre ‘En un lugar de Francia’, pero cuyo título original es ‘El médico de la campiña’ y que se centra en la historia de Jean-Pierre, un hombre que ya ronda los 60 y vive en un pueblo francés haciendo lo que más le gusta: cuidar y sanar pacientes.   

Este hombre solitario, cuyo único hijo vive en París, pasa sus días y sus noches haciendo visitas domiciliarias o bien atendiendo paciente de todas las edades en su casa-consultorio.    

Todo cambia cuando, en un examen de rutina en la capital, uno de sus colegas le comunica que tiene un tumor inoperable en su cabeza.  Además del tratamiento, el médico le sugiere que deje de trabajar y que dedique todas sus fuerzas para enfrentar esta enfermedad. Pero él no se siente capaz de abandonar a sus pacientes.  

Conociendo a su amigo y queriéndole aligerar la carga, el médico de la capital envía  a una recién egresada para que le ayude con el trabajo. Se trata de Nathalie, una mujer madura que, tras ser enfermera, decidió estudiar medicina. Por eso tiene poca experiencia. 

Jean-Pierre tiene que aceptar, un poco a regañadientes, la presencia  de esta mujer que a pesar de tener la mejor disposición posible, no deja de ser impuesta. Por eso se burla de ella por ratos, haciéndola incluso parecer ignorante frente a algunas situaciones. No le hace la vida fácil; sin embargo, su enfermedad es una certeza y por eso termina involucrándola en su trabajo. 

Poco a poco él la introduce en las dinámicas del pueblo y sus pacientes, mientras que ella intenta forjarse su reputación de médico, haciendo todo lo posible por ganarse la confianza y el respeto de sus habitantes que la ven como una intrusa y hasta dudan de su saber. 

En medio de visitas, casos y pacientes  ‘En un lugar de Francia’ transcurre despacio, permitiéndonos adentrarnos en las relaciones del médico con sus pacientes e incluso en los dramas domésticos que viven cada uno de ellos.  Sus pacientes lo reciben y consideran un amigo y solo a él le confían sus secretos más profundos y él ha cambio pacta con ellos cosas como que nunca los hará hospitalizar y otras de ese estilo. 

Así la película se desarrolla dentro de la rutina propia del pueblo, entre el drama de este hombre  asistiendo al hospital de la capital cada cierto tiempo a recibir su tratamiento y entre la realidad de esta mujer capitalina que intenta acomodarse a un vida de campo y a su profesión.  Siguiendo el ejemplo de Jean-Pierre, Nathalie empieza a comprender que ser un médico rural no es un asunto de escuela y de libros, sino de vocación, servicio y entrega.  

Por lo mismo la película puede tornarse tediosa y estancada por momentos, sostenida solo por la incertidumbre de una realidad que acecha al protagonista como una sombra. 

En esto se va la historia, en los dramas cotidianos, explorando por momentos la incómoda comparación con el sistema médico hospitalario actual donde la atención al paciente es fría y mecánica.  

También emerge la figura del alcalde del pueblo, quien entiende progreso como la creación de un centro hospitalario en el que podrían atenderse más pacientes al estilo de la capital.  

‘En un lugar de Francia’ está dirigida por Thomas Lilti, quien antes de ser cineasta fue médico también.  Por eso habla con destreza del tema médico con su película ‘Hipócrates’ (2014), en la que se narra la historia de un joven que sigue los pasos de su padre y se convierte en médico.  

En aquella ocasión se trata más de un asunto de crisis vocacional y personal ante la figura paterna.  Sin embargo, en esta ocasión, Lilti da fuerza a las subtramas y, a propósito, deja de lado el conflicto interno de su protagonista, quien prefiere ignorarlo.  

De alguna manera lo consigue, al hacer de Jean-Pierre  un personaje único y, de cierta manera, inolvidable.  

Me hizo recordar al Doctor Akagi (2000), un médico que vive en un pueblo pesquero de Japón y que dedica su vida a sanar a una población que, tras la Segunda Guerra Mundial, está sumida en una epidemia de hepatitis. El Doctor Akagi corre, literalmente, de un lugar para otro todo el día y toda la noche para atender a sus pacientes. 

Así ‘En un lugar de Francia’ es una película interesante que exige la perseverancia del espectador.  Sus tintes románticos y algunas escenas cómicas dejarán una buena sensación en los espectadores  que asistan sin otra expectativa que dejarse llevar por la narración. 

“Ser un médico rural no es un asunto de escuela y de libros, sino de vocación, servicio y entrega”.

*Docente de  la Universidad Autónoma de Occidente.

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