El 6 de marzo de 2020, cuando se confirmó el primer caso en Colombia de un paciente contagiado con el virus que causa el covid-19, el doctor Óscar Gutiérrez recordó la tragedia de Armero.

— Después de que viene la avalancha, todo el mundo empieza a correr como gallina ciega y no se hace nada. Entonces en la Universidad del Valle dijimos: tenemos que organizarnos o de lo contrario la pandemia del coronavirus va a ser una tragedia anunciada para Cali. Fue cuando en compañía de mis estudiantes, y junto a otros especialistas, conformamos el grupo Voluntarios Covid-19 Valle.

Fue en este grupo donde se comenzó a investigar un tratamiento temprano de la infección por SARS-CoV-2, el mismo que se aplicó a los pacientes del ancianato San Miguel una vez se presentó el primer positivo. No murió ni una solo de las 53 personas que se contagiaron, pese a ser la población más vulnerable al covid. Al mismo tiempo, otros médicos de Cali y el Valle comenzaron a implementar protocolos de atención temprana similares.

— Creo que parte del caos que pudo haber causado el SARS-CoV–2 se contuvo gracias a lo que se hizo desde este grupo de especialistas, académicos y estudiantes voluntarios que se conformó en Univalle y en el resto de Cali — dice desprevenido el doctor Gutiérrez mientras se toma un café y saborea una porción de torta de mora en un centro comercial.

¿Quién es Óscar Gutiérrez?

Nací en Cali hace 70 años. Soy médico internista, e hice cardiología y farmacología. Estudié en la Universidad del Valle, hice el postgrado en la Universidad de Londres, en el Hospital Nacional del Corazón; también estudié en la Universidad de Edimburgo y cursé un postdoctorado en la Universidad de Cornell en Nueva York. Años después de estar practicando, cursé la maestría en farmacología.

¿Todavía ejerce la medicina?

Todavía la ejerzo, a través de telemedicina, un proceso medio acelerado por la pandemia. Y me dedico a la docencia y la investigación. Dirijo un grupo que se llama Farmacología Univalle, lo creamos hace más de 20 años. Cuenta con investigadores de todas las disciplinas, médicos, biólogos, químicos, fisioterapistas, ingenieros. Trabajamos en trasplantes, medicina regenerativa, células madre. Fuimos los que hicimos el trasplante de pulmón de Pachorón, un cerdito que todavía vive en una marranera de Robles, entre el barro, sin tomar una aspirina. En el grupo desarrollamos una técnica pre-trasplante en la que no se necesita inmunosupresores, medicamentos que desactivan el sistema inmunológico de quien recibe un órgano nuevo, extraño. De esta manera el cuerpo no rechaza el órgano.

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Hasta que llegó la pandemia. ¿Cómo nació el grupo Voluntarios Covid-19?

Cuando llegó el primer caso a Colombia de un paciente infectado con el virus que causa el Covid - 19, y era evidente que estábamos frente a una pandemia, formamos el grupo para organizarnos y aportarle a la ciudad en una situación tan difícil y nueva. El grupo se dividió en 12 equipos de trabajo. Estaba el equipo académico, dedicado a investigar lo que hubiera sobre virus, minería de datos. Estaba el equipo asistencial, enfocado en entrenar al personal de salud sobre el nuevo coronavirus. También el grupo diagnóstico, de bioseguridad, y un grupo de especialistas de Univalle y otras entidades se dedicó a hacer un respirador que pudiéramos fabricar en Colombia, cuando el gobierno compraba respiradores a precio de oro.

También se necesitaba el equipo de salud mental, liderado por el doctor Gerardo Campo, que es psiquiatra. Él nos dijo: piensen en lo que va a pasar cuando la gente esté enclaustrada, con pánico. De allí surgió la idea de hacer un programa de radio en la emisora de Univalle que se llama Sanemos Juntos, dirigido por la comunicadora Fulvia Carvajal. Se emite dos veces a la semana, martes y jueves, de 9 a 10 de la mañana, y ha sido fantástico.

