Más allá de los desafíos económicos y sociales, la migración trae consigo un complejo y profundo proceso emocional conocido como duelo migratorio. Esta silenciosa lucha está presente en millones de personas que dejaron atrás su hogar, familia y cultura en busca de un futuro prometedor en tierras ajenas, pero que, durante el proceso de adaptación, enfrentan una batalla interna marcada por la nostalgia, el desarraigo y la adaptación a nuevas realidades.
Ayda Pantoja, especialista Senior de Salud Mental y Apoyo Psicosocial de Heartland Alliance International, (HAI), destaca que es común que las personas diagnosticadas con este cuadro clínico presenten síntomas como estrés crónico, pensamientos de culpa, alteraciones en patrones de sueño y sensación de tristeza e ira.
“Lo que se encuentra en la parte clínica es que hay unas manifestaciones psicológicas de tipo cognitivo, emocional y relacional que hacen evidente un malestar psicológico por no poder llegar a la adaptación que se requiere, pero además, los procesos migratorios implican una ruptura de los proyectos de vida, a nivel individual y familiar”, explica.
En el caso de la población migrante venezolana, la profesional destaca que, a pesar de la cercanía geográfica, este cuadro se presenta con frecuencia, pues requiere de un proceso de adaptación a un nuevo contexto cultural, social, económico y político.
De acuerdo con Adriana Sofía Silva, psicóloga y magíster en Psicología, a esto se le suma las pérdidas que sufre la persona migrante. “Separarse de su familia, su identidad cultural, sus vínculos afectivos, sus posesiones personales, dejar atrás sus estudios, su trabajo. También se pierde el sentido de pertenencia y se genera un duelo por la familia, por la tierra, por el nivel social, por la cultura, porque el plan de migración no ha funcionado como se esperaba o simplemente por no poder comunicarse bien”, comenta Silva.
Asimismo, esta población se enfrenta a las barreras del país receptor que les impide una integración idónea. “Cuando estamos en condiciones de irregularidad, por ejemplo, o que no podemos validar nuestros títulos y allá éramos profesionales y acá toca asumir otro tipo de trabajos o pasar una vida con muchas carencias, tiene una afectación directa en la salud mental y física. Es tan fuerte y crónico ese nivel de estrés que hablamos también de unas dolencias psicosomáticas como migrañas o úlceras gastrointestinales. Estar meses o años con preocupación, miedo, incertidumbre cobra un precio alto a nivel de la salud integral de las personas”, menciona la Especialista Senior de Salud Mental y Apoyo Psicosocial de HAI.
De hecho, las atenciones individuales que realiza el proyecto Pasos para la Integración, se ha podido identificar que una de las grandes fuentes de estrés que mencionan, tanto hombres como mujeres, es no poder generar ingresos o no tener lugar donde vivir. “Cuando el nuevo lugar de vivienda no te permite esa posibilidad de acceder o encontrar una comunidad de acogida a nivel institucional o de trabajo, afianza mucho más ese nivel de sufrimiento, pues se ven a sí mismos como extranjeros”, Ayda Pantoja.
Desde una mirada de género, el duelo migratorio se presenta de diferentes maneras. “En las mujeres hemos encontrado que la violencia basada en género es una problemática que ha afectado a muchas de ellas. También hemos notado una violencia institucional en relación al acceso al servicio de salud con casos muy dolorosos de mujeres con enfermedades de alto costo como el cáncer que no tuvieron ningún tipo de respuesta en su país y por ello optan por iniciar el proceso migratorio, pero cuando ya pueden acceder a nuestros servicios de salud ya están en estadios muy avanzados”.
Etapas y sintomatología
De esta manera, se generan las etapas del duelo migratorio partiendo de la negación, la ira y la tristeza hasta la negación y adaptación y la aceptación y reorganización. Adriana Sofía Silva, psicóloga y magíster en psicología, sostiene que la forma en que las personas atraviesan las etapas depende de las características de personalidad y de las redes de apoyo que hayan podido encontrar en el camino.
En cuanto a los síntomas, todo migrante puede llegar a experimentar en mayor o menor medida según su personalidad, capacidad de resiliencia, habilidades sociales y afrontamiento de problemas. “Es posible que experimenten desorientación temporoespacial prolongada, dificultades en la comunicación y aislamiento, dificultad para establecer un ritmo de vida normalizado, soledad, sentimiento de fracaso, sentimiento de miedo, sentimiento de tener que luchar para sobrevivir por estar sometido a condiciones de explotación o humillación”, resalta Silva.
Y agrega: “Es por todo esto, que uno de los principales síntomas, es la tristeza, que está relacionada con todo lo dejado atrás. También se presenta sensación de soledad, dolores de cabeza, fatiga, pérdida o aumento de apetito, incluso, ideas de muerte y suicidio, que no es tan común, pero que necesita tenerse presente”.
A largo plazo, si no se trata a la persona, el estrés agudo puede convertirse en un trastorno de estrés postraumático. Por ello, organizaciones sin ánimo de lucro, como Heartland Alliance International (HAI) ofrecen acompañamiento a quienes presentan algún problema asociado a la salud mental, a través del proyecto ‘Pasos Para la Integración’.
“En una de las líneas de este proyecto contamos con profesionales de psicología que están disponibles para hacer una completa valoración de esta población. Se pueden ofrecer hasta máximo ocho sesiones ampliadas o sesiones únicas. De igual forma, hacemos psicoeducación en salud mental para dar a conocer que esto también forma parte de la salud de las personas y que está relacionado con la sensación de bienestar, de sentirme parte de la comunidad y de sentirme valioso”, dice Pantoja.
Si sufre de alguno de estos síntomas, obtenga más información sobre las consultas psicológicas gratuitas a través de las línea de atención de HAI en Cali: 318 577 9592 / 318 707 0726.