Por Nicolás Revelo, del Semillero UAO – El País
Las remodeladas instalaciones del Colegio José María Vivas Balcázar, del barrio La Selva, en el sur de Cali, fueron testigos de una conmovedora y esperada ceremonia de graduación de la promoción de estudiantes de 1983 que tuvo que esperar hasta el atardecer del 5 de agosto del 2023 para cumplir el sueño de recibir su diploma con toga y birrete.
Después de algunos intentos fallidos, esta vez todo confluyó para que el sueño de desfilar para recibir su diploma escolar se hiciera realidad, ya que su ceremonia de grado fue negada hace 40 años. El evento contó con la presencia de familiares, padres, hijos y hasta algunos nietos, e incluso, con docentes de su época e integrantes actuales de la institución ubicada en la Calle 14 con Carrera 48A.
Alfonso Silva, licenciado en ciencias sociales y docente de esta generación, expresó entre lágrimas lo que sintió al asistir a la ceremonia: “Sinceramente, fueron sentimientos encontrados, tantos años han pasado, me dio demasiada alegría cuando los jóvenes me invitaron y ahora me vuelvo a encontrar con ellos, añoro esas épocas, la pasamos delicioso, jugábamos fútbol, jugábamos en el parque, hasta pintamos murales”.
Un castigo heredado de la promoción anterior dejó a estos estudiantes sin la experiencia de caminar por el escenario y recibir sus diplomas, pero la espera llegó a su fin en una tarde llena de emociones y reencuentros.
Aquel año, debido a un incidente en la ceremonia y un problema de indisciplina en la excursión que involucró a la promoción del año 82, los miembros del grupo del 83 se vieron privados de la tradicional celebración por decisión de la directiva del colegio. Aunque en su momento fue una medida disciplinaria comprensible, el paso del tiempo dejó en los corazones de estos exalumnos un sentimiento de incompletitud y nostalgia.
La idea de llevar a cabo la ceremonia de graduación postergada surgió por parte de Carlos Arturo Vargas, exalumno e integrante de esta promoción. Vargas relató que siempre fueron un grupo muy unido y mediante las redes sociales han mantenido esa relación. Añade que mediante un grupo de Whatsapp surgió la iniciativa.
“Las redes sociales nos permiten estar unidos y activos, la idea había surgido hace unos años, pero no se logró concretar, desafortunadamente no todos los compañeros quisieron participar, algunos ya partieron de este mundo, otros viven en el exterior y otros sienten cierta pena o simplemente, no se sienten bien con ponerse una toga y un birrete después de tanto”, cuenta el exalumno.
Posteriormente, algunas de estas personas visitaron su antiguo colegio, con el motivo de presentar su idea al rector encargado Carlos Fernando Zea Hincapié, quien accedió y dio el visto bueno a dicho evento: “Esta es su institución y la propuesta nos dejó emocionados”, dijo en un video que envió a los alumnos.
Lo que no sabían era que se encontrarían con un lugar totalmente diferente al que conocieron, pues hace algunos meses las instalaciones del colegio fueron remodeladas y se construyó un aula máxima, que, de hecho, se inauguró con esta ceremonia de grado postergada en el tiempo.
Xiomari Peña, actualmente docente de las asignaturas de comerciales, contó que “tras la inauguración de la institución, los egresados de 1983 se acercaron a las instalaciones y propusieron celebrar esta graduación. Admiro la unidad que ellos tienen, a pesar de los años conservan su amistad. Gracias a la locura de uno de ellos esto hoy se logra llevarla a cabo, aunque algunos se burlaron y se mostraron apáticos a esta iniciativa, otros la apoyaron y de esta manera contaron con nuestro total apoyo y ayuda como institución”.
El evento estuvo lleno de momentos especiales, desde discursos emotivos hasta presentaciones musicales que evocaban la década de los 80.
“Al fin de cuentas, una ceremonia de grado simbólica no es más que una simple excusa para reafirmar la amistad, ese tesoro que se cultiva hasta en la distancia, que no pierde valor con el tiempo, que nos hace más humanos, más sensibles, y más fuertes para enfrentar los retos que nos presenta la vida día a día… ¡Gracias a la vida por habernos unido en este camino, gracias por las risas y por las lágrimas compartidas, gracias por las enseñanzas y por las alegrías que nos han fortalecido como Amigos por Siempre”, esas fueron algunas de las palabras mencionadas en el discurso.
El momento culminante de la ceremonia llegó cuando cada miembro de la promoción del 83 subió al escenario para recibir su diploma. La emoción y las sonrisas eran inevitables mientras finalmente vivían la experiencia que les había sido negada en su juventud.
Todos se habían preparado con anticipación y portaban bajo las togas sus trajes más elegantes. Algunos hijos y familiares recibieron los diplomas de aquellos exalumnos que ya no viven en Cali o fallecieron tiempo atrás; pero juntos recibieron réplicas de sus diplomas y juraron ante la Nación, como lo hubieran hecho cuando todavía eran menores de edad.
En un mundo donde las conexiones a menudo se desvanecen con el tiempo, la promoción del 83 recordó que la amistad puede trascender las décadas. La ceremonia de graduación tardía se convirtió en un símbolo de perseverancia, amistad y la importancia de cerrar los círculos que quedaron abiertos en el pasado.