Por Gerson David Hincapié, periodista de Cali
Recuperar el número de pasajeros del MÍO de años anteriores y detener el aumento en los casos de desnutrición crónica en la primera infancia son dos aspectos urgentes que debe abordar el alcalde Alejandro Eder.
Esos son los dos retos principales cuyos datos negativos se intensificaron durante los últimos cuatro años, afirmó el programa Cali Cómo Vamos en su informe de balance a la Alcaldía.
En cuanto al sistema de transporte masivo, el organismo señaló que “entre 2019 y 2022 se redujo cerca de un 40 % el número de pasajeros movilizados”, por el MÍO.
Específicamente, el Masivo Integrado de Occidente pasó de transportar casi 438.000 ciudadanos en promedio cada día a poco más de 252.000 personas, una reducción del 42,3 % que representó a más de 185.000 pasajeros (ver gráfico).
Mauricio Venté, quien se ha caracterizado por representar los intereses de los usuarios, graficó el descontento generalizado que tiene la ciudadanía con el servicio, asegurando que a sus administradores les ha importado poco el pasajero y han establecido sus prioridades en el tema económico.
“Las rutas casi siempre te dejan esperando un largo rato o simplemente dejan de pasar; cuando se interpone la queja, la respuesta sigue siendo una sarta de excusas mal dichas y no un compromiso real de mejoramiento del servicio”, aseguró Venté.
Comentó que son muchos los motivos que acrecientan el disgusto, mientras Metrocali, ente gestor, se encargó en los últimos años de transferirles la responsabilidad de los problemas a otros, “no supieron interpretar de manera correcta lo que una ciudad como Cali requiere en materia de transporte”, dijo.
Las acciones para recuperar a los usuarios están claras para el experto en movilidad y transporte, Darío Hidalgo. Lo primordial es sostener el esfuerzo en materia de seguridad para que el ciudadano pueda sentirse tranquilo a la hora de utilizar el servicio, tanto en estaciones como en los buses.
Pero también “hay que mejorar la calidad, que haya confiabilidad en los tiempos de espera, que sean bajos, que el cubrimiento se mantenga muy amplio en toda la ciudad y que las personas reciban un buen trato en el uso del transporte público, especialmente las mujeres”, añadió.
También se mencionaron los problemas estructurales que viene arrastrando el sistema hace varios años, como la necesidad de sentarse rápidamente con los concesionarios (Git Masivo, ETM, Blanco y Negro y la Utryt) para saldar compromisos financieros y jurídicos que se vienen aplazando.
Todo esto mientras se ofrecen más puntos de recarga de pasajes y se pone a circular la totalidad de la flota de buses disponible.
Desnutrición, el flagelo de la primera infancia en la capital del Valle
La primera infancia caleña, que refiere a los niños y niñas entre los 0 y los 5 años de edad, viene sufriendo desórdenes alimenticios de consideración. Cali Cómo Vamos reveló que hubo un incremento inusitado del 169 % en los casos de desnutrición crónica para esta población 2022, si se compara con 2021.
Mientras en este último año hubo 2981 reportes de infantes con esta condición alimentaria, en 2022 los casos escalaron hasta los 8014.
Asimismo, la prevalencia de la desnutrición crónica en niños y niñas menores a los 6 años mostró un aumento del 6,5 % durante la última Administración municipal, pasando del 7 % en 2019, año prepandemia, a un 13,5 % en 2022, “la cifra más alta de los últimos siete años”, dijo Cali Cómo Vamos (ver gráfico).
Liliana Sarria, directora (e) regional del ICBF para el Valle del Cauca, declaró que el panorama es alarmante y explicó que este fenómeno se está presentando a nivel global, pero “en Colombia responde a unos temas estructurales como la pobreza absoluta, la inequidad, entre muchos otros factores que dificultan el acceso de las familias a una canasta alimentaria realmente adecuada y suficiente”.
Además de esto, el retraso en la talla de los infantes también puede deberse al aprovechamiento biológico de cada organismo, la calidad e inocuidad de los alimentos, la escolaridad de los padres y las condiciones de sanidad del entorno, entre otras.
Así lo describió Bertha Forero, exdirectora Nacional de Nutrición del ICBF. La exdirectiva señaló que una acción urgente que puede implementar el nuevo gobierno local es arrancar con programas multifactoriales que aborden la atención de los menores desde el momento en que se identifique un riesgo de cualquier forma de malnutrición, “y no esperar a la desnutrición manifiesta para actuar”.
“De otro lado, insistir en la vigilancia permanente a programas como la suplementación casera con micronutrientes en polvo, que ha mostrado ser una de las diez intervenciones claves en la reducción de muerte infantil por causas asociadas a la desnutrición. En Colombia es obligatoria para todos los niños y niñas sanos entre 6 y 23 meses, y se entrega a través de las EAPB”, concluyó.