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Protesta y caos

El presidente Biden camina en un campo minado político, mientras busca un equilibrio entre condenar los antisemitas y los violentos, y apoyar la protesta pacífica.

4 de mayo de 2024 Por: Muni Jensen

Las impactantes imágenes de protestas, campamentos, arrestos y actos violentos en las Universidades en Estados Unidos han recorrido el mundo. Sorprende ver a los jóvenes manifestantes de las más prestigiosas universidades americanas con las manos amarradas por la policía antiterrorista, arrastrados a la fuerza a un camión oficial, entre gritos y amenazas de sus mismos compañeros de clase.

Los campos verdes de Columbia, UCLA, Tulane y docenas más, llevan más de un mes en estado de caos. Las manifestaciones siguen, algunas pacíficas, otras cargadas de gritos antisemitas, y la mayoría pidiendo a las Universidades cortar todos los lazos con empresas que apoyan a Israel. No todos son alumnos, ya que se han sumado grupos oportunistas de activistas de lado y lado, que agitan las llamas con dinero, donaciones, carpas, recursos y acceso a los medios.

Al día de hoy la Policía ha desalojado un puñado de campamentos, y están detenidos más de 2,000 manifestantes. Otras Universidades no se atreven a desalojar, para evitar las imágenes en los medios globales. Pero vale recordar que este tipo de movimientos no son nuevos, ni es la primera vez que la Universidad de Columbia en Nueva York, es el epicentro de protestas en un año electoral.

En abril del año 1968, los grupos de oposición a la guerra de Vietnam y el movimiento de derechos civiles se tomaron cinco de sus edificios, buscando justicia y equidad. En 1985 la pelea fue contra el Apartheid en Sudáfrica. En ambos casos, la Universidad cedió ante sus demandas de cortar lazos con empresas consideradas cómplices. La diferencia con la situación actual es la división entre las partes que apuntan a un conflicto irreconciliable, que se volvió global, y está dominado por los extremos.

El impacto en la campaña electoral de Estados Unidos es evidente. El presidente Biden camina en un campo minado político, mientras busca un equilibrio entre condenar los antisemitas y los violentos, y apoyar la protesta pacífica. Sus declaraciones al final de la semana se enfocaron en criticar a los Republicanos, que piden una intervención de la Guardia Nacional. Biden, en medio de una buena racha en las encuestas, no quiere involucrarse demasiado.

Trump, por su lado, se ha dedicado a criticar a su rival por inacción y por no proteger la ley y el orden. Para ambos es una cuerda floja, ya que en el fondo la posición de ambos es similar, aunque el peso de la crítica caerá en el gobierno de turno.

Detrás de las protestas hay fuerzas oportunistas entre los estudiantes que se encuentran en la primera línea. Hay evidencia, las protestas cuentan con patrocinios con objetivos oscuros, además de las empresas y ONG con buenas intenciones.

Los políticos, por su parte, aprovechan para tomarse fotos y vídeos con un fondo de carpas y banderas, y dan declaraciones frente a los edificios ocupados. Mientras los equipos de la campaña presidencial se trasnochan buscando mensajes que no enojen a los votantes, el Gobierno busca desactivar las ganas de guerra de Netanyahu.

A seis meses de las elecciones, este tema tiene la fuerza suficiente para afectar la elección, especialmente entre los jóvenes. El conflicto entre Israel y Hamás es hoy una disputa existencial y con ramificaciones a nivel global, donde las banderas la elevan primero los jóvenes, y rápidamente se convierte en excusa para el populismo y la politiquería.

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