Tener la piel del rostro saludable es una de las mayores prioridades para las personas, pero para ello es de gran importancia implementar rutinas de cuidado y llevar un estilo de vida saludable, ya que esto puede ayudar a evitar el envejecimiento prematuro y prevenir problemas graves de la piel.
De acuerdo con Mayo Clinic, una entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, es importante tener un rutina diaria del cuidado de la piel de la cara y evitar algunos excesos, por ejemplo, usar protector solar diariamente y evitar el sol directo en el rostro.
Asimismo, se recomienda evitar los malos hábitos, entre ellos el cigarrillo, ya que fumar puede darle a la piel un aspecto de sequedad que aumenta la aparición de arrugas. Por el contrario, es importante llevar una vida saludable, comer frutas, verduras, granos integrales y proteínas magras.
Antioxidantes que ayudan a proteger la cara
Los antioxidantes son esenciales para la salud de la piel, ya que protegen las células contra el estrés oxidativo que es causado por los radicales libres, que son los encargados de desempeñar un papel en las enfermedades crónicas y, además, pueden aumentar el riesgo del envejecimiento prematuro.
Los antioxidantes se encuentran principalmente en los alimentos, como en las frutas y las verduras, que son conocidos por su capacidad de neutralizar los radicales libres, mantienen una buena salud celular y todo esto se refleja en el aspecto de la piel.
Los expertos recomiendan consumir antioxidantes como la vitamina C y E, que ayudan a proteger la piel de los efectos dañinos de los rayo UV, lo que reduce el riesgo de sufrir quemaduras.
Además de proteger la piel, los antioxidantes también pueden promover la producción de colágeno, una proteína esencial para mantener la piel firme, flexible y joven.
De esta manera, los expertos recomiendan consumir diariamente alimentos ricos en antioxidantes como lo son: las frutas cítricas como el kiwi y la naranja; los frutos secos como las avellanas, almendras, semillas de girasol y aceites derivados de ellos; proteínas magras como el pescado, pollo y pavo; y proteínas integrales. Asimismo, implementar una rutina diaria del cuidado de la piel que se practique en la mañana y en la noche.