Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
En el Jardín Botánico de Nueva York hay un bosque que jamás ha sido talado, un trozo de selva virgen.
— Tenemos registros de árboles de ese bosque desde finales de 1800, especies de más de 200 años y 45 metros de altura – cuenta su director científico, el biólogo colombiano Mauricio Diazgranados, el único latinoamericano que ha ocupado esa posición.
El Jardín está ubicado en el condado Bronx, el más verde de los cinco condados de Nueva York. Se fundó allí gracias – y alrededor – de ese bosque primario. El río Bronx que lo atraviesa es en ese punto cristalino. Hay cascadas, peces, coyotes.
Los neoyorquinos que mantienen de afán se internan en sus senderos para desconectarse. Es como si se estuviera en una reserva natural a tres horas de la ciudad, cuando en realidad se está en medio de ella.
Otros acuden a la Academia de Plantas Comestibles, donde enseñan desde cómo sembrarlas hasta cocinarlas. De la semilla a la boca. Las huertas son cultivadas por veteranos de guerra que hacen ‘hortiterapia’.
— Además, manejamos cerca de 300 huertas urbanas en Nueva York. Las mantienen las comunidades, nosotros hacemos los entrenamientos. Les damos clase a 340 mil personas al año, de ellas cien mil son niños y tres mil profesores. Y estamos comprometidos con el reverdecimiento de Nueva York. Tenemos proyectos muy grandes para restaurar la cuenca del río Bronx desde su nacimiento hasta la desembocadura, y estamos muy involucrados con el manejo de áreas verdes de la ciudad. Queremos que Nueva York sea un ejemplo de ciudad compacta, que logre reverdecerse y que pueda marcar la pauta para muchas otras ciudades – dice Mauricio, sentado una silla rimax en el Orquideorama de Cali, una entidad con la que el Jardín Botánico de Nueva York podría establecer una alianza.
Es miércoles, 11:00 de la noche. El colombiano que dirige uno de los tres jardines botánicos más importantes del mundo ha tenido un día largo. Se levantó a las 5:00 de la mañana y asistió a los eventos de la COP16. En la madrugada debe tomar un vuelo hacia Nariño.
Parece que los jardines lo persiguieran. En Cali se quedó con su equipo en el barrio con ese nombre, Ciudad Jardín. Fue el único lugar donde encontró hospedaje, en una casa, un Airbnb, algo exagerado: cada baño con jacuzzi. Mauricio lo contaba y sonreía.
Su propósito es lograr que entidades como el Jardín Botánico de Nueva York aporten soluciones a la meta que se discutió en la cumbre de la biodiversidad: cuidar los bosques y los mares que aún quedan; restaurar lo que se perdió.
Diazgranados se quita su saco – siempre viste de traje – y conversa de ese objetivo con El País. Al fondo cantan los grillos. También la orquesta del Ejército. Las orquídeas tenían feria.
¿Cómo se llega a dirigir el Jardín Botánico de Nueva York?
Llegué al Jardín Botánico de Nueva York a través de un proceso de selección de líderes a nivel global. Fue una agencia cazadora de talentos. Yo estaba en Londres (era el líder de investigación en el Real Jardín Botánico de Kew) y comenzaron con 60 candidatos. Fueron filtrando y quedamos 13. Yo no tenía ningún interés en la posición, de hecho prácticamente me convencieron de que enviara los papeles, y me llamaban y me preguntaban más cosas. Cuando ya me di cuenta, estaba más allá de la mitad del proceso. Entonces dije bueno, aprendamos de cómo es esto. Fueron varios comités, inicialmente con la empresa cazadora de talentos, después con los comités de selección del Jardín Botánico de Nueva York, y después de cada entrevista yo decía listo, ya, finalmente me van a decir muchas gracias pero… Sin embargo siempre decían muchas gracias, ahora nos encantaría que…Y seguía a la fase siguiente.
Fue un proceso de selección largo, de unos 3 meses, hasta que me ofrecieron el puesto. Es para mí un enorme orgullo y privilegio, estoy a cargo del liderazgo científico de una de las instituciones más importantes a nivel mundial en investigación botánica.
¿Cómo traducir esa grandeza? ¿A qué se dedica el Jardín Botánico de NY?
Llevamos liderando investigación en torno al conocimiento de la flora por 135 años en todos los continentes. Tengo un equipo muy robusto de investigadores, trabajamos en 81 países en este momento. Tengo a mi cargo uno de los herbarios más grandes del mundo, el segundo o tercero, con ocho millones de especímenes y al mismo tiempo el herbario más importante del continente americano y el más grande del hemisferio occidental.
Tengo a cargo además la biblioteca botánica más grande del mundo. Tengo a cargo los laboratorios, que son increíblemente completos, hacemos investigación desde el nivel molecular, genómica, hasta servicios ecosistémicos, sensores remotos, secuestro de carbono. Tengo también tres centros de investigación a mi cargo, el Centro de Biodiversidad y Evolución, el Centro de Plantas, Gente y Cultura y el Centro de Conservación y Ecología y de la Restauración. Y como si fuera poco, tengo también un programa de estudiantes graduados, trabajamos con 8 universidades, seis de la región, del Estado de Nueva York y una de la Florida y otra en Alemania. Así que es como un pequeño monstruo que empuja mucho y pisa fuerte, pero estamos muy comprometidos. Nuestra misión es entender la diversidad de plantas y hongos para beneficio de la humanidad y de todas las formas de vida en el planeta.
