En Cali ya hay dos muertos por causas relacionadas con la pólvora. Sucedió entre el 30 de noviembre, cuando ya se escuchaban las detonaciones, y el 1 de diciembre, día de la alborada, aquella tradición que empezó con el narcotráfico y el paramilitarismo, cuando durante toda la noche se quemó pólvora en los cuatro costados. Los muertos son dos antílopes de la India que se encontraban en el Zoológico.
– Se fracturaron la boca, los dientes, la mandíbula, del estrés que les generó los estallidos. Se chocaron contra los muros. La famosa alborada fue una noche terrible para el Zoológico – cuenta su directora, María Clara Domínguez.
Hasta los peces sufren por las detonaciones que son diversión efímera para unos pocos. Juliana Peña, jefe del área de salud del Zoológico, explica que con las explosiones, los peces saltan, intentan huir de los estanques. Lo mismo ocurre con los herbívoros, y en general los animales que, en la naturaleza, son presa.
– Son muy nerviosos. Los venados, por ejemplo, están muy expuestos a la pólvora, se asustan fácil y tienden a reaccionar fuerte, se golpean entre ellos, se estrellan. Luego hay animales que, por su individualidad, se estresan más, como algunos felinos. Tienden a comportarse de manera errática y eso puede ocasionar que otros animales los agredan. Pasa con los chimpancés, que se desorientan. Ya nos ha ocurrido que, al otro día de una noche de pólvora, nos reportan una pelea. Los primates no pelean en la noche, es la hora de dormir, pero la pólvora altera su comportamiento - dice Juliana Peña.
Con las aves pasa lo mismo. Están dormidas y, con los estampidos, se alertan. No solo las afecta el ruido sino la onda expansiva, por lo que vuelan en desbandada. En el Zoológico es frecuente encontrar plumas en el piso después de una noche de pólvora; las aves en libertad escapan de sus nidos, se desorientan, no logran regresar, por lo que en ocasiones sus crías fallecen al quedarse sin alimento.
Carlos Mario Wagner, director de la Feria de Aves de la ciudad, advierte además que la pólvora acelera el ritmo cardiaco de los pájaros, y aumenta su temperatura corporal. También, a mediano plazo, se afecta su sistema inmune. Infecciones leves los puede llevar a la muerte.
En el Zoológico intentan mitigar la pólvora con ‘ruido blanco’: sonidos de las olas del mar en los parlantes. Es una manera de tranquilizar a los animales, aunque no siempre se logra. También les suministran medicamentos naturales, bioreguladores homeopáticos, para serenarlos, que concilien el sueño, y esparcen esencias florales. Pero sobre todo les hacen refugios para que se sientan protegidos de los estallidos. Es lo que se recomienda hacer en las casas, para cuidar a perros y gatos.
No son pocas las mascotas que salen huyendo en días de fiestas, extraños en la vivienda, la puerta abierta, pólvora. Patricia Dosman es la directora de Conexión Animal, una ONG dedicada al activismo por la defensa de los animales. Desde 2018, la entidad recopila los casos de mascotas afectadas por la pólvora sonora: 6.127.
– Cada caso está registrado en un informe que da cuenta del terrible y triste resultado de quemar estos artefactos por unos minutos de felicidad para el humano – dice Patricia.
Entre los expedientes está el de Taylor, un perro que perdió la vida en uno de los albergues de la ciudad. Venció la discapacidad – tenía una especie de silla de ruedas – y sin embargo murió tras infartarse por el ruido de la pólvora. O Negra, una perrita que padeció durante la noche el estrés de la pólvora, y aunque estaba medicada con tranquilizantes, arañó el suelo en repetidas ocasiones, tan fuerte que se arrancó las uñas y tuvo una hemorragia.
O Toby, el único amigo compañero de un reciclador, que salió huyendo del cambuche donde vivía al escuchar el estruendo de la pólvora, y luego fue encontrado atropellado. Fue la misma suerte de un gato al que quemaron con pólvora y al huir murió en las llantas de un carro.
– Los animales con los que convivimos, como los perros y gatos, son mucho más sensibles a los estruendos de la pólvora, y debido a ello sufren diferentes afectaciones, que en algunos casos resultan mortales. La pólvora sonora puede emitir sonidos hasta de 190 decibeles (en humanos se considera que 115 empiezan a ser dañino). El sonido de la pólvora es mayor al de los disparos (140 decibeles) y al de los aviones (100 decibeles). En lo que llevamos del mes de diciembre de 2024, tenemos el reporte de 682 animales afectados, entre ellos; 146 extraviados, 509 encontrados desorientados, 15 atropellados donde 3 de ellos murieron, 12 episodios de estrés en diferentes escenarios, como estrés en casa y en calle, donde 2 de ellos han sido reportados como fallecidos – comenta Patricia.
Las detonaciones también aturden a los niños autistas. Lineth Viviana Maquilón Muñoz es Coordinadora terapéutica de la Asociación de Personas con Autismo (APA), en Cali. Lineth explica que una gran mayoría de las personas con autismo tienen hipersensibilidad auditiva; sienten o perciben el ruido en mayor proporción que las personas ‘neurotípicas’.
De ahí que las detonaciones de la pólvora les generan estrés, al punto que los lleva a alterar su comportamiento. A veces las personas autistas se agreden a sí mismas tras las explosiones de la pólvora; o agreden a los demás. O lanzan objetos al piso. También se acurrucan temblando de miedo. Las soluciones en la mayoría de los casos están fuera del alcance de las familias: comprar audífonos que aíslen el ruido. Pero es una tecnología demasiado costosa.
No hay estadísticas de cuántas personas con autismo hay en Cali, pero no son tan minoría como se cree. Para darse una idea, según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada 160 niños en el mundo tiene autismo, que no son los únicos que sufren la pólvora. También las personas con enfermedades respiratorias.
El doctor Manuel Pacheco Gallego es especialista de medicina interna, miembro de la Sociedad Colombiana de Neumología. En su consultorio, reconoce que ha tenido pacientes que debieron ser hospitalizados a causa de la pólvora.
– La pólvora tiene dos circunstancias específicas, una tiene que ver con lo que genera la detonación, el impacto del ruido, y otra lo que genera la exposición a sustancias químicas, tanto el humo, como lo que se usa para producir los colores. Por ejemplo, la pólvora tiene nitrato de amonio, eso se convierte en óxido nitroso, y parte de estos químicos generan daños en la salud de las personas. Quienes tienen enfermedades respiratorias crónicas, principalmente dos grandes, EPOC o enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y asma, o quienes sufren de bronquitis crónicas o alergias respiratorias, como rinitis o sinusitis, son más sensibles al exponerse a estos vapores, humos o químicos, ya que su capacidad de defender su pulmón es menor. Por eso quien sufre de Epoc o asma, la pólvora lo puede llevar a desencadenar una crisis de tos severa que lo conduce al ahogo, dificultad para respirar y algunos pacientes han terminado en urgencias. Hay poblaciones mucho más sensibles y debemos entender esto como un riesgo - explica el doctor Pacheco.
En otras palabras, ya es hora de ser empáticos con quienes sufren con la pólvora, dejar de quemarla, y así la sociedad entera y no solo unos cuantos tendría una Feliz Navidad.