l hombre que se dio a la fuga llevaba más de 10 minutos calculando el momento exacto para escapar. Ni siquiera tres agentes de tránsito que lo retenían pudieron impedir que se volara y, de hecho, uno de ellos tuvo que quitarse del camino para no ser arrollado por la motocicleta.

Aunque no se le inmovilizó el vehículo, el hombre de la moto sí terminó multado. Incumplió tres normas: no tenía retrovisores, llevaba parrillero hombre y no tenía vigente el Soat. A pesar de la fuga, los agentes se sintieron aliviados de que el caso no terminara en agresión.

El operativo de los agentes se realizó en uno de los puntos de la ciudad donde más se incumplen las normas, en la intersección de la carrera 8 con calle 44, entre el Acuaparque de la Caña y la Base Aérea.

Minutos antes del primer hecho, un taxista casi se lleva por delante a una mujer en motocicleta que zigzagueaba entre carriles. El hecho no terminó en tragedia, pero el conductor del taxi, con voz desafiante, le gritó a uno de los guardas: “¿y vos qué? ¿no pensás decirle nada?”.

El agente no se intimidó, ya está acostumbrado a ese tipo de comentarios. “Las palabras son lo de menos, las dicen todo el tiempo. Pero, la gente tiene que cambiar esa mentalidad. Con los hechos violentos y las protestas de este último año ya creen que pueden venir a pasar por encima de uno y así tampoco es. Cuando se les dice que se calmen, se salen de casillas y quieren agredirnos. Nos han cogido de saco de boxeo. Por lo menos lo del taxista solo fue un comentario”, dijo.

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Parece mentira la cantidad de ofensas que les lanzan. Un rato después, otro agente realizaba un comparendo a un motociclista que quería hacer un giro no permitido a la izquierda y que optó por avanzar hasta el carril que iba en esa dirección y dar media vuelta a su vehículo para quedar sobre la cebra. El motociclista, además, no llevaba papeles. Cuando el agente procedió a inmovilizar su vehículo, se escuchó el griterío: “¡Dejen trabajar, desocupados!”, y palabras menos amables.

El responsable de la inmovilización fue el guarda 393, el mismo que el pasado 18 de agosto fue captado en un video por interceptar a un motociclista que transitaba por el carril del MÍO en el centro de la ciudad. Fue un jueves en horas de la mañana, por lo que el sector estaba atestado de vehículos. El agente alcanzó a recibir un par de golpes.

“Yo estiré la mano para detener al infractor, pero él no paró y me terminó golpeando. Creo que se ofendió por eso, después vi que se estaba devolviendo para pegarme. Yo reaccioné para defenderme. Muchas personas dicen que uno no puede hacer nada, que hay que quedarse quieto si lo quieren golpear, pero eso es instinto humano, yo no me puedo dejar pegar... Al hombre lo cogieron, se lo llevaron para la estación y después estaba pidiendo que lo entendieran, llamaba a la casa y se le aguaban los ojos, pero entonces por qué no piensan eso cuando quieren pegarle a uno”, explicó el agente 393.

Sin contar el caso del 18 de agosto, los otros hechos sucedieron en un lapso de 20 a 30 minutos. En un solo día de operativos en las calles e implementando, en muchas situaciones, sanciones pedagógicas, se pueden llegar a interponer cerca de 250 comparendos.

El guarda de tránsito 581, que pidió reservar su nombre por restricciones desde la Secretaría de Movilidad, afirmó que las personas casi nunca creen que pueden ser detenidas por un agente y multadas por sus hechos.

“Constantemente sucede que nos dicen que estamos violando sus derechos. La gente siempre piensa en eso, pero no son conscientes de que, así como tienen derechos, tienen deberes. Ese es el tipo de pensamientos que hay que cambiar”.

50% de los conductores con infracciones de tránsito en Cali reinciden en su comportamiento.

