Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
La alerta la hizo el instituto Cisalva de la Universidad del Valle: durante los últimos cinco años, las tasas de suicidio en Cali crecieron.
“De acuerdo a los datos del Comité Operativo Interinstitucional, en 2019 se registraron 103 suicidios, número que ha ido en aumento. Al cierre del 2022, la ciudad registró 113 suicidios, la cifra más alta en los últimos cinco años. Entre enero y octubre del presente año, se han registrado 1.810 intentos de suicidio, según lo reportado por las entidades de salud, y se han confirmado 91 suicidios, cifras que, lamentablemente, al cierre de 2023, podrían superar las del año 2022″, dice el informe.
Cisalva añade que la enfermedad mental se identificó como uno de los factores por los que algunos ciudadanos atentan contra su vida en Cali, así como la depresión, relacionada en muchos casos con las dificultades económicas que generó la pandemia del coronavirus. No fueron pocos los que perdieron su trabajo o cerraron sus empresas debido al Covid – 19 y las consecuencias se empiezan a notar.
Un análisis de la firma Insolvencia Colombia e Inteligencia Financiera asegura que alrededor de 6000 colombianos se declararían en quiebra al finalizar 2023 por la falta de empleo, la reducción de sus fuentes de ingresos y el aumento de sus deudas por tarjetas de crédito cada vez más costosas y préstamos de consumo o gota - gota.
— Que aumentan los suicidios y los intentos de suicidios es un indicador de que algo está pasando en la ciudadanía y esto no solo se ha observado en Cali, sino en el resto del país. Se está viviendo una situación económica difícil, muchas empresas referencian que no hay la productividad de años anteriores, y el factor económico afecta la salud mental de los ciudadanos – comenta María Isabel Gutiérrez, la directora de Cisalva.
Las estadísticas lo corroboran. Según Medicina Legal la tasa de mortalidad por suicidio en el país pasó de 5,1 por cada 100.000 habitantes en 2005, a 5,29 en 2020. En el 2021 se registraron 2.962 suicidios, en 2022 3.018 y solo en los tres primeros meses de 2023 se registraron 669 episodios.
El doctor Milton Murillo es psiquiatra y psicoanalista, coordinador del posgrado de Psiquiatría de la Universidad del Rosario. Para analizar el aumento de los intentos de los suicidios tanto en Cali como en Colombia, precisa, se deben analizar distintas variables.
Primero está la depresión. Antes de la pandemia del coronavirus, la Organización Mundial de la Salud ya advertía que para 2026 sería la principal causa de incapacidad y pérdida de productividad en todo el mundo. Lo que hizo la pandemia fue acelerar el fenómeno; como un catalizador.
Pero además, se está desmoronando el mito que afirmaba que, pese a las precarias condiciones sociales de Latinoamérica, eran más los ciudadanos de países desarrollados que atentaban contra su vida; falso.
— Lo que pasaba es que no estábamos notificando la conducta suicida. Hasta el año 2016, la notificación obligatoria de conductas suicidas no existía, no había registros. Cuando se empezó a notificar, las cifras comienzan a corresponder con una realidad: en los países donde más precarios tenemos los determinantes sociales en salud mental (acceso al empleo, a buenos servicios de salud, a educación de calidad, etc) más conducta suicida hay – explica el doctor Milton Murillo.
Es decir: en las naciones donde en realidad funcionan las democracias, no hay corrupción, y sus ciudadanos tienen acceso a los derechos fundamentales como el empleo, servicios de salud de calidad, educación, la posibilidad de caminar por la calle sin que les peguen una puñalada por un celular, la conducta suicida es menor que donde aquello no sucede.
Parte de la tesis del más reciente libro del periodista argentino Andrés Oppenheimer, titulado ¡Cómo salir del pozo!, precisamente es que la felicidad de las personas depende, también, de las democracias que funcionan y del crecimiento económico de sus países (aunque no es lo único, por supuesto).
En su libro, Oppenheimer cita un dato revelador: el ranking de los países más honestos del mundo según Transparencia Internacional, coincide con el ranking de los países más felices según el Reporte de la Felicidad. De esta manera, los países más felices - Finlandia y Dinamarca – son también los menos corruptos. “La inexistencia de la corrupción y la vigencia efectiva de la democracia contribuyen a una mejor calidad de vida, y eso conduce a la felicidad”, le dijo a Oppenheimer Delia Ferreira Rubio, presidenta de Transparencia Internacional.
— Es hacia donde estamos apuntando ahora las personas que tratamos la salud mental y la depresión. El llamado es que esto no es solo con antidepresivos y psicoterapia, que claro, ayuda, es la base del tratamiento, pero, ¿qué hay detrás? La mayoría de las guías de manejo en el mundo lo que dicen es: si hay una persona con síntomas depresivos, se debe revisar cuál es el trasfondo de sus necesidades básicas y el trasfondo psicosocial. Y si eso es susceptible de corregir, corríjalo, mándelo a psicoterapia, y la tercera línea de manejo es médica. Pero el determinante social de salud mental (si la persona tiene empleo, acceso a salud, a educación) es fundamental para el bienestar de los ciudadanos y en nuestro país la precariedad en ese sentido es general, hay personas que se acuestan con una sola comida al día. En ese punto los psiquiatras no tenemos mucho para hacer – comenta el doctor Murillo.
