En un quirófano del Hospital Universitario del Valle, Evaristo García, se llevó a cabo la primera cirugía fetal dentro del útero, a una paciente que presentaban 26 semanas de gestación.
El procedimiento que fue considerado como todo un hito científico en la región, se produjo tras el trabajo desarrollado entre los especialistas del HUV E.S.E y los docentes de la Facultad de Salud de la Universidad del Valle.
De la mano de Dios
La historia comienza con la caleña Lina Marcela Gómez Araujo, quien a sus 26 años, es madre de dos menores, un niño y una niña, de 9 y 11 años de edad. Este, su tercer embarazo, lo había vivido de manera normal, sin síntomas que llevaran alertarla.
Como era costumbre, la mujer cuya EPS es Emssanar, acudía a realizarse los controles en el HUV.
Todo fluía con normalidad, hasta que le realizaron una ecografía determinada donde el especialista observó que su niña venía con problemas en su columna vertebral.
La pequeña presentaba mielomeningocele, que es el tipo más grave de espina bífida.
Tras escuchar el dictamen, lo siguiente que Lina Marcela escuchó fue que debía suspender el embarazo, pero ella de inmediato y sin dudarlo dijo que no. “Yo voy a salir adelante con mi embarazo, dije, y desde ahí comenzamos, con la ayuda de Dios, a salir adelante. Consulté a otro ginecólogo, me hicieron una nueva ecografía y él me comentó los riesgos y los beneficios que mi niña podría tener”, cuenta.
Los riesgos, según le indicaron, recaían sobre la anestesia que tanto ella como su niña recibirían, además que no se pudiera realizar la operación antes de las 26 semanas del embarazo.
La parte positiva era que al realizar la ecografía y observar que la bebé movía sus piernas, eso representaba un beneficio para realizarle la cirugía fetal. “A largo plazo ella no tendría ningún problema en el movimiento de las piernas, ni presentaría insuficiencia renal u orinaría”, le dijeron los médicos.
Para ella pesaban más las buenas noticias que el pensar en los riesgos que podrían presentarse. Por ello cuenta que tomó todo con mucha calma, y “de la mano de Dios” dejó que todo fluyera.
“El día de la operación, me pusieron la anestesia y no sentí nada más. Al despertarme tenía mucho dolor y estaba asustada, sobre todo por la niña, pero cuando ella se empezó a mover quede más tranquila”, mencionó.
Más de 20 especialistas
Entre ellos estaban ginecólogos perinatólogos, anestesiólogos, neurocirujanos pediatras, neonatólogos y neurólogos pediatras, los cuales, según señala el HUV, fueron asesorados por el grupo quirúrgico de la Clínica Universitaria Bolivariana en cabeza del Dr. Jorge Gutiérrez, quienes viajaron desde Medellín para ser parte de la cirugía.
El Dr. Luis Fernando Santacruz Flores, Neurocirujano con especialidad en Neurocirugía Pediátrica, explicó que para la cirugía “los cirujanos ginecólogos perinatólogos exponen la parte del defecto abriendo el útero de la mamá. Hacemos la corrección de este defecto sin sacar al niño del útero, y los ginecólogos perinatólogos regresan al niño y cierran la cavidad para que la mamá siga el curso de su embarazo”.
Durante las primeras 48 horas, los especialistas realizaron un seguimiento y evaluación de la paciente, la cual deberá seguir bajo seguimiento para determinar la evolución del bebé.
El Dr. Julián Delgado Gutiérrez, ginecólogo obstetra del HUV, mencionó que el defecto del tubo neural se presenta de 1 a 2 por cada 1.000 embarazos y el diagnóstico se hace a través del seguimiento ecográfico de rutina, ecografía a las 11 o 14 semanas y ecografía a las 18 y 24 semanas.
“En alguna de esas dos ecografías y por algunas características especiales se detecta la anomalía”, comenta.
A la espera de Dulce Antonella
Lina Marcela Gómez Araujo y su esposo Antonio, han decido que su bebé tenga por nombre Dulce Antonella. “No dejo de darle las gracias a Dios y a los médicos que tanto me han ayudado. Ahora estamos a la espera que nazca mi bebe en el mes de julio para poder iniciar el tratamiento que requiere”.
La joven madre debe guardar reposo, y aunque sabe que de ello dependerá la evolución de la niña, siente mucha preocupación por la situación que hoy vive su hogar.
“Yo hacia cosas para vender como postres o vendía ropa de segunda para ayudarle a mi esposo, pero con esto no hemos podido comprarle nada a la niña, no tenemos nada. Él trabaja independiente en la calle y la situación ha estado muy difícil. Hoy recurro a todo el que me pueda brindar alguna ayuda de cualquier índole, para que se comunique con el 317 062 62 68 que es el teléfono de mi esposo. Lo único que espero es que mi niña pueda seguir adelante con la ayuda de Dios”, puntualizó.