Lady Diana Trujillo Pomerantz se convirtió en la personalidad más buscada en Google, superando incluso al presidente de Colombia, Iván Duque, luego de participar en la misión que llevó el vehículo explorador ‘Perseverance’ al planeta Marte el pasado jueves.

La ingeniera aeroespacial que nació en Cali, quien se convirtió en 2007 en la primera mujer latinoamericana en ser admitida por la Academia Espacial de la Nasa, fue esta vez la encargada —además de participar en el diseño del brazo robótico y dos instrumentos del explorador llamados Pixl y Sherloc— de presentarle al mundo la llegada del robot a Marte, en la primera transmisión en vivo en español de una misión espacial de la Nasa.

El vehículo explorador, considerado el más avanzado que ha sido enviado hasta ahora al espacio, pesa cerca de una tonelada, mide aproximadamente 3 metros de largo y 2.7 de ancho, tiene más de 30 cámaras, un analizador de atmósfera para ver la posibilidad de extraer oxígeno, un brazo robótico y un pequeño helicóptero de 2 kilos que va a volar sobre la delgada atmósfera marciana, los cuales estarán en el planeta alrededor de un año marciano, 687 días en la tierra.

“El objetivo de la misión del ‘Perseverance’ es encontrar si en algún momento hubo vida en la superficie de Marte. Vamos a llegar a un lugar que se llama cráter Jezero. En ese cráter vamos a hacer investigaciones porque hay arcilla lo que nos podría indicar si hubo agua... Si encontramos eso, también vamos a hacer la investigación para darnos cuenta si la vida probablemente empezó en Marte y en la Tierra a la misma vez. Así que tenemos una pregunta muy interesante que contestar”, sostuvo Diana durante una entrevista con el canal CNN.

El ‘Perseverance’ se lanzó el pasado 30 de julio del 2020 y le tomó siete meses alcanzar el planeta rojo, bajo la misión ‘Mars Rover Perseverance’ una de las más importantes en la exploración del planeta.

Ella cuenta que la pasión por la astronomía nació mientras vivía en Colombia, “en los años 80, época de mucha violencia en mi país, me la pasaba mirando al cielo para que me diera paz. Siempre me pregunté cómo podían coexistir juntas las estrellas y los planetas sin que hubiera caos, y así empezó todo esto para mí”.

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La caleña, cuyo padre es contador y vive en Colombia, reside en Estados Unidos con su mamá. Llegó a ese país cuando tenía 17 años, sin saber inglés y terminó buscando la forma de aprender el idioma y comenzar así sus estudios universitarios.

Con tan solo 300 dólares en el bolsillo y la intención de ayudar a su mamá en la economía del hogar, Diana empezó trabajando como empleada doméstica y se costeó sus clases de inglés en el Miami Dade College. Pero llegó a aburrirse tanto de lo mismo, que se colaba en las clases del departamento de matemáticas, “estaba aburrida de aprender inglés y me sentaba a responder las preguntas que tuvieran de matemáticas, porque no necesitaba hablar ningún idioma, los números en todo el mundo son los mismos y ahí me di cuenta de lo que me gustaba”, explica ella.

Con el tiempo llegó a tener cuatro trabajos, labores que le permitieron iniciar sus estudios en ciencias del espacio y eventualmente en ingeniería aeroespacial en la Universidad de Florida.

Fue así como se animó a solicitar su ingreso a la Academia de la Nasa, donde pasó a ser una de las dos únicas personas de su cohorte en ser empleada. Mientras estaba allí, visitó la Universidad de Maryland, donde ayudó al profesor Brian Roberts a investigar cómo operarían los robots en el espacio. Y se graduó con una licenciatura en ingeniería aeroespacial de la Universidad de Maryland en 2007. Su historia fue convertida en un libro de ciencia para niños por Kari Cornell y Fatima Khan.

“Sabía que la Nasa era el único lugar donde yo podía hacer lo que me proponía hacer, quería explorar, no buscaba ningún tipo de reconocimiento, sino un aprendizaje”, cuenta.

“Luego de graduarme trabajé con un programa para hacer llevar cargamento a la Estación Espacial, después ‘Curiosity’ y ahora Marte 2020, y a veces ni me lo creo cuando me pongo a pensar que no tenía nada y no sabía ni siquiera el lenguaje”, dijo en su momento a El País, la caleña, quien es egresada del Colegio Cañaverales.

Ella considera que no se necesita ser un genio ni tener cinco posgrados para trabajar en la Nasa, solamente “ganas, ganas, ganas de hacerlo, pero ganas no por dos o tres meses, ganas por cinco años”.

Y agrega: “Y entender que cada vez que se abre una puerta caminas, caminas. Entre más difícil sea la situación más ganas tienes. Lo que uno necesita es ganas y esa vaina de sobrevivencia que tienes en tu corazón”.

