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Amanecerá y veremos

Espero que las promesas de Ospina sobre utilización de nuevas tecnologías y el llamado que se hace a trabajar de la mano de la Fuerza Pública, la administración y la ciudadanía sea una realidad.

5 de enero de 2020 Por: Alfonso Otoya Mejía

El 1 de enero de 2020 se posesionaron en todo el país los nuevos mandatarios locales en medio de discursos que convocan a la unidad y están colmados de promesas que ojalá se consoliden. Hay un denominador común, la mayoría busca solucionar los temas de movilidad, seguridad y corrupción, evocando la protección de los recursos naturales y la defensa de la diversidad en todas sus formas; ideología, género, raza o credo.

En el caso de nuestro mandatario local, Jorge Iván Ospina, en su acto de posesión fijó su derrotero para los próximos cuatro años en tres temas principales; seguridad, movilidad y lo que se podría resumir como ciudad inteligente.

Coincido plenamente que el principal flagelo de nuestra ciudad es el tema de la violencia. Más específicamente, los asesinatos que azotan Cali y que por más de tres décadas nos han convertido en un mal referente a nivel mundial. Si bien hay que reconocer que la tendencia de homicidios en nuestra ciudad en las últimas dos alcaldías ha caído a sus niveles más bajos, sigue estando muy por encima del promedio nacional y ni qué decir del promedio mundial.

Espero que las promesas de Ospina sobre utilización de nuevas tecnologías y el llamado que se hace a trabajar de la mano de la Fuerza Pública, la administración y la ciudadanía sea una realidad. Que esto no se limite, como ocurrió en su mandato anterior, a satanizar a la Policía a tal punto que persiguió los CAI que se encontraban ubicados en zonas de uso público (zonas verdes y separadores viales) argumentando que no deberían estar ahí. Una pelea sin sentido e inútil que terminó aumentando de manera significativa la tasa de homicidios.

Respecto al tema de movilidad, siento una gran esperanza al observar que parte de la solución al problema se concentra en dos grandes proyectos de infraestructura, el corredor verde, ahora denominado tren de cercanías, y la prolongación de la Avenida Circunvalar. Estos dos proyectos enfrentan grandes retos, como lo son la solución de la Galería Santa Helena para el tren de cercanías, y el paso por el Batallón Pichincha para la continuación de la Circunvalar. Sin duda, son varios los problemas que se deben resolver para convertir estos proyectos en una realidad, pero la unión de la ciudadanía en pro de la solución e implementación de estos proyectos es un elemento esencial. En lo que no puede caer la administración, y resulta inevitable no mirar con espejo retrovisor, es en el discurso populista para justificar los fracasos en la solución de estos problemas. Tratar de distraer a la ciudadanía con expropiaciones de bienes ocultos del municipio o discordias de clases sociales sólo acrecienta las dificultades, nos divide como sociedad y nos imposibilita la ejecución de las obras.

Queda pendiente el orden de la ciudad, las ventas ambulantes y el cumplimiento de las normas de tránsito. Aspiro a que este problema sea tratado desde la óptica de lo que la nueva administración municipal denomina ciudad inteligente. Cámaras de seguridad y tránsito, plataformas de semaforización y controles de monitoreo de ruido y contaminación entre otros. La tecnología per se no es la solución de los problemas. La clave son las personas que están atrás de ésta usándola de manera eficiente.

Espero en cuatro años estar comentando los progresos de estos proyectos con los que hoy nuevamente, nos pusieron a soñar a los caleños. Amanecerá y veremos.