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Isaacs vive

La semana pasada asistimos en vivo y en directo a la resurrección de Jorge Isaacs. Le creía tan muerto como el recuerdo del entusiasmo adolescente con el que acompañé hace muchos años a la quema de su novela María por los nadaístas. En el Puente Ortiz y con Jota Mario y Elmo Valencia a la cabeza.

2 de noviembre de 2017 Por: Carlos Jiménez

La semana pasada asistimos en vivo y en directo a la resurrección de Jorge Isaacs. Le creía tan muerto como el recuerdo del entusiasmo adolescente con el que acompañé hace muchos años a la quema de su novela María por los nadaístas. En el Puente Ortiz y con Jota Mario y Elmo Valencia a la cabeza.

El milagro de esta resurrección ha sido desde luego obra de todos, como en Fuenteovejuna. Empezando por Darío Henao, el cerebro y el mayor artífice del seminario internacional consagrado a la memoria de Isaacs que esta vez celebró su novena edición. Durante las cinco intensas jornadas, celebradas en los estudios de Telepacífico, 41 ponentes de siete países exploraron las múltiples facetas de un personaje que en vida fue mucho más que el autor de María.

Entre tantas ponencias de gran calidad, subrayo la de Ricardo Sánchez Ángel, dedicada al Isaacs líder del radicalismo y a su papel protagónico en la efímera insurrección con la que en Antioquia se intentó revertir la marejada conservadora que daría al traste con la república liberal de entonces. Y el bello texto con el que Carolina Alzate interpretó la figura de María a la luz del judaísmo de Henri George, el padre de Isaacs. Aspecto que también incluí en mi ponencia.

Pero la resurrección de Jorge Isaacs no fue sola obra de los académicos. Los artistas y los escritores cumplieron un papel tanto o más importante en dicha. Cito en primer lugar, entre los novelistas, a Édgar Collazos, quién en su novela En tierra extraña, recompone literariamente el Cali y el Valle en el que vivió y tanto padeció Isaacs, concediendo un singular protagonismo a los afros, esclavos y libertos. Un sesgo que se trasforma en característica central en La hoguera lame mi piel con cariño de perro, la novela con la que Adelaida Fernández cuenta la misma historia de Maria, desde el punto de vista de Nay, la Africana esclavizada que en la novela de Isaacs es aya de María y que en la de Fernández realiza su sueño imposible de regresar a África.

El director de escena Alejandro González Puch se encargó de poner en escena con su estilo bizarro, en primer lugar, Amy Rosbart, la adaptación de Isaacs para el teatro de una obra de Walter Scott. Una de las tres que escribió cuando era adolescente y que hasta la fecha no había sido representada. Y en Segundo lugar, Isaacs, la ópera compuesta con la apasionante música de Alberto Guzmán y los textos melifluos de Édgar Collazos.

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