El cuidado de la piel es un componente primordial para que esta luzca joven y radiante. Para ello, existen rutinas que se adaptan a los diversos tipos de piel y a las necesidades de las mismas.
De hecho, un paso que es esencial en cualquier rutina de cuidado cutáneo es la exfoliación, la cual ayuda a eliminar las células muertas, destapar los poros y mejorar la textura y luminosidad de la piel. Sin embargo, exfoliar en exceso o de forma incorrecta puede causar irritación y daño.
Para las personas con piel normal, que no es ni demasiado seca ni demasiado grasa, la recomendación general es exfoliar dos veces por semana. Este tipo de piel puede tolerar una exfoliación regular sin mayores problemas, siempre y cuando se utilicen productos adecuados que no sean demasiado abrasivos.
La piel seca o sensible requiere un enfoque más delicado. La exfoliación una vez por semana suele ser suficiente para evitar irritaciones y mantener la piel suave y saludable.
Si bien es cierto, la piel grasa tiende a acumular más células muertas y sebo, lo que puede obstruir los poros y provocar acné. Por esta razón, es aconsejable exfoliar de dos a tres veces por semana.
La piel mixta, que presenta zonas secas y zonas grasas, necesita un enfoque equilibrado. Exfoliar una vez por semana suele ser suficiente, enfocándose en las áreas más grasas como la zona T (frente, nariz y barbilla).
Después de exfoliar, siempre hidrate la piel adecuadamente para ayudar a restaurar su barrera de humedad. Asimismo, es vital aplicar protector solar diariamente para protegerla de los daños UV.
Cabe mencionar que, independientemente del tipo de piel de cada persona, es fundamental prestar atención a cómo reacciona la piel a la exfoliación. Si nota enrojecimiento, irritación o sequedad excesiva, reduzca la frecuencia o cambie el tipo de exfoliante.
Utilice exfoliantes formulados específicamente para el rostro, ya que la piel facial es más delicada que la del cuerpo.