¿Qué tanto de Colombia hay en el Jardín Botánico de Nueva York?
Realmente no mucho, porque después del Pacto Andino y de la firma del Protocolo de Nagoya, la entidad ha sido muy respetuosa. Las plantas colombianas que tenemos fueron colectadas hace muchas décadas, son plantas que se llevaron en ese entonces o que provienen de plantas madre.
¿Cómo espacios como el Orquideorama o el Jardín Botánico de Cali pueden aportar a la meta que se planteó en la COP, cuidar y restaurar la biodiversidad?
Yo he estado en algunas COP, y quiero resaltar algo muy bonito de la organizada por Cali, y es la democratización de los mensajes que trajo la cumbre, los mensajes de paz con la naturaleza y la concientización de la importancia de la biodiversidad. Este espacio, este Orquideorama, así como muchos otros, permitieron que los mensajes llegaran a diversos grupos de la sociedad. Y realmente yo vi la COP en toda la ciudad, la COP se tomó a Cali. Por todos lados estaba. Uno iba a un restaurante y le ofrecían un coctel único por la COP.
Y es muy bonito porque independientemente de los resultados de los diálogos, las negociaciones, que fueron complejas, la COP ya representa un enorme logro y éxito para la sociedad colombiana. Obviamente para Cali, pero desde la ciudad se expande al país. Estamos hablando de que hoy en día Colombia reconoce que es potencia mundial en biodiversidad, que esa biodiversidad está en peligro, porque por eso tenemos una COP en biodiversidad, que hay que protegerla y que hay que recuperarla. Y que además los conocimientos ecológicos tradicionales son muy importantes.
Entonces, esos mensajes están penetrando en las conciencias, en las mentes, en las ideas. Cali se está transformando a través la COP que acaba de finalizar, y con ella toda la sociedad colombiana. Ha sido muy impactante.
¿Cómo apoyar espacios como el Jardín Botánico de la ciudad y otros, para que funcionen como deben y sean decisivos en el cuidado del medio ambiente?
Uno de los temas que discutieron en la COP es la necesidad de movilizar recursos, para financiar temas de conservación de la biodiversidad. Los recursos están, hay muchos recursos, pero no se invierten en la cantidad necesaria para apoyar iniciativas como donde estamos, el Orquideorama de Cali. El Orquideorama, los jardines botánicos, son un puente entre los ciudadanos que están en ambientes urbanos, y la naturaleza. Aquí la gente viene y se conecta con las orquídeas, por ejemplo. Me he encontrado con personas que me han dicho: nunca he visto una orquídea. Y tener la oportunidad de admirar estas plantas tan maravillosas, aprender sobre ellas, es fantástico. Estos espacios permiten aumentar la conciencia sobre nuestros recursos naturales, la biodiversidad, nuestro papel como guardianes de la naturaleza.
¿Es posible que se consoliden alianzas entre estos espacios y el Jardín Botánico de Nueva York?
Claro que sí, nosotros estamos totalmente dispuestos a tener todo tipo de colaboraciones. De hecho, coorganizamos junto al Jardín Botánico de Cali algunos eventos de la COP en los que se discutieron los desafíos y las oportunidades de las soluciones basadas en plantas para enfrentar el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad. Y estamos pensando en muchas otras líneas de colaboración con ellos en temas de conservación y restauración. Así que estamos siempre abierto a colaboraciones.
Un tema clave es el conflicto armado, recrudecido en Colombia. ¿Cómo influye en la meta de cuidar la biodiversidad?
El conflicto armado es un tema muy difícil para todos los colombianos. Yo creo que, así como el lema principal de esta COP es paz con la naturaleza, yo me atrevería a decir que no se va a tener paz con la naturaleza si no se logra la paz entre la gente primero. Lamentablemente en el país todavía hay muchas áreas que no se pueden visitar, que desconocemos desde su potencial de biodiversidad. No las hemos explorado aún, porque no son seguras para ir. Y los grupos armados que están las explotan, las dañan, están totalmente fuera de los sistemas de protección tanto gubernamentales como de la sociedad, y además es que no solamente estamos perdiendo especies por transformación del uso del suelo, también por cambio climático y demás. Estamos perdiendo esos recursos sin poder ni siquiera conocerlos. Así que para mí el tema del conflicto es clave. Tenemos que seguir luchando para asegurar esa paz y que esa paz sea duradera.
Cuando se firmó el tratado de paz, esos pocos años después de la firma fueron para nosotros más que un respiro, una bendición. Pudimos por primera vez ir a zonas que nunca antes habían sido exploradas. Hubo cantidades de publicaciones de nuevas especies, de descubrimientos de especies, de investigaciones que por primera vez reconocían esos hábitats desde el punto de vista de los recursos biológicos, y lamentablemente algunas de esas áreas hoy en día nuevamente no se pueden visitar. Se firmó el tratado de paz con las Farc pero lamentablemente otros han tomado el control.
¿Es optimista frente al futuro del planeta?
Sí, soy optimista. Obviamente me gustaría que lo hiciéramos más rápido, pero estamos en un buen momento, estamos gestando un cambio en la sociedad, requerimos que toda la sociedad se comprometa con la protección de la naturaleza. Cali ha sido un gran ejemplo de cómo una COP puede transformar a una ciudad, cómo se puede penetrar a todos los rincones con el mensaje del cuidado y la restauración de la biodiversidad.