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Si su pareja le pidiera hacer la revisión mutua de sus celulares, ¿saldría bien librado? Descubra si a veces es mejor no buscar lo que no se le ha perdido. | Foto: El País

TECNOLOGÍA

El celular, la gran debilidad de los infieles en el Siglo 21

Si su pareja le pidiera hacer la revisión mutua de sus celulares, ¿saldría bien librado? Descubra si a veces es mejor no buscar lo que no se le ha perdido.

16 de abril de 2019 Por: Redacción de El País

¿Por qué esa pareja tan bonita se rompió?
-Ah, es que él no pudo pasar la ‘revisión tecno- mecánica’ de su celular.
-¿La qué?
-La revisión del celular. Resulta que ella buscó sus chats archivados en un descuido de él, y encontró varias conversaciones subidas de tono con otras mujeres...

Estas situaciones son cada vez más frecuentes. Hoy en día las redes sociales, la presencia permanente del celular en la vida cotidiana y herramientas como los chats, hacen más difícil pasar la “revisión tecnomecánica” en pareja.

Hoy hay muchas más probabilidades de sostener, sin despertar grandes sospechas, una o varias relaciones paralelas a la pareja oficial.

No siempre se trata de infidelidad de tipo sexual o erótica, porque a veces puede haber más alertas en conversaciones que la persona sostiene con alguien que se convierte en su confidente, en su mejor amigo, en su persona entrañable, de tal manera que se excluya a la pareja de esos espacios de intimidad “amorosa” y de esos espacios de cercanía donde tres son multitud.

El hilo que separa la infidelidad de una charla inocente es muy delgado, pues no es necesario enviarse fotos de desnudos ni videos o frases subidas de tono para despertar las alarmas en la pareja que, bien sea por casualidad, atrevimiento o desconfianza, se da las mañas para revisar el celular o los chats de su media naranja.

El equipo iPhone viene con una aplicación para espiar incluida. Se trata de ‘Buscar a mis amigos’, que permite que una persona autorice a otra para conocer su ubicación, ya sea por unas horas o para siempre.

Es el caso de Felipe, un ingeniero que sostenía al mismo tiempo varias conversaciones con colegas, donde la coquetería mutua, las frases elogiosas, y los constantes intercambios de largos y animados diálogos fueron interpretados por su esposa como infidelidad pura y dura.

Él argumentaba que ninguno de estos chats pasó a lo físico, pero en la mente de su pareja la desconfianza ya estaba instalada. La razón estaba en el horario de estas conversaciones, y en las fechas, no solo por la frecuencia sino porque coincidían con vacaciones o paseos familiares, aniversarios, momentos o espacios de la vida familiar que se veían “irrespetados” por estas intrusivas misivas.

También los términos usados, que sin ser sexuales denotaban una gran complicidad, algo que en cambio contrastaba con la frialdad y la rutina fría que se había instalado ente la pareja oficial desde hacía meses.
Al cabo de una corta crisis la pareja se rompió, y ahora Felipe es libre de chatear a altas horas de la noche, en las madrugadas, durante las vacaciones, y de forma cariñosa con esas mujeres con las que de todas maneras no quería pasar a ninguna relación seria.

Otras veces lo que se encuentra en esas charlas por celular sí es contenido explícito: fotos de partes íntimas, links a videos porno o GIFS con referencias sexuales explícitas, y allí el impacto para la pareja es más demoledor, y muchas veces definitivo.

Lea también: ¿Realmente es amor? Esto piensan los expertos sobre tener más de una pareja

Reponerse de este tipo de infidelidad es difícil, explican los expertos en pareja, pues aunque sean relaciones no serias o de tipo muy casual y esporádico, quien hace el hallazgo se siente irrespetado, desconfiado, humillado.

Por eso parejas aún más inteligentes deciden ser ellos mismos los que se reconquistan usando las herramientas de chat.

Cuenta Alejandra, médica que por su trabajo viaja mucho, que cuando sale de la ciudad se pone cita con su esposo para tener con él chats fuertes en contenido sexual, para dejarse mensajes que creen expectativa de cara al retorno de ella, y hasta se envían fotos íntimas o planean con antelación lo que harán en su próximo encuentro sexual cuando vuelvan a verse.

Esta forma de inteligencia de pareja les funciona de maravilla, pues en lugar de encontrar en extraños esa emoción del mensaje visto y respondido, lo hacen para alimentar la relación de pareja base. “Hasta sexo telefónico hemos probado, y cuando nos vemos estamos llenos de expectativa, nerviosos y más enamorados que nunca”, comenta Alejandra.

‘Find my Phone’ permite rastrear dónde está la pareja. La ubicación se muestra en tiempo real en Google Maps. También está ‘iSpyoo’, una app para iOS y Android, que permite ver los mensajes, el registro de llamadas, las páginas que visita la pareja. Y es posible saber qué hace con Viber, WhatsApp, iMessage y ver las fotos y videos que toma.

