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“No estamos acá para negociar cualquier cosa con el ELN”: Juan Camilo Restrepo
El jefe de los diálogos con el ELN espera que en los próximos meses esa guerrilla empiece a desescalar el conflicto. De no terminar la negociación en este Gobierno, la aspiración es dejarla articulada para el nuevo presidente.
Con tranquilidad y prudencia, Juan Camilo Restrepo, jefe del equipo negociador del Gobierno en los diálogos de paz que se desarrollan con el ELN en Quito, dice que los mismos van en buen tono y que no tienen plazos fatales, pues quieren ir rápido, pero no de manera atropellada.
Ante el escepticismo que rodea estas negociaciones, Restrepo dice que es entendible por las acciones violentas y las “actitudes delirantes del ELN”, que, agrega, debería empezar a desescalar el conflicto con hechos tangibles de alivio para la población y de esa manera recuperar la credibilidad en este proceso.
Asegura, además, que no está “lleno de optimismo desbordante sino de realismo”, en el empeño de redondear la paz en Colombia.
¿Cómo van las negociaciones con la guerrilla del ELN?
Recordemos que las negociaciones con las Farc duraron más de cuatro años y nosotros llevamos escasas cuatro semanas, de manera que van bien, en buen tono, respetuoso. Estamos apenas en las primeras de cambio.
¿Es viable llegar a un acuerdo antes de que termine el gobierno del presidente Juan Manuel Santos?
Nosotros no nos hemos fijado fechas fatales, perentorias, queremos ir rápido, pero no atropelladamente. Y el Gobierno quiere avanzar hasta cuando sea prudente hacerlo. Pero también tenemos muy claro que no vamos a negociar por negociar, no estamos acá para negociar cualquier cosa. Tenemos unas líneas rojas y una de ellas, muy importante, es la Constitución y la ley. No se va a sacrificar, de ninguna manera, el Estado de Derecho, los derechos adquiridos y el debido proceso de nadie, de modo que dentro de esos lineamientos estamos empezando y dispuestos a negociar y esperamos que el ELN también lo esté.
Dice que no le han puesto plazos fatales a estos diálogos, ¿pero pueden ser más cortos que los que hubo con las Farc?
Nosotros creemos que así debería ser, entre otras cosas para aprovechar el aprendizaje de lo que fue el proceso de La Habana. De no terminar en su totalidad la negociación, nuestra aspiración es dejar tan avanzado el proceso que el Gobierno que llegue el 7 de agosto del 2018 ya encuentre una negociación conformada y articulada que no se pueda desbaratar.
¿Cómo ha visto la actitud de los negociadores del ELN, cree que están convencidos de llegar hasta el final y concretar un acuerdo?
Ellos dicen estarlo y a la gente hay que creerle mientras no se demuestre lo contrario, pero lo miramos con realismo, sin excesivo optimismo y con las debidas cautelas. Vemos que están llegando algunos delegados nuevos, como sucedió esta semana, que arribaron representantes del Frente Oriental, que es uno de los más agresivos y que opera en Arauca. Eso lo vemos como un buen indicio en el sentido de que cada vez están más representados todos los frentes, puesto que el ELN, más que un grupo guerrillero, es una federación de frentes. Mientras más representados estén en esa mesa, tanto mejor.
¿Hoy ya está todo el ELN representado en la mesa o faltan frentes?
Con excepción, tal vez del frente que opera en Chocó, todos los demás sí están representados.
¿El que no esté el frente del Chocó implica problemas para la mesa?
Sería deseable que también lo estuviera. Esperamos que en el curso de las negociaciones lleguen representantes del frente de Chocó. En La Habana al principio no estaba representado el frente Sur y terminó estando allí con Joaquín Gómez.
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La mayoría de colombianos no les cree ni les tiene fe a los diálogos por los antecedentes del ELN y porque sigue haciendo atentados, secuestrando y no se siente que tengan voluntad de paz. ¿Qué piensa?
Estas negociaciones comienzan sin que se haya pactado aún un cese al fuego bilateral y de hostilidades. Estamos negociando en el fragor del conflicto. Estamos, como lo dijo alguna vez un primer ministro israelí, negociando como si no se estuviera combatiendo y combatiendo como si no se estuviera negociando.
Esperamos que haya de parte del ELN en los meses venideros un desescalamiento, una morigeración de todas esas acciones que atentan sobre todo contra la población civil. Y en la medida en que se empiecen a dar esos gestos de confianza, de desescalamiento, se hará más fácil y más cercana la posibilidad de pactar un cese bilateral del fuego y de hostilidades. Mientras allá llegamos, las Fuerzas Armadas tienen el deber constitucional y legal de combatir todas las acciones terroristas y todos los actos delictivos que cometa el ELN y así está sucediendo hoy.
La ciudadanía ha pedido hechos de paz.
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¿En algún momento el ELN ha planteado un cese el fuego unilateral, como lo hicieron las Farc?
Aunque les hemos dicho que ese sería un gesto muy importante que aportaría creación de confianza en el proceso, hasta ahora no se ha visto. Esperemos que en algún momento se dé.
