Por: Gina Valeria Sierra - Especial para El País
Para Rusianyuly Beatriz Rojas, emprender era su sueño. La crisis socioeconómica venezolana la llevó a migrar en 2019 hacia Colombia en compañía de su esposo, Gustavo Colmenarez, y sus dos hijas, en la búsqueda de mejores oportunidades. Debieron empezar de cero en Medellín, la Ciudad de la Eterna Primavera.
La familia decidió mudarse al corregimiento de Santa Elena, luego del cierre de la empresa donde Rusianyuly mantuvo estabilidad económica durante cuatro años. Durante un tiempo, ambos padres tuvieron el sueño de tener un negocio propio, pero el desconocimiento por la norma y la falta de financiación impidieron que el sueño se materializara.
“Pocas veces se habla de discriminación, pero se vive. Esa angustia también me paralizo”, aseguró la madre de familia, quien con resiliencia y determinación no dio su brazo a torcer y comenzó a buscar opciones para construir su emprendimiento.
Luego de un préstamo, ‘Valenciano Fast Food’ surgió en 2023 como el sueño familiar de Rusianyuly, en el que vende comida rápida con sazón colombo venezolano, característica que los diferencia de otros negocios del sector. Al poco tiempo de apertura, comenzó a crecer la venta de hamburguesas, perros calientes, salchipapas, patacones y pepitos, productos de rápida preparación que tuvo una gran aceptación.
El negocio puede identificarse frente a un lugar de madera, en la Calle 6 25, Centro, Santa Elena, donde las personas tienen un espacio para sentarse y disfrutar las diferentes opciones de sabor. “Al principio, como migrante, te pueden ver diferente, pero yo nunca dejé de soñar: A veces me dijeron, que como venezolana no podía lograr algo, yo creo que sí y aquí estoy”, dijo.
Todos los días, Rusianyuly despierta poco antes de las 6:00 p.m.., lleva a sus hijas a estudiar y se encarga de las labores del hogar. A las 5:00 p.m., abre las puertas de ‘Valenciano Fast Food’ donde acompaña a sus clientes. “Requiere de mucho esfuerzo, pero vale la pena, aseguró”.
“Es un reto vender en un lugar del que aprendes cada día y donde la cultura es distinta, aun cuando Colombia y Venezuela, son países vecinos. Es maravilloso cuando las diferencias desaparecen, las personas colombianas se te acercan, te escuchan y entienden que nosotros también aportamos al país”, dijo.
La migración es un derecho humano y una oportunidad de crecimiento personal y profesional. Poco a poco se están derrumbando narrativas que vulneran los derechos de las personas migrantes en los territorios de destino. “Colombia me recibió con los brazos abiertos. En Santa Elena tengo varios vecinos que parecen conocerme de toda la vida, sin importar de donde vengo, y eso me motiva a continuar emprendiendo”.
Entre 15 y 20 personas, clientes fijos y esporádicos, se acercan cada noche y preguntan por los pepitos y las salsas típicas venezolanas, como la ‘guasacaca’ que despierta la nostalgia de algunas personas, como Enrique Pineda, persona migrante, oriundo de San Cristóbal, ciudad capital del estado Táchira, región andina del país.
Rusianyulu continúa trabajando fuertemente en compañía de sus familiares y personas que la apoyan para afrontar nuevos retos día a día. Ella sueña con tener un lugar más grande para expandir su negocio y no se cierra a la posibilidad de recibir apoyo institucional ni de algún organismo de cooperación internacional. “A Colombia le retribuiré mi esfuerzo, porque sigue siendo mi lugar mi puerta de puertas abiertas, cuando el resto se cerró”, aseguró.