Colombia, además, es un país que completa más de 60 años en un conflicto armado que ha dejado miles de víctimas, quienes, en silencio, lidian con un dolor profundo, lo que también se refleja en la salud mental.
Los jóvenes, de otro lado, establecen nuevas formas de comunicarse, virtuales, a distancia, lo que los aísla. Y las nuevas generaciones son cada vez más frágiles emocionalmente, advierte María Isabel Gutiérrez, la directora de Cisalva. Es un fenómeno que se relaciona con la sobre protección que les ofrecieron sus padres.
— En Europa se ha descrito como el síndrome ‘Curling’, haciendo alusión a ese deporte en el que se lanza un disco sobre el hielo y otros miembros del equipo usan cepillos para facilitar su avance. Es lo que ha sucedido con muchos jóvenes. Sus padres se han dedicado a ‘barrerles’ las adversidades, se encargan de ellas. Y eso les genera a los muchachos una muy baja tolerancia a la frustración y a la adversidad. Cuando tienen una dificultad, cualquiera que sea, perder un examen en el colegio o discutir con su pareja, los deja muy vulnerables emocionalmente. Les cuesta asumir la adversidad con posiciones fuertes y positivas, y eso se está reflejando en las cifras de intentos de suicidio en los jóvenes de Cali – detalla María Isabel.
Doris Tejeda, Subsecretaria de Promoción y Prevención de la Secretaría de Salud de Cali, confirma que la mayoría de los intentos de suicidios en la ciudad los cometen los jóvenes, aunque también sucede en los adultos mayores que han sufrido de duelos por la pérdida de sus parejas durante la pandemia, entre otros factores “desencadenantes”. De ahí que en Cali se vienen adelantando varias estrategias de atención de la salud mental, como la Línea 106, disponible las 24 horas.
Igualmente, en cada una de las cinco Empresas Sociales del Estado de la ciudad se conformaron grupos de unidades funcionales de salud mental integradas por psicólogos, trabajadores sociales y psiquiatras, para actuar de inmediato cuando se detecte una conducta suicida. Quien lo intenta una vez, si no se trata a tiempo, es muy probable que lo intente de nuevo, es la premisa.
— En el país, para abordar el suicidio, se debe hacer algo muy similar a lo que ocurre con la salud materno fetal. Cuando una gestante tiene una dificultad, se abren todas las rutas para atenderla de manera prioritaria. Es lo que se debe hacer en salud mental, pero no está ocurriendo. Es difícil que a una persona su EPS le dé una cita prioritaria en psiquiatría o psicología. Por eso afirmo que los médicos que dicen que el sistema de salud funciona bien, es porque ya no ven pacientes. Yo los veo a diario y conozco de casos de pacientes que han tenido crisis porque no les dieron las citas con los especialistas a tiempo. La oportunidad para la atención de citas de salud mental no es la más adecuada, cuando debe ser prioritaria – comenta el doctor Milton Murillo.
Por cierto: en Colombia solo hay dos profesionales en salud mental por cada 100.000 habitantes, lo que evidencia el difícil acceso a la atención en la materia.
A nivel familiar, se requiere ser empático con la persona que atraviesa depresiones y pensamientos suicidas. Solo basta escuchar. Escuchar al otro lo alivia. Jamás juzgar. A veces sucede: sin mala intención se le dice a la persona deprimida ¿por qué estás triste si lo tienes todo?, una frase peligrosa: hace sentir culpable a quien está deprimido. Escuchar, ser empático, buscar ayuda profesional, es la manera de dar la mano.
En su libro, ¡Como salir del pozo!, Andrés Oppenheimer da otras pistas. Hay una ciencia de la felicidad. La felicidad, o mejor, la satisfacción de vida, explica, ya no es un asunto de charlatanes como en el pasado, sino de científicos que la estudian. Y se puede enseñar. Además de que la democracia funcione, que se combata la corrupción, que crezca la economía, Oppenheimer escribe que es necesario que en los colegios se brinden clases de la felicidad, como sucede en la India.
“Gran parte de las herramientas que tenemos para defendernos en la vida, y para ser más felices, son las que aprendemos en la escuela. Y las clases de felicidad, de educación positiva, de habilidades socioemocionales, o como queramos llamarlas, son probablemente la mejor forma de enseñarles a las nuevas generaciones a tolerar los fracasos, elevar la autoestima, ser más optimistas, darle rienda suelta a la creatividad, encontrar un propósito de vida y construir relaciones más valiosas. La felicidad se puede enseñar y mucho más fácilmente de lo que muchos creen”, escribe Oppenheimer.