La migración venezolana en Colombia ha revelado un fenómeno significativo: la mayoría de los migrantes son mujeres. Según datos de Migración Colombia, para abril de 2024, de las 2.813.997 personas que buscan establecerse en el país, un 51,78% (1.457.139) son mujeres.

Esta predominancia femenina en el flujo migratorio plantea desafíos únicos, especialmente en términos de la economía del cuidado, un sector en el que las mujeres ya desempeñan un papel predominante y desproporcionado en comparación con los hombres.

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística Dane, en Colombia, cada año se destinan 37 mil millones de horas al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, de las cuales 29 mil millones son provistas por mujeres, es decir, en promedio, 8 de cada 10 horas las aportan las mujeres.

Estas tareas de cuidado se encuentran categorizadas en cuidado directo e indirecto. La primera contempla la atención de individuos dependientes como menores de edad, adultos mayores o personas en condición de discapacidad, y la segunda hace referencia a las labores de trabajo doméstico que incluye actividades como limpieza y mantenimiento del hogar, compra y preparación de alimentos, entre otras.

Cabe destacar que estas labores de cuidado, comúnmente invisibilizadas, requieren una gran inversión de tiempo y energía, por lo que las mujeres que ejercen este rol, por lo general, deben abandonar su trabajo, estudio y sueños para dedicarse de tiempo completo.

Steffany Escobar Rincón, subsecretaria de Equidad de Género de Cali, sostiene que, en el caso de la mujer migrante, es posible que sean más propensas a asumir el rol de cuidadoras, especialmente porque en el país receptor y en la ciudad no cuentan con una red de apoyo.

“Tampoco tienen acceso permanente o garantizado, por ejemplo, a sistemas de salud o hay desconocimiento de cómo acceder a ellos. Entonces, la precarización en el recurso disponible del que cuentan, sumado a la falta de información de las rutas institucionales para la atención en servicios básicos, precariza aún más sus labores de cuidado”, asegura.

La subsecretaria también destacó la importancia de las labores de cuidado. De hecho, a pesar de que no se reconoce como un sector económico, el cuidado representa el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, una cifra clave, pues el comercio representa el 18%. “Eso lo pudimos leer desde este equipo y por eso buscamos una malla de servicios que nos permita reconocer las labores del cuidado como un trabajo, pero también redistribuir el tiempo de cuidado de las mujeres”, señala.

De esta manera, la Subsecretaría de Equidad de Género de la Alcaldía de Cali trabaja en la construcción de espacios de oferta permanente para mujeres cuidadoras (colombianas y migrantes) y personas que requieren cuidados directamente en el territorio. La gran apuesta para este cuatrienio es tener 6 ecosistemas urbanos y 6 rurales.

La Subsecretaría tiene a disposición de población migrante y local, dos ecosistemas de cuidados ubicados en la comuna 15 y en el corregimiento El Saladito. | Foto: Subsecretaría de Equidad de Género.

A la fecha, se han implementado dos, uno urbano en la comuna 15 y otro rural en el corregimiento El Saladito. En el segundo semestre de 2024, se espera darle apertura a dos ecosistemas más.

La Subsecretaría de Equidad de Género tiene a disposición de población migrante y local, dos ecosistemas de cuidados ubicados en la comuna 15 y otro en el corregimiento de El Saladito.

“Las mallas de servicios se estructuran de acuerdo a las necesidades de cada territorio, partiendo del hecho de que las mujeres somos diversas no solamente desde lo pluriétnico y lo multicultural, sino también desde un enfoque migratorio, considerando que hay algunos territorios con mayor recepción de mujeres migrantes”, explica Rincón.

Adriana Patricia Cuevas, habitante de la Comuna 15 y mujer cuidadora de su nieto de 5 años, quien sufre una discapacidad, reconoce que estos espacios son de gran apoyo. “La labor de cuidado te absorbe emocionalmente y en CuidArte nos brindan talleres que nos sirven para eso, para no dejarnos decaer porque a veces el estrés, la situación o el diario vivir nos maltrata de manera emocional, entonces estos talleres nos han servido muchísimo, nos da ánimo, nos hace sentir realmente cuidadas”.

Por su parte, Soraya Husaín, directora de Investigación de la Fundación WWB Colombia, destaca que, en términos de economía del cuidado, la ciudad ha tenido avances importantes. “Sin duda el hecho de que se hayan incluido medidas para fortalecer el sistema de cuidado en el Plan Nacional de Desarrollo y en el Plan de Desarrollo Distrital de Cali nos ha ayudado muchísimo, pues se están fortaleciendo las redes de cuidado y se está mejorando la infraestructura con programas como CuidArte”, sostiene.

Sin embargo, también destaca que todavía hay mucho trabajo por hacer. “Es claro que hay una insuficiencia de servicios de cuidado formal. Por ejemplo, hablando de jardines infantiles, los que hay no son suficientes, entonces a las familias les toca recurrir a la oferta privada que tiene unos costos que no todas pueden pagar”, argumenta.

Por último, expertos destacan que el papel de la empresa privada es clave en la creación de espacios de cuidado complementarios que se articulen desde las actividades de bienestar ofertadas al personal, de tal manera que el cuidado coexista en armonía con el trabajo remunerado.