Lo primero que tuvo que derrotar el técnico Alexandre Guimaraes cuando llegó a Cali fueron las dudas que generaba su nombre. De amplia trayectoria en Costa Rica, Guatemala, Panamá, México, Emiratos Árabes, China y la India, el brasileño era prácticamente desconocido por estas tierras.

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Un año atrás del arribo de Guimaraes al América (firmó contrato el 13 de junio pasado), el banco del equipo rojo era un escenario de ensayos y errores, por donde pasaron técnicos —en propiedad o encargados— como el portugués Pedro Felicio Santos y los colombianos Carlos Fernando Asprilla, Jerson González y Fernando el ‘Pecoso’ Castro.

La zozobra habitaba permanentemente en el hincha americano, producto de tantos fracasos e improvisaciones de los directivos, desde la partida de Jorge ‘Polilla’ Da Silva, un ídolo de sangre escarlata que salvó al equipo de un nuevo descenso, pero al que la plantilla se le salió de las manos por problemas de indisciplina.

Guimaraes, entonces, no agitaba el corazón de los americanos. Tampoco lo hacían los nombres que sonaban como refuerzos. Y la incertidumbre seguía rondando en la cabeza de los aficionados. En esas condiciones, los ‘Diablos’ comenzaron una nueva andadura en la Liga. Hubo momentos buenos. Momentos malos, como aquella parte del torneo en la que América apenas sumó 3 puntos de 15 y el técnico brasileño fue llamado al orden.

Pero al final, Guimaraes —sostenido por un Volpi que regresó y se adueñó del arco, un tridente (Paz, Carrascal y Sierra) que se robó también la admiración ajena, un Vergara que dejó regados rivales por las bandas y un Rangel que estuvo en idilio con la red— terminó saliéndose con la suya. América clasificó de colíder a la Liguilla, y ahora está a 90 minutos de levantar la estrella 14, 11 años después de la última final, y 3 desde su regreso a la primera división.

Este sábado, en el Pascual Guerrero, ante un estadio lleno y vestido de rojo, Guimaraes y sus jugadores tendrán la posibilidad de grabar sus nombres en la historia del América, y con letras mayúsculas. Con el técnico brasileño, El País tuvo el siguiente diálogo, serio y por momentos con una dosis de gracia, en el restaurante de la piscina del Hotel NH, donde los ‘Diablos’ se ‘acuartelaron’ para jugar la final.

Usted ya ha disputado varias finales. Esta es la primera en Colombia. ¿Qué sensaciones tiene?

Lo primero que esta final me dice es que hemos superado cada etapa y con buenas notas. Estamos a la espera de los últimos 95 minutos y tengo la convicción de que podemos ganar.

Se estrena en la Liga colombiana y en poco tiempo derrotó las dudas de quienes poco o nada creían en este América…

Siempre que llegas a dirigir un equipo por primera vez hay signos de interrogación y lo primero que hay que hacer es percibir cómo reciben los jugadores el mensaje que el cuerpo técnico quiere transmitir; además, conocerlos a ellos no solo como futbolistas, sino como personas. Y desarrollando el trabajo nos dimos cuenta de que habíamos caído a un terreno muy fértil, porque los jugadores que había, más los que llegaron, hicieron inmediatamente click, con las lógicas etapas de reconocimiento.

Dentro de esos jugadores se vincularon Rangel y Vergara, y sobre ambos había dudas, pero al final terminan siendo clave…

Cuando llegamos al equipo vimos lo que había y les hicimos entender a los directivos que era necesario reforzar aún más el equipo. Ante la lesión de Jeison Medina había que actuar rápido y bien, y cuando los directivos propusieron el caso de Rangel, nos gustó, porque nosotros ya habíamos trabajado con ese perfil de número 9. Luego vimos que faltaba un extremo punzante, agudo, y se dio entonces la posibilidad de Vergara, y también nos gustó. Pasó lo mismo con Pisano y finalmente con
Carrascal. Estos jugadores encajaron en el bosquejo de lo que queríamos, pero no fue fácil, porque la mayoría de ellos venía sin pretemporada.

Uno de los aciertos que le reconocen a usted es ese tridente que armó en el mediocampo con Paz, Carrascal y Sierra…

La intención de ese tridente nunca fue defensiva, como muchos creen. Responde al concepto de fútbol que manejamos y los perfiles de ellos se ajustan a lo que nos gusta, pero en busca de generación de juego. Son jugadores que hacen bien la transición de defensa a ataque, y si ustedes ven las estadísticas, América es de los equipos con mayor número de goles a favor a lo largo del torneo.

¿Siente que el 0-0 de Barranquilla y el apoyo de un Pascual lleno son una leve ventaja?