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Ser un agente de tránsito en Cali significa correr el riesgo de ser agredido física o verbalmente. En lo corrido del 2022, van 20 casos en los que ciudadanos generan algún tipo de lesión en estos funcionarios. Sin embargo, si se contabilizan todo tipo de agresiones e improperios, la cifra aumenta a más de 50 reportes.

Algunos académicos coincidieron en que estas conductas pueden deberse a varios factores. Andrea Buenaventura, socióloga de la Universidad Icesi, explicó que “algo que sucede en Colombia es que cuando se empiezan a producir cobros excesivos, como es el caso de una multa, las personas, debido a la difícil situación económica de muchos, entran en un estado de frustración y empieza a haber un sentimiento de injusticia que hace que no tengan el autocontrol que deberían”.

Además, desde un punto de vista sociológico, “en las sociedades hay dos elementos: la cohesión y la coerción. La coerción es todo lo que nos limita, lo que nos impide hacer algo. Se puede decir que las personas actúan así porque sienten que los limitan en algo que quieren hacer”, como, por ejemplo, subirse a un andén con la intención de salir de un embotellamiento.

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Holbein Giraldo, sociólogo y docente investigador, declaró que las personas tienen establecida la idea de no respetar las normas sociales, es decir que no debería existir el riesgo de una multa para saber que no se debe usar un espacio peatonal si se va en un vehículo, por ejemplo.

“Este actuar también se explica por la pérdida de legitimidad de lo institucional en Colombia. El ciudadano percibe a las instituciones de tránsito como algo que solo busca multar y no hacer pedagogía vial”, comentó el académico.

Este mismo comentario lo expresaron conductores como Guilmar, que se dedica a transportar personas en su carro. “De pronto todos esos ataques no sucederían si enseñaran más. Uno muchas veces no sabe cuáles son las cosas que no puede hacer, la norma ha sido muy poco difundida y cuando el agente lo detiene a uno, no le explica eso, sino que rápidamente quieren aplicar la multa”.

Si bien los guardas aseguraron estar a favor de la pedagogía, manifestaron que el conocimiento de la norma es un requisito para obtener la licencia de conducción. “¿Cómo es posible que alguien con pase no sepa lo que no puede hacer? Si eso se enseña en el curso”, cuestionaron.

¿Cómo detener las agresiones?

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Una de las acciones impulsadas por la Administración Distrital es el equipamiento a los agentes con videocámaras. El objetivo es captar los procesos, tener herramientas para la sanción legal y social.

Contrario a esto, el sociólogo Holbein Giraldo comentó que la solución debe ser educativa. “Hay que formar a los ciudadanos en el respeto a la autoridad, a las normas, a un comportamiento ético y a la resolución pacífica de conflictos. A su vez, también se debe educar en valores a los agentes de tránsito para disminuir posibles hechos de corrupción y que vuelvan a ganar credibilidad”.

Andrea Buenaventura, por su parte, sostuvo que el cambio de comportamiento debe promoverse desde varias esferas, “desde lo institucional, por ejemplo, deben implementarse políticas públicas que hablen sobre el buen ciudadano y el civismo, sobre las formas comunicativas correctas de interacción con lo público”.

La académica también propuso que se enseñe más decididamente qué es correcto y qué no, en cuanto a la normatividad, por parte de los guardas de tránsito. “Que las personas tengan claras las repercusiones positivas y negativas de sus actos”.

Principales multas

De las 198.109 infracciones que han impuesto las autoridades hasta el 25 de agosto, las que más se presentan son:

- No realizar la revisión técnico-mecánica y la emisión de contaminantes (69.416).

- Conducir sin tener el Soat vigente (56.636).

- Transitar por sitios restringidos o en horas prohibidas por las autoridades (23.514).

-No detenerse ante un semáforo en rojo o amarillo (14.574).

- No acatar las señales de tránsito (8052).

- Estacionar un vehículo en sitios prohibidos (4863).

- Manejar sin llevar consigo la licencia de conducción (2478).