Diana dice que no quiere perderse ese momento en el que encuentren vida en Marte, pero son muchos los proyectos que tiene pendientes, “quiero ver si puedo trabajar con los astronautas, yendo a Marte y a la luna, y seguir trabajando en la organización con la cual estoy”.

Con su esposo William Pomerantz, científico estadounidense que lleva cohetes al espacio, Diana también lidera la Fundación Brooke Owen Fellowship, que ayuda a mujeres egresadas de la universidad, especialmente latinas y de otras minorías, brindándoles una oportunidad en la industria aeroespacial.

Descenso en Marte

El descenso en Marte de la misión ‘Mars Rover Perseverance’ es una de las más importantes en la exploración del planeta rojo. “Pienso que de lo que vayamos a descubrir con esta misión puede venir una inquietud de entender o resolver el problema del clima y cómo cuidar el planeta Tierra”, dijo la caleña a la BBC.

“Si nosotros nos damos cuenta de que no estamos solos en el universo, olvídate, eso es como cuando uno se da cuenta de que el carro no era de uno, que fue prestado y uno va, lo lava y lo limpia. Vas a tener que reevaluar y tener esa introspectiva y decirte: ‘Ay, Dios mío, si yo no soy la única, entonces tengo que hacer esto mejor’. Y mi analogía del carro es exactamente el planeta Tierra, cuando te das cuenta de que no eres el único, que el carro no era tuyo, te toca cuidarlo más”, agregó.

Según el experto en astronomía Germán Puerta, “esta misión es un hecho histórico para la humanidad porque se tiene como objetivo probar si hay o no vida en ese planeta y preparar las misiones tripuladas que van a descender allí, es decir, los primeros seres humanos en Marte. Es un hito mayor que el descenso de las primeras personas a la luna hace más de 50 años”.

Por su parte, el coordinador del Planetario de Bogotá, Carlos Augusto Molina, afirma que “Marte es un objetivo de interés porque cuenta muy bien algunos de los momentos de la formación del sistema solar. El ‘Perseverance’ quiere estudiar cuáles son las propiedades del suelo marciano, su humedad, su atmósfera e intentar trazar el perfil biológico de un planeta como Marte”.

El ‘Perseverance’ se lanzó el 30 de julio del año pasado y le tomó 7 meses en alcanzar el planeta rojo. “El descenso era supremamente peligroso, tan peligroso que aproximadamente la mitad de las misiones que se envían a Marte fracasan o se pierden”, explica Puerta, agregando que “los científicos llaman al descenso en Marte los 7 minutos del terror, porque cuando las misiones entran en la atmósfera y empieza la fricción atmosférica a calentar el escudo protector, se pierde toda comunicación con la sala de control y la misión tiene que maniobrar automáticamente para frenar de 20 mil kilómetros por hora a un descenso suave en la superficie, una verdadera hazaña que implicaba tener paracaídas, retrocohetes y diseños tecnológicos para análisis de la superficie”.

Precisamente, el Perseverance descendió hasta la superficie marciana sujetado por una “grúa celestial”, por ello sobrevivió a los llamados ‘Siete minutos de terror’, que es el período de ingreso y descenso en la atmósfera marciana en que la temperatura y el riesgo eran máximos.

De que esta misión de la Nasa tenga éxito, depende que en unos meses se comiencen a tomar pruebas, en 4 años se podría diseñar una nueva misión para recogerlas y traerlas de regreso y en 5 o 6 años se estarían analizando si en esas pruebas hay fósiles de bacterias o bacterias vivas.

De acuerdo con Puerta, el experimento más importante es el brazo robótico que tomará muestras del cráter Jezero, que hace millones de años fue un lago. “Este brazo robótico es una maravilla, tiene 3 mil piecitas complejas”.

Esta misión llevó un helicóptero, pequeño y muy liviano, de casi 2 kilos para volar sobre esa delgada atmósfera marciana. “Si el vuelo es exitoso, nuevas misiones llevarán helicópteros más robustos y complejos. Es muy emocionante ver cómo estas misiones cristalizan nuestros sueños. Nos pone de frente a los desafíos que la ciencia ficción nos ponía. Cada vez que exploramos un planeta en el sistema solar nos da una perspectiva de nuestra vida, de cómo la vida en el planeta tierra ha resistido a los cambios”, destaca Molina.

Puerta concluye que “el siglo XXI, es el siglo en el que nos vamos a ir del planeta. La exploración espacial nos ha cambiado la vida por completo. Vamos a terminar viviendo en Marte, sin duda, dentro de unas decenas de años vamos a establecer bases en ese planeta y no sería extraño que encontráramos letreros que digan ‘¿Quiere ir a vivir a Marte?, necesitamos plomeros, albañiles, electricistas’, de ahí la importancia de integrar la cultura científica en la cultura general”.