Para poder llegar a un cese el fuego bilateral, el Gobierno ha pedido al ELN que suspenda los ataques y secuestros. Este último tema es uno de los más complicados, dado que esa guerrilla lo ve como una forma de financiación, ¿cree que se pueda lograr que dejen de hacerlo mientras estén en la mesa?
El secuestro es algo repudiado por la comunidad nacional e internacional, riñe con el Derecho Internacional Humanitario. La retención involuntaria que se le imponga a una persona es una de las violaciones más censurables a las libertades fundamentales y más si esos secuestros se hacen con fines extorsivos. El secuestro es censurable y no porque les reporte algunos ingresos a las finanzas del ELN se puede justificar.
La ciudadanía también piensa que el ELN no está realmente negociando y que en cualquier momento se puede levantar de la mesa, ¿usted, que está allí frente a los jefes de esa guerrilla, qué piensa?
Es entendible el escepticismo de muchos sectores con relación al ELN, basta mencionar los frecuentes atentados terroristas, el más reciente en el barrio La Macarena de Bogotá, donde murió un policía y quedaron otros heridos. Esas actitudes delirantes del ELN, censurables, explican el escepticismo, pero la manera de romperlo, y ese es el mensaje que le hemos puesto al ELN con toda claridad en la mesa, es que en vez de seguir escalando con este tipo de acciones demenciales el conflicto, lo empiecen a desescalar y comiencen a verse hechos tangibles de alivio humanitario a la población civil y cuando eso se haga, y ojalá el ELN tenga la lucidez de entender que así debe proceder, irá disminuyendo el escepticismo que rodea este proceso.
En Colombia se han incrementado los cultivos de coca en zonas donde estaban las Farc. Se dice que el ELN está ocupando esas áreas y que estaría liderando ese negocio, como ocurre en el Cauca, donde incluso retuvieron un equipo periodístico de El País que investigaba el tema. ¿Cómo analiza esa situación?
Ese es un hecho preocupante que se está dando: esfuerzos de copamiento en las áreas que están dejando las Farc en Cauca, Nariño y Chocó. Se está dando esa afluencia de bandas criminales y del mismo ELN.
Eso fue, entre otras cosas, lo que pudo constatar el equipo de periodistas de El País que abusivamente fue maltratado en la labor periodística que estaban cumpliendo en el departamento del Cauca. Las Fuerzas Militares están haciendo un esfuerzo muy grande para evitar ese copamiento, que va detrás de apoderarse de los negocios ilícitos en territorios que dejan libres las Farc.
¿El tema de la retención de los periodistas de El País, a los que les quitaron sus equipos de trabajo, por miembros del ELN se ha tocado en la mesa? ¿Qué han dicho los negociadores de esa guerrilla sobre este caso, que fue un atentado a la libertad de prensa?
No se ha tratado directamente, pero nosotros hemos hecho mención del caso con la censura y el malestar que corresponde y en ese sentido la comisión negociadora del Gobierno hizo una manifestación pública expresando su desacuerdo con ese proceder del ELN.
¿Pero el ELN ha dicho algo sobre esta retención?
No ha dicho nada. Guarda un silencio olímpico sobre ese y otros casos. Eso hace parte, un poco, de la arrogancia de ese grupo alzado en armas.
En el acuerdo con las Farc hay temas que servirían para el ELN, como la Jurisdicción Especial para la Paz. ¿Qué tan dispuestos están ellos a aceptarlos?
No hemos llegado a ese tema. Por ahora estamos comenzando por temas específicos del ELN, por ejemplo participación de la sociedad civil, hablando también de lo conveniente que sería que renunciaran al secuestro, del desescalamiento de acciones de terrorismo y de dinámicas de acciones humanitarias. Aunque el ELN es una guerrilla autónoma de las Farc, es evidente que en el paquete de acuerdos al que se llegó en La Habana hay algunos temas que en su momento tendrán que ser aplicados analógicamente al ELN. Por ejemplo, el país no puede ponerse a diseñar un nuevo instrumental de justicia transicional cortado a la medida del ELN después del largo trabajo y las dispendiosas discusiones que hubo para diseñar la justicia transicional que fue aprobada ya por el Congreso.
A estos diálogos se les está prestando menos atención que a los de las Farc. ¿Eso es mejor o peor?
Este tipo de negociaciones es bueno adelantarlo con discreción. La negociación por micrófono no es aconsejable. En el caso de las Farc, en los primeros años hubo un torrente de declaraciones públicas de ellos casi todos los días. Los medios de comunicación mantenían sus corresponsales permanentes y la opinión pública se nutría de las declaraciones que diariamente hacían las Farc.
En este caso estamos procurando llevar las conversaciones con más discreción, no quiere decir que no se pueda hablar, como lo estoy haciendo en este momento, y el ELN también lo hace, pero no es la efervescencia comunicativa que rodeó los primeros años en La Habana, que nada bueno le aportó al proceso y, por el contrario, puede ser una de las explicaciones de la larga gestación que tuvo, de casi cinco años.
En algún momento, por la situación de los ataques perpetrados por el ELN, ¿ha sentido que está perdiendo el tiempo?
No. Se está realizando una labor para ver si se puede aportar un grano de arena en esta difícil tarea. No estoy lleno de optimismo sino de realismo, pero también sin negativismo para ver si se puede hacer un aporte para acabar de redondear la paz que tanto necesitamos en Colombia.