“Algunas parejas están compuestas por gente con mucho ingenio, sentido del humor, cultura, imaginación, pero en lugar de usar esto a favor caen en la monotonía. Y como se extrañan estas facultades que al inicio los enamoraron, terminan por encontrarlo en un colega, en un conocido, o hasta en un desconocido”, explica la psicóloga Irma Duarte.
Así que no se trata de satanizar el uso de las nuevas herramientas, sino de tener la inteligencia emocional y la imaginación para usarlas en favor de la pareja, en lugar de dispersar sus energías emocionales y sexuales con chats muchas veces inconducentes que solo generan distancia con la pareja que se tiene al lado, y muy poco piso de realidad con la persona que se tiene del otro lado de la línea.

Hurgar en los datos de la pareja: delito

Según las leyes, lo que parece un acto inocente: revisar el celular de la pareja para “ver qué está haciendo’, esculcar sus conversaciones, correos, chats, movimientos bancarios, citas de calendario, páginas web que visita, videos que mira, su galería de fotos, en fin, constituye un acto que se castiga en Oriente Medio, países de Latinoamérica, e incluso en Colombia.

De acuerdo con un agente de la Unidad Investigativa de Delitos Informáticos de la Sijín, muchos colombianos desconocen que el simple hecho de acceder sin permiso a la red social de su pareja es incurrir en un delito tipificado en el Código Penal colombiano.

En la Ley 1273 de 2009 de la Protección de la Información y de los Datos, redactada por el abogado Alexánder Díaz, en su artículo 269, está contemplado el tipo penal de ‘Violación de datos personales’: “El que, sin estar facultado para ello, con provecho propio o de un tercero, obtenga, compile, sustraiga, ofrezca, venda, intercambie, envíe, compre, intercepte, divulgue, modifique o emplee códigos y datos personales contenidos en ficheros, archivos, bases de datos o medios semejantes, incurrirá en pena de prisión de 48 a 96 meses y en multa de 100 a 1000 salarios mínimos legales mensuales vigentes (la multa puede equivaler a $781.242.000)”.

También el Código de Policía, en su artículo 95 define como “una conducta reprochable alterar, manipular, borrar o copiar, no estando autorizado para hacerlo o con un fin no justificado o ilícito, las bases de datos negativa y positiva de equipos terminales móviles”. La sanción es de 16 salarios mínimos diarios.

En Arabia Saudí se sanciona con prisión a los que sean hallados culpables de espiar el teléfono de su pareja. El Ministerio de Cultura de este país indicó que la pena es de un año de cárcel y multas de US$133.000 por violar la privacidad de los dispositivos móviles, informó El Clarín.

En Argentina, los magistrados de la Corte Suprema fallaron el caso de una mujer que denunció a su esposo por violar contraseñas en sus redes sociales y servicios de correo y hasta copiar los datos de su tarjeta SIM en busca de pruebas de una supuesta infidelidad. Es delito federal.

Según un estudio del laboratorio informático Kaspersky, el 80% de las personas cree que en las relaciones debe haber algún espacio privado tanto en línea como fuera de línea, no obstante el 70% afirma que los vínculos amorosos son más importantes que la privacidad.

El 72% de los encuestados considera que no tiene nada que ocultar a su pareja, al menos el 61% admite que no quiere que el otro conozca algunas de sus actividades, incluidas las tareas en línea, principalmente el contenido de los mensajes que envía a otras personas.

La sexóloga brasileña Flavia Do Santos argumenta que el celotípico (celoso patológico) en el fondo “tiene ganas de ser infiel, pero tiene miedo de que el otro lo sea”. De ahí que le caiga como anillo al dedo el dicho “el ladrón juzga por su condición”.

Consejos: la nueva obsesión

- Los celos dañan una relación. No se convierta en un detective, obsesionado por buscar las pruebas que incriminen a su pareja. Con dicha actitud, cualquier dato que encuentre podrá ser malinterpretado, generando más conflicto.

- Es posible que se enoje consigo mismo si no halla nada que confirme sus sospechas.

- Recuerde que el tiempo que emplea revisando los datos de su pareja, se pierde un poco de su propia vida y de su presente con el otro.

- Cada vez que viole la intimidad del otro, recuerde que estará devaluando su propia autoestima.

- No utilice el famoso chantaje “yo te muestro mi celular, muéstrame el tuyo para revisarlo”. La confianza no se recupera cediendo derechos.

- La comunicación abre puertas, la obsesión celosa las cierra.

- Una relación saludable no se sostiene con acciones invasivas, sino con el respeto, la confianza y la comunicación sincera. Si tiene dudas,
háblenlo.

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