Redacción de El País
El Valle del Cauca tiene un café en el cielo (Sevilla), un Jardín botánico musical (Ginebra), un pueblo ancestral (Calima – Darién) y un municipio transformado en un enorme museo a cielo abierto (Roldanillo).
Se trata de los pueblos mágicos del departamento, una iniciativa liderada por la Gobernación del Valle para no solo embellecer los pueblos, sino generar un desarrollo en su economía, en su vocación turística y en el sentido de pertenencia de sus habitantes.
“Un pueblo mágico reúne varias condiciones. Primero debe ser un municipio de, máximo, 50 mil habitantes. O, en otras palabras, no puede ser una ciudad intermedia, debe ser un pueblo, donde se cumpla la dinámica de un pueblo, en donde el epicentro siempre es un parque. Además, los pueblos mágicos deben estar distantes en la geografía, para que de esta manera el turista recorra el departamento”, explica Julián Franco Restrepo, el Secretario de Turismo del Valle.
Este sábado 20 de enero, en la celebración de los 448 años de fundación de Roldanillo, se entregó oficialmente la tercera fase de la estrategia de Pueblos Mágicos en el municipio, tierra del maestro Ómar Rayo, artista reconocido en el mundo por su arte geométrico, sus esculturas y grabados, pero también cuna del poeta Carlos Villafañe y del escritor Eustaquio Palacios. Esta tercera fase incluye la peatonalización de las calles aledañas al Museo Rayo.
“Roldanillo está dando pasos agigantados para consolidarse como destino turístico, y en ese sentido, es fundamental entregarle más espacios al peatón, y no como en épocas pasadas, cuando la prioridad era hacer parqueaderos para carros y motos”, dice Juan José Madrid, habitante de Roldanillo y asesor de despacho de la Alcaldía para la celebración de los 450 años del municipio en 2026.
El parque principal es de hecho un museo a cielo abierto, rodeado por obras de artistas nacionales y murales. En las noches también es atracción turística por sus juegos de luces. Alrededor hay establecimientos de comercio ubicados en locales en forma de parapente, que ofrecen desde cafés hasta el maracumango, una mezcla cremosa de mango y maracuyá.
Aunque Roldanillo también es visitado por el parapente. Entre diciembre y marzo, llegan parapentistas de 40 países, y con ellos, familias y turistas que asisten a los campeonatos. Y ha sucedido un fenómeno: anteriormente, el turismo en Roldanillo era de pasadía. El turista no se quedaba. Ahora la estancia se prolonga hasta una semana.
“Después de la declaratoria del municipio como Pueblo Mágico, las intervenciones realizadas en la estrategia y el auge del parapentismo, se ha triplicado la llegada de turistas, lo que ha generado también que crezca y se desarrolle la oferta gastronómica, hotelera y comercial de Roldanillo”, agrega Juan José Madrid.
Algo similar ocurre con Sevilla. Tras ser declarado Pueblo Mágico, se ubicó en el top cinco de los pueblos más visitados del Valle del Cauca, según las estadísticas de la Secretaría de Turismo del departamento.
Sevilla hace parte del Paisaje Cultural Cafetero, reconocido como patrimonio mundial por la UNESCO. También es la capital cafetera de Colombia, según la Ley 817 de 2003.
Con la intervención de Pueblos Mágicos, lo que se busca es ambientar el concepto de la película Encanto, de Disney, a través de proyecciones en fachadas, árboles de luz y una escultura compuesta por un aro suspendido mientras se cuentan historias como las famosas Fiestas del Amarre.
En la década del 50, era tradición en el pueblo que las familias donaran animales, café y otros bienes que se amarraban en estacas distribuidas por el parque principal, La Concordia, donde está el busto de Jorge Eliécer Gaitán y la escultura Pez de los Andes del maestro Ómar Rayo. Todo se vendía y con las ganancias se hacían obras como el acueducto, escuelas, carreteras y hasta el hospital.
Una de los sitios que pretende ser emblemático en Darién es la Calle de la Historia, adornada por murales que aluden a la historia ancestral y a la de los fundadores del municipio, y con establecimientos como la Fonda Los Gil, una casa decorada con canastos, ponchos y otros objetos propios de la cultura paisa y valluna.
Por último está Ginebra, Pueblo Mágico llamado también jardín botánico musical, pues en el pueblo, desde hace casi 50 años, se celebra el Festival de Música Andina Mono Núñez. Las calles de Ginebra están nombradas con instrumentos y danzas tradicionales como el tiple, la bandola, el bambuco y el pasillo.
Julián Franco, el Secretario de Turismo Departamental, calcula que en la estrategia de embellecimiento e intervenciones de los Pueblos Mágicos del Valle se han invertido alrededor de 12 mil millones de pesos. Y, tras una ordenanza en la Asamblea, se determinó que máximo, en el Valle del Cauca pueden ser ocho los Pueblos Mágicos. En el primer semestre de 2024 se anunciarán dos más, aún en estudio. Pero todos no pueden ser pueblos mágicos, pues se pierde la magia.
“Eso no implica que no podamos nosotros desarrollar otros municipios o impulsar el turismo en otros municipios. Por eso le apuntamos a los ‘puntos mágicos’, que son áreas que vamos a intervenir en diferentes pueblos, para convertirlas en atractivos turísticos: miradores, monumentos, obras artísticas”, explica Franco.
Y agrega: “Lo que hemos notado con esta estrategia de Pueblos Mágicos es que ha generado sentido de pertenencia entre sus habitantes, y empieza a formar parte del lenguaje de la gente. Los pueblos mágicos del Valle se vuelven una conversación. Como sucede con los pueblos mágicos de México, los turistas viajan a conocerlos, y recorren toda la geografía. Es lo que está sucediendo en el Valle del Cauca”.