Por Mariana Arias, especial para El País

Al comenzar un año es muy común que tengamos un choque de realidad. Las fiestas de diciembre llegaron a su fin y ahora quedamos no solo con un mapa de sueños o una lista de propósitos por cumplir, sino que también nos encontramos de vuelta a la rutina: el estrés del trabajo, las dinámicas de familia disfuncionales, los problemas de pareja, la alta autoexigencia por lo que queremos conseguir, y la frustración por aquello que parece más difícil o requiere de esfuerzo adicional.

Por eso, para estos meses es fundamental mirar con perspectiva nuestra vida, decidir sobre aquellos ámbitos en los que tenemos control, orientar nuestras elecciones hacia la existencia que anhelamos construir, hacer nuestro mayor esfuerzo organizando nuestras metas, y soltar el resultado.

Curiosamente, cuando miramos las cargas que llevamos en nuestras vidas, muchas de ellas provienen de querer controlar aquello que no está en nuestras manos: de querer cambiar a nuestros familiares, buscar que nuestra pareja fuese de otro modo, quejarnos por las situaciones sociales o laborales que no podemos cambiar, y sobre todo, de algo fundamental: de nuestra falta de voluntad o incapacidad para tomar acción sobre aquellas cosas que sí están en nuestras manos.

Aquí, algunas claves para cambiar lo posible, aceptando lo imposible; soltar lo incontrolable y dejarlo ir, y navegar, incluso, lo incontrolable para ganar la anhelada paz mental. Tome nota de estos consejos para hacerse cargo de su vida.

Cambiando lo posible, aceptando lo imposible, para hacernos cargo de nuestra vida.

“Lo que no estás cambiando, lo estás eligiendo”, una pequeña frase que nos recuerda que somos agentes activos de nuestra vida y nuestros propios protagonistas. Siempre estamos buscando culpables externos, motivos ajenos que justifiquen nuestras acciones, cómo nos sentimos y cómo reaccionamos. Pedimos mil visiones externas antes de decidir si confiar en nuestro criterio, queremos que sea otro quien nos cuide, nos atienda, nos acoja, nos haga sentir amados. Y pocas veces nos damos el golpe mental de reconocer que a nadie le corresponde saciar nuestros vacíos, sanar nuestras heridas o suplir nuestras necesidades.

Es asumir que el cambio que quiero ver en mi vida depende de mí, que a veces no son las circunstancias las que nos mantienen donde estamos, sino que somos nosotros con las pequeñas decisiones de cada día los responsables de esa transformación.

Saber que si no actuamos hoy como la versión que soñamos ser, jamás llegaremos ahí y que tenemos la vida que estamos dispuestos a tolerar con las creencias limitantes que no nos atrevemos a enfrentar.

Así que, reconocer que debemos hacernos cargo de nuestra propia vida implica:

  • Abrazar nuestras vulnerabilidades sin convertirlas en excusas.
  • Responsabilizarnos de nuestras decisiones y de sus consecuencias.
  • Poner límites con asertividad y hacerlos respetar.
  • Cuidarnos sabiendo que hay cosas que nadie más hará por nosotros.
  • Saber que el futuro lo construimos con las acciones del presente.
  • Aceptar que los demás también tienen que hacerse cargo, como adultos, de sus propias vidas y que no es nuestra responsabilidad salvarlos. Aquí es donde aceptamos lo imposible.

Solo como recordatorio: nada grande se crea dedicándole solo el tiempo que te sobra, así que toma esas riendas de tu vida, pero tómalas bien. Toma decisiones y acepta las consecuencias, expresa tu opinión y no esperes a que sea otro quien te defienda, actúa acorde a tus metas y no guiado por la emoción del momento, deja de engañarte con mentiras que te dices a ti mismo para no hacer eso que quieres:

  • No tengo tiempo: madruga, haz un horario, deja el celular, para de procrastinar.
  • No tengo experiencia: busca un tutor, aprende del error, da el primer paso, persevera.
  • No sé qué hacer: investiga, lee, estudia ese curso.
  • No tengo dinero: haz una cuenta de gastos, invierte, emprende.

Dejar Ir: soltar lo incontrolable

¿Qué papel estoy jugando yo en mi propio sufrimiento? Esta es la pregunta que menos nos hacemos y curiosamente, la más necesaria para sanar. Llega un momento en nuestra vida en el que reconocemos que tenemos dos caminos: transformar las experiencias que llegan en el día a día, nos gusten o no, para construir con ellas una vida que valga la pena, o pasar los días culpabilizando a otros por nuestro sufrimiento, rencor o rabia.

Estamos en un mundo en el que, por la prisa por llegar a todo, el afán por mostrarnos perfectos, por mantener las apariencias, nos hemos olvidado de vivir, de soltar, de fluir. El acto de soltar es un proceso profundo y liberador. Muchas veces nos aferramos a situaciones, relaciones o amistades, lugares, o expectativas que ya no nos sirven, simplemente porque tememos al cambio o sentimos que perderlos significa perder parte de nosotros mismos.

Aprender a soltar lo incontrolable implica entender que la vida es un flujo constante y que resistirse a él, solo aumenta nuestro sufrimiento. Al dejar ir aquello que no podemos modificar, nos abrimos a nuevas posibilidades y experiencias que nos enriquecen. Este es un acto de confianza en nuestra capacidad para adaptarnos, lo cual nos brinda una mayor paz y equilibrio emocional.

Siempre tenemos la opción de elegir. No se trata de tener el control absoluto, pero sí de saber que, dentro de nuestras circunstancias, tenemos el poder de tomar decisiones que nos acerquen adonde queremos estar.

Navegar lo incontrolable:

Claves para la paz mental

Para soltar lo incontrolable, es fundamental hacer una pausa y reflexionar sobre nuestra relación con ciertos aspectos de nuestra vida. Aquí dejo algunos consejos prácticos para ayudarlo en este proceso:

*Haga una lista de lo que le preocupa o molesta: Escriba todo lo que le genera estrés y ansiedad. Luego, clasifique esos puntos en dos columnas: lo que puede controlar y lo que no. (Aquí le va una clave: lo único que puede controlar es su propia vida: sus decisiones, valores, límites, sus hábitos)

*Cuestione sus pensamientos. De la lista de aquello que no puede controlar, pregúntese: ¿Si no está en mis manos, por qué sufro? La respuesta lo ayudará a conocerte un poco mejor y a darse cuenta si son circunstancias en las que le falta poner un límite, tomar distancia o cambiar de rumbo.

*Fomente la aceptación. La aceptación no significa resignación, sino una toma de conciencia de que hay cosas que no podemos cambiar, pero sí cómo respondemos a ellas.

*Hable sobre lo que siente. Compartir sus preocupaciones con alguien de confianza puede ayudarle a ver las cosas con más claridad y encontrar soluciones que lo liberen del peso de lo incontrolable.

Finalmente, recuerde que el equilibrio entre lo que podemos controlar y lo que no, es un viaje constante. La vida no siempre se desarrolla como esperamos, pero al aprender a soltar, ganamos en resiliencia, paz y confianza en el proceso de la existencia misma.

*Mariana Arias es psicóloga graduada con honores de la Universidad Javeriana. Conferencista TED con experiencia en psicoterapia clínica para la promoción, prevención y el tratamiento de problemáticas de salud mental como: ansiedad, depresión, duelo y enfermedades crónicas. Psicoterapeuta individual, de pareja y familia. IG: @psic.marianaarias. Cel: 3205791815.