Y se crearon otros equipos como el grupo de manejo de fallecidos. Cuando empezaron a aparecer los camiones con filas de muertos en Italia, yo fui a Medicina Legal para indagar sobre qué tenían preparado. Afortunadamente en Cali no se dio esa situación.

¿Cómo se llegó al diseño de un tratamiento temprano del covid?

Afortunadamente dentro del grupo está el doctor Raúl Corral, médico de la Universidad del Valle, internista, infectólogo, microbiólogo, epidemiólogo, uno de los baluartes en el tratamiento del Sida tanto en el Valle como en Colombia. Y dentro de lo que empezamos a ver es que este nuevo coronavirus no era ni tan nuevo, ni tan extraordinario, ni tan imposible de tratar.

Analizamos que tiene un comportamiento hasta cierto punto similar al VIH que causa el Sida. Ambos son virus muy infecciosos, presentan periodos largos sin síntomas – más el VIH por supuesto – y por lo tanto tienen un periodo extenso para propagarse sin que el contagiado se dé cuenta. Entonces Raúl Corral comenzó a aplicar sus conocimientos en el tratamiento contra el Sida. Para tratar el Sida se determinó a mediados de los años 90 que dos medicamentos son mejor que uno, tres son mejor que dos, cuatro son mejor que tres. Es decir: con un cóctel de fármacos antivirales, y nitazoxanida, se controlan las complicaciones de la enfermedad. Hoy en día muy pocas personas mueren de Sida.

¿Se buscó tratar a la infección por SARS-CoV-2 con varios fármacos?

Raúl tiene gran experiencia con antivirales, más la nitazoxanida, y yo conozco la Ivermectina desde hace 30 años, cuando se usó para tratar la ceguera de río y la elefantiasis, algo endémico en África, en la zona tropical de América Latina y en Asia. Fue descubierta por Satoshi Omura y William Campbell, premios Nobel de Medicina en 2015. A Colombia llegó como Ivomec, una droga para el ganado. Con eso se trataban los nuches de las moscas. Después se empezó a usar para combatir los piojos en las escuelas. Y como antiparasitario. También había información de que servía para ciertos tipos de coronavirus.

Entonces Raúl dijo: hay que usar tres drogas para obtener el mayor efecto cuando hay una infección temprana por SARS-Cov-2 y evitar que la enfermedad llegue a fase tres, que es cuando hay poco por hacer. Usamos la Ivermectina, que en teoría impide la entrada del virus a las células; la nitazoxanida, otro antiparasitario, pues dificulta la replicación del virus, para tener un efecto mayor, y aspirina, usada para prevenir un fenómeno que puede suceder cuando entra el virus, que es hacer que los glóbulos rojos se peguen. En junio de 2020 se decía que Cali iba a tener un pico de contagios y la capacidad para esa emergencia era muy limitada. Había que actuar.

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¿Cómo llegaron al San Miguel?

Estábamos en la oficina del doctor Alejandro Varela, otro de los integrantes del grupo, además del doctor Alberto Concha, un salubrista muy famoso que trabajó en la OMS, cuando nos llamaron del ancianato. Ellos tenían medidas de bioseguridad muy estrictas y por eso lograron mantenerse 5 meses sin contagios. Sin embargo, un trabajador salió positivo y fuimos a colaborar en el tratamiento temprano y en el plan de aislamiento, una sala para mujeres, otra para hombres, etc. Como de las primeras 52 muestras que hicieron las EPS el primer día salieron 25 positivos, decidimos tratar a todo el mundo de manera temprana. En total, al final se confirmaron 59 positivos de 253 residentes. Aunque después de esas pruebas se comprobó el contagio de otros. Creemos que los contagiados fueron entre 70 y 80. Pero todo el mundo recibió el tratamiento diseñado: 600 microgramos de Ivermectina por kilo el primero y el séptimo día; 500 miligramos de Nitazoxanida cada 12 horas por 6 días; y 100 miligramos de aspirineta, una tableta, día por medio.

¿Qué pasó después?

