Son muchos los retos que Colombia tiene en materia de educación, y estos no solo pasan por construir nueva infraestructura, sino también por aprovechar las capacidades que hoy ofrecen las universidades, así como dignificar la labor de los maestros para mejorar la calidad.
Estas son algunas de las preocupaciones que asisten a Esteban Piedrahita, rector de la Universidad Icesi de Cali, institución que figura entre las cinco mejores de Colombia. Además, se destaca entre las mejores del país en el enganche laboral de los egresados y según la Universidad del Norte de Barranquilla, de las 17 mejores universidades de Colombia, Icesi es la que mayor valor agrega en las competencias de sus estudiantes.
Hoy en día Icesi cuenta con 5.300 estudiantes de pregrado y 1.700 de posgrado, área en la que también registran este año “la mejor matrícula de la historia”.
¿Ustedes han experimentado un aumento en la matrícula este año, a qué se debe esta recuperación?
En Icesi, específicamente, tuvimos este año la mejor matrícula del último lustro. Tuvimos un pico con el programa Ser Pilo Paga hacia el año 2017, luego vino un descenso y ahora hay una recuperación. Hemos hecho un trabajo fuerte en mercadeo para ser más eficaces, acompañando a las personas en sus decisiones y también ofreciendo diferentes opciones de financiamiento.
Estamos muy complacidos con este repunte y creo que también el buen desempeño de la economía, que sigue creciendo a unas tasas extraordinariamente altas, ayudó a este comportamiento.
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¿Hoy en día qué tan accesible es para un joven de los estratos más populares esta universidad?
El acceso es impresionante, nosotros teníamos hace unos 15 años, un 30% de estudiantes de los estratos 1, 2 y 3 y hoy esa cifra es cercana al 60 %. Tenemos diferentes mecanismos de financiación, hemos sido usuarios muy exitosos de los créditos de Icetex y como logramos tan buen impacto en el ámbito académico, y tan buena conexión para el mercado laboral, nuestros estudiantes no tienen dificultades atendiendo ese crédito, al contrario, les brinda la oportunidad para transformar su vida.
Fuimos muy exitosos atrayendo estudiantes con programas como Ser Pilo Paga y Generación E. Ahora el Gobierno ha dicho que estos programas no van a continuar, pero estamos muy pendientes de ver cómo usamos nuevos mecanismos, por ejemplo, el de financiamiento contingente al ingreso, donde los estudiantes reciben un crédito y luego pagan según su éxito en el mercado laboral. Incluso ya tenemos un plan piloto con la empresa Lumni y la Fundación Santodomingo que cobija a 16 estudiantes.
También contamos con una serie de donantes muy comprometidos como TQ, la Fundación Valle del Lili, Mayagüez y la Fundación Ford, entre otros, que nos permiten seguir con la apuesta de alta calidad con inclusión.
¿Qué piensa usted de la gratuidad en la educación, cree que esa estrategia debe seguir?
Francamente la medida de gratuidad que se dio para estratos 1, 2 y 3 en las universidades estatales no me gusta, porque las personas que ingresan a éstas reciben ya un subsidio enorme de la sociedad. Y lo que pagaban estas familias de estratos 1, 2 y 3, antes de la medida, ‘era muy poco relativo’ frente al enorme beneficio que reciben. Me parece que estas personas, que resultan privilegiadas, deberían contribuir en algo a la sostenibilidad y aumento de cobertura del sistema educativo. En cambio, los recursos, que podrían ir a ampliar cupos, se van a profundizar los subsidios a personas que ya los están recibiendo.
¿Entonces cuál sería la mejor estrategia para que personas de bajos recursos accedan a la educación superior?
Una estrategia que el gobierno anterior dejó reglamentada, que ya está aprobada por ley y que esperamos que se implemente, es el financiamiento contingente al ingreso. Este mecanismo lo usan Reino Unido y Australia en la educación pública, y consiste en que los estudiantes no pagan por ir a la universidad, contraen una responsabilidad con el sistema y luego, dependiendo como les vaya en el mercado laboral, contribuyen a un fondo para financiar a otros estudiantes. Este me parece un esquema ganador. En un sistema mixto como el nuestro, donde hay universidades públicas y privadas o estatales y no estatales, donde hay competencia y donde hay calidad en ambos sectores y también deficiencias; es mejor esta propuesta que un sistema donde se le da prelación solamente a lo estatal. El Gobierno tiene la misión de aumentar la cobertura, pero debe usar las capacidades que tiene hoy la universidad privada, sobre todo de alta calidad.
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Lo de menos es construir universidades, Colombia tiene muchas instituciones públicas y la mayoría de estas son muy malas, lo más difícil es capacitar profesores, diseñar currículos, generar una cultura organizacional que produzca buenos resultados. Hay que aprovechar lo que se ha construido, tanto en el sector estatal como no estatal.
¿Pero de manera inmediata, qué alternativas quedan para mejorar el acceso a la universidad?
En este momento varias universidades del suroccidente estamos proponiéndole al Gobierno que podemos hacer un esfuerzo de becas importante, recibir nuevos estudiantes cofinanciados por el Estado. Con generación E 16.000 jóvenes se beneficiaron y la universidad asumía el 25% del costo de la matrícula y el estado, el 75 %.
