Por: María Camila Orozco, reportera de El País

Dos años después del inicio del Paro Nacional o también denominado estallido social la ciudad aún sigue fracturada no solo por las consecuencias económicas y de infraestructura que hoy se vive, sino también, por las más de 20 personas que perdieron la vida.

En medio del dolor que todavía embargan a los familiares de las víctimas y a los comerciantes afectados, se gestó todo un proceso de perdón y reconciliación tanto individual como colectivo en busca de reconstruir un futuro para todos.

De acuerdo con el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, en el marco del estallido social, hubo un total de 25 fallecimientos entre civiles, policías y un miembro del CTI en Cali.

El estallido social se registró entre abril y julio de 2021.

“Mi esposo también fue víctima”

El homicidio del patrullero de la Policía Carlos Andrés Rincón fue uno de los que más impacto tuvo en la ciudad.

Las investigaciones permitieron evidenciar que a las 8:30 p.m. del 3 de junio de 2021, el uniformado se movilizaba en su moto por la Avenida Ciudad de Cali con Carrera 1, al parecer iba rumbo al barrio Floralia donde residía.

De acuerdo con la Policía, Rincón salió de la estación del Hormiguero en el sur de la ciudad donde prestaba su servicio, iba de civil y se dirigía a su vivienda para tomar su turno de descanso cuando lo interceptaron siete personas que lo obligaron a detenerse.

Luego de revisar sus pertenencias encontraron su identificación policial, lo retuvieron y quemaron su moto. Durante tres días no se supo nada del patrullero, las autoridades alertaron de su desaparición e inició su búsqueda intensamente.

El lunes 7 de junio, el cuerpo del patrullero fue encontrado en las aguas del río Cauca. Presentaba heridas por arma blanca, arma de fuego y señales de tortura, según reveló su autopsia.

“Mi esposo también fue víctima de todo esto, a él le quitaron la vida solo por ser parte de la Policía, él no estaba de servicio, no estaba en las manifestaciones, no tenía nada que ver, y aún así, murió”, expresó Leidy Londoño, esposa de Carlos.

Carlos Andrés Rincón y su esposa Leidy Londoño. | Foto: El País

Hoy, casi dos años después, Leidy dice que es un sentimiento que no le desea a nadie. “Lo más difícil es cuando nuestro hijo de 6 años me pregunta por él”. Con dolor ella trata de explicarle que ahora está en el cielo y desde allá los cuida.

“Es muy duro no sentir dolor y rabia por esta situación, pero diariamente le pido a Dios que me ayude a perdonar y a sanar mi corazón, no solo perdí a mi esposo, también perdimos un padre, un hermano, un hijo”, agregó Leidy.

“Creo que hay que sanar tanto odio que nos divide, no es justo que se sigan perdiendo vidas inocentes, y no lo digo solo por mi esposo, si no por todas las víctimas”. Leidy Londoño

“Nadie me devolverá a mi hijo”

Nicolás Guerrero, un artista y grafitero de 22 años se encontraba el 2 de mayo en el sector de Paso del Comercio, donde se llevaba a cabo una velatón en memoria de las personas fallecidas en medio de las protestas, que terminó en enfrentamientos con el Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad).

A través de una transmisión en vivo que realizaba un ciudadano en el lugar de los hechos, quedó registrado el momento en que Nicolás es alcanzado por una bala, que inmediatamente lo deja inconsciente.

Mientras que varias personas lo intentan auxiliar para trasladarlo al centro médico más cercano, su madre Laura Guerrero, quien también estaba conectada en la transmisión desde su casa, pronto se da cuenta que el joven herido es su hijo.

Al llegar a la clínica Imbanaco donde finalmente lo remiten, Nicolás no aguantó la gravedad de sus heridas y falleció.

“Si bien hubo muchos daños estructurales en la ciudad, poco a poco se han ido recuperando, pero las vidas de todos los muertos no, jamás se recuperarán, nadie me va a devolver a mi hijo”, dijo Laura Guerrero, madre de Nicolás.

Nicolás Guerrero y su mamá Laura Guerrero. | Foto: El País

Para Laura, la muerte de Nicolás significó en cierto grado el despertar de muchos jóvenes, artistas y ciudadanos que antes no les importaba lo que sucedía en la ciudad y en el país y ahora están involucrados en todo.

Por eso se conformo el colectivo Memoria Viva Colombia, integrado por las familias de los jóvenes fallecidos en las manifestaciones y quienes quedaron con secuelas y problemas de salud.

“Él creía en un país mejor, con ese deseo se fue y eso me hace luchar cada día más, me permite pensar en un camino de reconciliación como sociedad, un camino a través del diálogo, pero es importante que ese deseo sea de lado y lado, tan de la fuerza pública como de la sociedad, y sobre todo, que haya justicia y claridad en los casos de las víctimas”.

Un hotel en llamas

Los negocios y locales comerciales también fueron víctimas de los desmanes que se vivieron durante varios meses en Cali.

En la noche del 3 de mayo, manifestantes en el sector de La Luna atacaron el reconocido Hotel debido a que ahí se hospedaban varios uniformados.

Sin embargo, los directivos del establecimiento explicaron que por la pandemia ya llevaba meses sin recibir clientes y necesitaban el dinero.

Ese día, luego de que los uniformados salieran del lugar, fue atacado y quemado en gran parte de su estructura, el personal que se encontraba en su interior, tuvo que huir por las puertas traseras para evitar que también los atacaran.

Dos años del paro o estallido social y así se ven los cambios en el Hotel La Luna, uno de los puntos críticos que se vivió en Cali. | Foto: El País

Luego de ese lamentable hecho y de que sufriera pérdidas millonarias, a la fecha el Hotel no se ha podido recuperar del todo, su reactivación ha sido lenta, pues hasta el momento operan en un 50 %.

En sus paredes y sectores que mantienen cerrados, se evidencian las marchas del fuego que arrasó con la entrada principal, el lobby y todo su pasillo.

“Fueron circunstancias que asumimos y que gracias a la ayuda no hemos sobrepuesto el dolor de las pérdidas y las dificultades”, expresó uno de sus socios, que prefirió omitir su identidad.

Hoy el sector poco a poco va resurgiendo entre los daños y heridas que dejó esta gran movilización.

Como un pacto de reconciliación, los directivos se reunieron con los diferentes colectivos que hicieron parte del estallido social para trabajar juntos y llegar a acuerdos que favorecieran a ambas partes y permitiera la reactivación económica de todo el sector.