De los 59 positivos inicialmente, 13 presentaron síntomas: carraspera, fiebre, tos. Dos se remitieron a un hospital para evaluación y fueron regresados al área de aislamiento. Al final del periodo de observación, no hubo ningún muerto. La gracia de eso es que la mayor vulnerabilidad a la infección por SARS-CoV-2 está en las personas mayores de 60 años. En Cali, de cada 100 muertos, 83 tienen más de 60 años. Y en Europa pasa lo mismo. En el San Miguel se esperaba una mortalidad del 40% o 60%. Y con las medidas de bioseguridad, y el tratamiento que suministramos, el porcentaje fue cero. Eso indica que no fue casualidad, al ser la población más vulnerable a la enfermedad.

Sin embargo hay especialistas que aseguran que antes de suministrar medicamentos se deben esperar los estudios con placebo y demás...

En mi concepto hacer estudios aleatorizados con placebo en plena pandemia no es ético. Porque al que le toca el placebo se lo llevó el que lo trajo. Es como que hagan un estudio doble ciego para probar la utilidad de un paracaídas. Entonces usted sabe que le dan un morral, pero no sabe si va vacío. Y lo más anti - ético es que habiendo informes de que algo existe, con posibilidad de ser útil para tratar la infección por este virus de manera temprana - como la ivermectina- y habiendo certeza de que lo que se va a usar no le va a hacer más daño que no tomarlo (como también pasa con la ivermectina), es obligación del médico escoger la mejor opción para tratar de salvar a las personas.

Y había médicos tratando de manera temprana la infección del virus
Médicos como el doctor Marco Martínez quien, junto al doctor Burbano, abrieron un chat para intercambiar información. Yo les mandaba información, ellos me compartían lo que leían, su experiencia con los pacientes, y se formó una cofradía. Casi que había una junta médica para cada paciente, por telemedicina. El grupo fue creciendo con mejores resultados. Cali nunca se desbordó a pesar de no tener la capacidad locativa y humana para atender la pandemia, ni la disciplina social, que no es posible en una ciudad con semejante pobreza. Así que creo que el caos se contuvo en parte gracias a todo lo que se hizo para intervenir de manera temprana la infección.

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¿Qué va a pasar con el covid?

En menos de una semana el número de infecciones cayó en un 50% en gran parte del mundo, lo que comprueba que las epidemias se van como llegaron: de un momento a otro. Como se fue el H1N1. Claro que puede presentarse fenómenos como el que vemos en Brasil. Pero la pandemia desaparecerá si la gente se sigue cuidando. Y no es que el nuevo coronavirus se vaya a esfumar. Los virus son entes a los que no les interesa matar al hospedero, porque mueren con ellos, entonces mutan, cambian su estructura. A veces esa mutación los hace más letales. O más infecciosos. Hasta que se hacen menos agresivos. El virus encuentra la forma de convivir sin afectar al hospedero, y que el hospedero no le dañe la misión al morir. Así desaparece la pandemia. No es que desaparezca el virus. Pero veremos muchos cambios, y espero que sean positivos para la sociedad, la medicina, la ciencia, y en general, la naturaleza.

Pasión heredada

¿Por qué se dedicó a la medicina?

Por admiración a mi papá. Fue un médico muy famoso en Cali, se llamaba igual que yo. Era un internista regio, director médico del Hospital San Juan de Dios durante más 30 años. Y de los primeros docentes de Univalle. Para él la medicina era una pasión que, creo, heredé. Estudió durante la época de la Segunda Guerra Mundial, en la Universidad Nacional. E hizo parte de la primera cohorte de médicos voluntarios que hicieron el servicio rural en Colombia. Estuvo en Santander, durante la Violencia, cuando liberales y conservadores se enfrentaban a bala. Mi papá salía con el cura del pueblo a recoger los muertos y hacer autopsias. Esa vocación fue mi ejemplo.

¿Cómo así?

Aunque habría podido quedarme cerca de Cali, me fui muy lejos para hacer mi año rural. Quería vivir esa experiencia, y casi me quedo. Elegí el Vichada, en la Orinoquía. Un sitio difícil, pero estuve dos años.