Las novenas de navidad son una oportunidad para celebrar en familia y amigos durante nueve días de reflexión en torno al nacimiento del niño Dios.
Son una tradición que se remontan al año 1743, cuando el sacerdote ecuatoriano Fray Francisco Fernando Larrea escribió un libro con el propósito de preparar a los fieles creyentes para la llegada del niño Jesús el 24 de diciembre y desde entonces, se celebra en varios países al rededor del mundo.
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Los nueve días hacen referencia a los nueve meses de embarazo de la Virgen María. El tercer día, habla sobre el camino de María ya con el niño en su vientre.
Palabra
Del Evangelio de san Lucas 2, 51-52
″Él bajó con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”. Palabra del Señor.
El camino de Jesús
“Así había comenzado su vida encarnada el Niño Jesús. Consideremos el alma gloriosa y el santo cuerpo que había tomado, adorándolos profundamente. Admirado en el primer lugar en el alma de ese Divino Niño, considerarnos en ella la plenitud de su gracia santificadora; la de su ciencia beatífica, por lo cual desde el primer momento de su vida vio la divina esencia más claramente que todos los ángeles y leyó lo pasado y lo por venir con todos sus arcanos conocimientos. No supo por adquisición nada que no supiese por infusión desde el primer momento de su ser; pero Él adoptó todas las enfermedades de nuestra naturaleza a que dignamente podía someterse, aun cuando no fuese necesario para la grande obra que debía cumplir. Pidámosle que sus divinas facultades suplan la debilidad de las nuestras y les den nueva energía; que su memoria nos enseñe a recordar sus beneficios, su entendimiento, a pensar en Él, su voluntad, a no hacer sino lo que Él quiere y en servicio suyo.
Del alma del Niño Jesús pasemos ahora a su cuerpo, que era un mundo de maravillas, una obra maestra de la mano de Dios. No era, como el nuestro, una traba para el alma; era, por el contrario, un nuevo elemento de santidad. Quiso que fuese pequeño y débil como el de los niños, y sujeto a todas las incomodidades de la infancia, para asemejarse más a nosotros y participar de nuestras humillaciones. El Espíritu Santo formó ese cuerpecillo divino con tal delicadeza y tal capacidad de sentir, que pudiese sufrir el exceso para cumplir la grande obre de nuestra redención. La belleza de ese cuerpo divino fue superior a cuanto divino fue superior a cuanto se ha imaginado jamás; la divina sangre que por sus venas empezó a circular desde el momento de la encarnación es la que lava todas las manchas del mundo culpable. Pidámosle que lave las nuestra en el sacramento de la penitencia, para que el día de su Navidad nos encuentre purificados, perdonados y dispuestos a recibirle con amor y provecho espiritual”.
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Reflexión
El tercer día habla sobre los nuevos comienzos y la humildad de los designios de Dios, con la virgen María como ejemplo. Este tercer momento en familia habla de la capacidad de cambio y la divinidad que se esconde aún detrás de lo más pequeño e indefenso: “La belleza de ese cuerpo divino fue superior a cuanto divino fue superior a cuanto se ha imaginado jamás”.
Es una oportunidad para meditar en aquello a lo que no se le está dando importancia y en sentir empatía por aquellos que están empezando una nueva tarea sin mucha experiencia, aprendiendo en el proceso.