La dictadura en Venezuela
Se cumplió así lo que los defensores de la libertad temían y lo que los seguidores del totalitarismo que se tomó a Venezuela esperaban. Es el designio anunciado y promulgado con anticipación por Nicolás Maduro, el vocero de la dictadura que asfixia la libertad en el país vecino. Es un paso más en su objetivo de reprimir y liquidar a la oposición.
Se cumplió así lo que los defensores de la libertad temían y lo que los seguidores del totalitarismo que se tomó a Venezuela esperaban. Es el designio anunciado y promulgado con anticipación por Nicolás Maduro, el vocero de la dictadura que asfixia la libertad en el país vecino. Es un paso más en su objetivo de reprimir y liquidar a la oposición.
Usando a la justicia para silenciar la oposición, el régimen de Venezuela, hoy encarnado por Nicolás Maduro, condenó a Leopoldo López sin respetar su derecho al debido proceso. Esos son los actos que hacen reclamar a la Comunidad Internacional con excepción de Latinoamérica por lo que ello significa: el regreso de la dictadura a la patria de Simón Bolívar. A López se le condenó a casi catorce años de cárcel por organizar unas protestas pacíficas, que fueron aprovechadas por miembros del chavismo oficial para sembrar el terror y asesinar; por rebelarse contra lo que está ocurriendo en su país, prisionero de la corrupción y el absolutismo. Y por convertirse en símbolo del rechazo de los venezolanos a la muerte de su democracia, disfrazada de razones políticas que han fracasado en el mundo entero, dejando un rastro de pobreza, miseria y violencia. Y lo condenó una justicia politizada. Un aparato represivo contra la libertad, que sólo cumple órdenes de los validos del régimen que se regodea persiguiendo a la oposición. Es una justicia que desconoce las pruebas y sólo sirve a la obsesión del chavismo por liquidar cualquier cosa que se oponga a sus oscuros designios. Es decir, lo condenó una justicia injusta que ha sido denunciada por la inmensa mayoría de los países que defienden la democracia. Se cumplió así lo que los defensores de la libertad temían y lo que los seguidores del totalitarismo que se tomó a Venezuela esperaban. Es el designio anunciado y promulgado con anticipación por Nicolás Maduro, el vocero de la dictadura que asfixia la libertad en el país vecino. Es un paso más en su objetivo de reprimir y liquidar a la oposición.En la fila de la ignominia están Antonio Ledesma, alcalde de Caracas, la líder Corina Machado y cientos de venezolanos que como ellos se han atrevido a enfrentar al monstruo de la tragedia que se cierne sobre su país, agobiado por las carencias, azotado por el caos institucional y atemorizado por la violencia oficial en todas sus formas, incluidos los grupos paramilitares armados y organizados por el gobierno que respaldan las Fuerzas Armadas de Venezuela. En esa línea, los colombianos que viven en Venezuela fueron convertidos en protagonistas principales del desconocimiento de sus derechos humanos. Es la manera de desviar la atención sobre los problemas que padece una nación unida a la nuestra por la historia y por los lazos de hermandad que ha creado la convivencia. Y de buscar pretextos para acentuar el carácter militarista de un régimen que ya no encuentra manera de explicar sus fracasos, de encubrir la corrupción y de detener el caos que ha creado. Ese es el destino que han marcado quienes, tarde o temprano, deberán responder por sus actos contra las libertades en Venezuela. Leopoldo López y los centenares de presos políticos como él son símbolos del abuso que su gobierno comete a diario contra los venezolanos. Pero también son los estandartes de la dignidad y del reclamo justo contra la dictadura. Por eso no pueden quedar solos, así muchos gobiernos latinoamericanos prefieran el silencio que legitima el totalitarismo.