Ahora tenemos un programa muy exitoso con la Alcaldía de Cali, cinco universidades acreditadas de alta calidad de la ciudad, tenemos cada una 100 cupos para jóvenes de estratos populares, donde la Alcaldía pone el 50% y las universidades el otro 50% de la matrícula.
Le estamos proponiendo al Gobierno ideas así para que aprovechemos, en el corto plazo, la capacidad instalada que ya tenemos, con garantía de calidad. Esta opción resulta mejor y más económica frente a la posibilidad de comenzar de cero construyendo nuevas universidades.
“Nuestros gobernantes no generan mucha confianza y uno percibe un desorden muy superior a lo que era antes de la pandemia y el paro”.
Hace rato se viene hablando en Cali sobre la mala calidad de la educación, ¿cree que se está gestando un cambio o no pasa nada?
Colombia tiene problemas serios en calidad de la educación, ha avanzado mucho en cobertura, en algunos segmentos, pero está muy regular en calidad. No es un problema solo de Cali, pero en la ciudad es muy agudo y peor de lo que debía ser, dado su nivel de desarrollo. En educación inicial, que es la más importante de todas, la cobertura es solo del 50 %, de cero a 5 años, donde los niños desarrollan sus capacidades cognitivas básicas, tenemos baja cobertura. En educación básica, tenemos una cobertura buena y en bachillerato, una cobertura intermedia, pero acompañada de deserción y, en ambos casos, mala calidad.
Según datos del Observatorio de Realidades Educativas de la Universidad Icesi, solo un 25% de los estudiantes que terminan bachillerato se gradúan con las competencias adecuadas mínimas que debieran tener. Y eso se repite lamentablemente en las universidades. Tenemos entonces un problema grande en todo el ciclo de educación, yo diría que el más grave es en la educación inicial.
La respuesta a esto es un cambio estructural, ¿cree que se están dando los pasos?
Se han hecho muchas cosas, pero resultan insuficientes; lo más importante para que un sistema de educación inicial básica y media funcione bien, es la calidad de los maestros. Icesi tiene una apuesta, desde hace unos años, de una Escuela de Educación donde formamos maestras y maestros, es una apuesta propia de responsabilidad social. La mayoría tiene becas y nuestra idea es aportar para que la educación mejore, porque tristemente, en Colombia, quienes estudian para ser maestros son aquellos a los que peor les fue en las pruebas Saber 11.
Tenemos que romper ese ciclo, dignificar el oficio del maestro, buscar una mayor evaluación, mejor remuneración y también acompañarlos, actualizarlos en capacidades y competencias constantemente. Avanzamos en cobertura, pero poco en calidad y no solo es un problema de recursos sino de gestión. Para los alcaldes esto debe ser prioridad y no lo es. Lo que pasa es que los niños no votan y no hacen ruido.
¿La tasa de desempleo juvenil es alta en Cali, qué tanto tiene que ver con la calidad de la educación?
El sistema educativo colombiano deja mucho que desear y el de Cali es muy regular, por decir lo menos. No le estamos cumpliendo a los niños y a los jóvenes con oportunidades de educación de calidad, tenemos menos cupos de educación superior tanto técnico como universitaria, de los que deberíamos tener. Hay alta deserción y entonces, muchos muchachos salen al mercado laboral sin las suficientes competencias y capacidades.
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Lo que se percibe de todo esto es que son muchos los retos...
Muchísimos, unos autores publicaron un libro que se llama La Quinta Puerta, habla de que en Colombia las familias más ricas tienen acceso a educación de primera calidad y las más pobres a muy mala educación. Eso hay que cambiarlo.
Tampoco podemos pensar que construyendo universidades y colegios se llega a la sociedad del conocimiento. Esto se logra con un trabajo arduo que requiere no solo de ladrillos e infraestructura, sino de formación, actualización y acompañamiento de las personas en todos los niveles, un buen diseño curricular, evaluación de resultados, ojalá presupuesto por resultados, una gestión fuerte de la secretarías municipales que son responsables por la educación en la mayoría de las grandes ciudades. Hay que hacer muchísimos cambios porque lo que se ha hace hoy día es perpetuar la desigualdad.
¿Cuál es su percepción hoy de Cali después de años difíciles?
Venimos de dos años muy duros, en especial el 2021: retrocedimos en pobreza, en gobernabilidad y en confianza. A pesar de que el bienestar de los ciudadanos ha mejorado en algunos aspectos y la económica repunta, nuestros gobernantes no generan mucha confianza en la población, y uno percibe un desorden en las calles muy superior a lo que era antes de la pandemia y el paro.
Ha sido muy positivo tener grandes eventos deportivos este año en la ciudad, muchos muy exitosos. El festival Petronio Álvarez tuvo récord de visitantes y eso demuestra que cuando nos proponemos, se pueden hacer las cosas, pero las heridas y cicatrices de los últimos años no han terminado de sanar. Hay esfuerzos meritorios como Compromiso Valle, ojalá podamos unirnos para trabajar juntos, tenemos un problema de cohesión grande y no logramos encontrar una narrativa y una causa común. Tenemos una ciudad muy diversa, con personas de múltiples orígenes que piensan muy diferente y cuesta trabajo ponernos de acuerdo.