Washington Alexis Viera Barreto llegó a Colombia en enero de 2009 para jugar con el vigente campeón del país y para relevar a su compatriota Adrián Berbia, artífice de la estrella 13 del América de Cali, obtenida un mes antes.

Viera venía de un buen año en su país, quedando campeón del Apertura con el Nacional de Uruguay, pero esta, que sería su primera experiencia por fuera del país charrúa, empezó muy mal: ruptura de ligamentos de la rodilla izquierda, en un partido de pretemporada jugado contra el extinto Centauros de Villavicencio.

El 4 de octubre de ese año, 10 meses después de su arribo al país, Viera por fin pudo debutar: derrota 2-0 en Pereira. Aquel 2009, tan solo un año después de haber bordado la estrella 13 en el escudo americano, fue para el olvido. De los 7 partidos que tapó al final de la temporada, empató 3 y perdió los 4 restantes.

Después de ser últimos en el Clausura 2009, y con el equipo sumido en una crisis futbolística y financiera que lo quejaba desde hace algunos años, llegaron jugadores de la talla de Sergio Galván Rey, Avilés Hurtado y John Lozano para enderezar el camino, pero la cosa no mejoró: solo 2 victorias en las primeras 10 fechas jugadas, que lo seguían dejando en los últimos puestos de la tabla.

Para la fecha 11, partido programado para el sábado 3 de abril a las 4:00 pm en el Pascual Guerrero, el América de Cali, dirigido en esa época por Juan Carlos Grueso, recibía a Millonarios, que tampoco hacía una buena campaña.

Ante los mismos 5.000 espectadores de siempre, los que acompañan cuando el equipo estaba en la mala, pasó lo impensado, lo inusitado, lo que hasta ahora sigue siendo un récord en Colombia: Alexis Viera, después de dos claros penales decretados por Óscar Gutiérrez, árbitro del duelo, se metió en el corazón del hincha escarlata al atajar los dos cobros y al marcar uno, después de un tiro penal al minuto 69.

Finalmente América ganó 3-2, con doblete de Sergio Galván, el máximo artillero del FPC, siendo esta, tal vez, la mayor gesta de América en ese año, cuando ya se acercaba la penosa noche del fatídico descenso.