En la mañana de este miércoles 15 de noviembre de 2023 falleció Aldemar Giraldo Arango, quien por más de 35 años fue el trompetista del estadio Pascual Guerrero de Cali, la Plaza de Toros de Cañaveralejo y el hipódromo. Cinco isquemias consecutivas deterioraron su salud.
En vida, su esposa Carolina Jiménez Delgado; sus hijos Mauricio, Gustavo Adolfo y Diego Fernando y sus nietos Ivanna, Juan Diego, Juan Camilo, Carolina y Pablo Alejandro, lograron hacerle un homenaje, que incluyó contar su historia en este diario, revelar curiosidades del ‘trompetista del Pascual’, como eso de que no le gustaba el fútbol.
Aldemar no era hincha ni del Cali, ni del América. Cuando tocaba la trompeta desde la pista atlética del estadio, en occidental, una vez terminaba de interpretar el himno nacional o el minuto de silencio, salía del estadio sin ver el partido, así fuera una final.
Aldemar nació en Aguadas, Caldas, el 16 de agosto de 1947. Cuando tenía 13 años recibió sus primeras lecciones de solfeo e interpretación de trompeta, de parte del maestro Bertulfo Sánchez Rivera. A los 16 ya hacía parte de la banda de músicos del batallón Agustín Codazzi de Palmira y luego de la orquesta Continental.
Fue Horacio Patiño, el administrador del Pascual Guerrero, quien lo invitó para que fuera el trompetista del estadio, donde permaneció desde inicios de la década del 80, hasta los primeros años del Siglo XXI. Fue el encargado de interpretar el himno nacional el 15 de marzo de 1989, cuando América organizó el partido de despedida de Willington Ortiz, ante el Nacional de Montevideo.
También tocó el minuto de silencio por las víctimas de la tragedia ocurrida en el estadio el 17 de noviembre de 1982: 22 hinchas murieron y 200 resultaron heridos luego de una estampida. En el siguiente partido, en el viejo reloj de la tribuna norte, se leía: “La Asociación Deportivo Cali rinde homenaje a la memoria de las víctimas del 17 de noviembre pasado. TROMPETISTA: ALDEMAR GIRALDO”.
Durante toda su vida, además, Aldemar trabajó en La 14. Primero como administrador de algunos supermercados y luego como la mano derecha de uno de sus propietarios, don Jaime Cardona. Era el relacionista público. Todo el que necesitaba hablar con don Jaime Cardona, desde presidentes de la república como Andrés Pastrana hasta empresarios de multinacionales como Carlos Ardila Lule, debían primero hablar con Aldemar.
Llegó a querer tanto la empresa que, cuando se jubiló, decidió no volver a pasar cerca de una 14. La nostalgia lo llevaba hasta las lágrimas.
Si del estadio salía raudo una vez terminaba su acto, en la Plaza de Toros Cañaveralejo el asunto era distinto. Su gran pasión era la tauromaquia. Y en la plaza, como en el Pascual, fue el trompetista durante más de tres décadas. Anunciaba los cambios de tercio, tocaba el minuto de silencio.
Cuando se acababa la corrida, por orden de presidencia, tocaba pasodobles junto a su esposa, quien lo acompañaba con las castañuelas, mientras el público se retiraba de los tendidos, aunque en realidad le daba la espalda al ruedo para aplaudirlos. Cuando Pepe Cáceres toreaba en Cali, buscaba a Aldemar para que tocara el Bunde Tolimense.
El hombre que tantas veces tocó el minuto de silencio en la Plaza de Toros, el Pascual Guerrero y también en el hipódromo, ahora merece que Cali lo haga por él.
(La velación se realizará en las Capillas de la Fe, sala 2)