Si ponemos la situación al revés, es decir, que nos hubiera tocado cerrar la serie en Barranquilla, yo estaría mucho más inquieto, porque viendo lo que ha sido el apoyo de nuestra afición, no he sentido nunca una energía como la que transmite el Pascual Guerrero lleno.

¿El partido del Pascual será totalmente distinto al que hizo América en Barranquilla?

Ambos equipos somos muy buenos como visitantes, lo que me hace pensar que de entrada no será un partido a pecho abierto, porque vamos a tener 95 minutos, ellos y nosotros, para lograr un gol. Y a partir de allí viene el juego de un banquillo y el otro para constatar si lo que está pasando en la cancha es lo que pretendías, y es ahí cuando comienza el juego real. Pero aparte de lo que uno puede hacer como técnico, viene el otro ingrediente, que es el estado de ánimo de los jugadores como tal y, en ese sentido, yo los siento a ellos con una determinación excelente.

¿Qué más lo deja contento?
Varias cosas. Una de ellas, que hemos podido darle cara, identidad al equipo, y los jugadores lo han sabido interpretar, porque este objetivo se logró en corto tiempo y eso habla bien de la capacidad de ellos.

Una de las asignaturas pendientes de este América desde que ascendió es que no podía ganarles a todos los ‘grandes’, entre ellos Nacional, pero ya sucedió y eso da confianza…

La vara de medición del aficionado siempre son los enfrentamientos con los grandes rivales, y en la medida en que fuimos superando pruebas difíciles, como ganar en Barranquilla, Ibagué, Bogotá, el clásico, a Nacional, pues obviamente eso nos dio mucha confianza.

¿Será titular Vergara?

Sí, Duván ha evolucionado muy bien físicamente por sus dolencias y va a estar en el partido del Pascual.

¿Cómo derrotar a Junior?

Siendo contundente, porque pienso que no va a ser un partido de muchas opciones.

¿Ha cruzado alguna vez palabra con el técnico de Junior, Julio Comesaña?

Comesaña fue de los primeros entrenadores, junto con el profesor Alberto Gamero, que me dieron la bienvenida. Cuando jugamos en contra nos saludamos, nos deseamos buenas cosas y uno, que ha dirigido en otros países, sabe lo bien que se siente cuando otros técnicos te saludan. Avalo ese tipo de gestos.

Pase lo que pase este sábado, Guimaraes se ganó la continuidad en el América. Viene Copa Libertadores, un reto mayor. ¿Debe reforzarse bastante el equipo para el 2020?


Independientemente de lo que pueda pasar, hay intención de continuidad de las dos partes, pero en este momento mi cabeza está solo enfocada en el plantel que tengo para jugar la final. Después hablaremos de las necesidades del equipo.

Usted es brasileño, quizás un hombre de mucha fe. ¿A quién se encomienda antes de los partidos?

Todas las mañanas y las noches hago una oración, es una conversación con el Ser Supremo, y después me uno a la plegaria con los jugadores antes de cada entrenamiento y antes de cada partido.

¿Está en Cali con su familia o todo el tiempo ha estado solo?

Mis hijos ya están grandes, uno juega fútbol, estuvo en dos Mundiales con Costa Rica, jugó en España y ahora está en Turquía. El otro es director de cine y vive sumido en el arte. Y mi esposa va y viene.

¿Y estará ella este sábado en el Pascual?

No, va a estar en casa (Costa Rica) preparando ya los tamales para las fiestas (risas).

¿De qué equipo es hincha?
Del fútbol. Pero fíjese, tengo una conexión muy fuerte con el rojo, aprendí en la China (dirigió allí al Tianjin Teda) que este es el color de la suerte. Y cuando me he vestido de rojo, cuando he dirigido equipos de rojo, me ha ido bien

Y hablando de vestirse, una de las particularidades suyas es verlo parado en la raya siempre con camisas de estilo chino o hindú. ¿Ya tiene lista la ‘pinta’ para este sábado?
(Risas). Estas camisas son más de corte chino que hindú, de la época de Mao, y sé que llaman la atención acá, pero me gustan porque cuando supe que vendría a Cali, una tierra caliente, decidí traer ropa fresca, que me hiciera sentir más tranquilo. Sería absurdo pararme en la raya con saco y corbata.

¿Qué ha aprendido con América?
A tener más paciencia de la que tengo yo (risas). Hay una presión en equipos como el América que uno entiende y para la que hay que tener, como dicen los españoles, mano izquierda para manejarlo todo.

¿De dónde ha sentido esa presión?

La primera presión viene de uno mismo, porque este equipo es muy grande y te hace exigirte más, buscar otras cosas dentro del repertorio que uno tiene. No tengo dudas de que esta experiencia con América me ha hecho crecer bastante.

¿Qué mensaje les envía a los hinchas que van hoy al Pascual?
Que conserven la calma. Es un partido de fútbol y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para darles una alegría más. Vamos a pelear a muerte por la estrella 14.