La torre del reloj, ubicada en el edificio A del colegio Santa Librada, dejó de dar la hora desde hace unos seis años, y fue abandonada hace tres, cuando el bloque tuvo que ser cerrado para evitar una tragedia.
Mónica Medina, la rectora de la institución, cuenta que en ese entonces fue un profesor de sistemas quien reportó que en uno de los laboratorios ubicados en esa edificación —la más representativa del complejo— una fisura empezaba a resquebrajar las paredes, poniendo en peligro la integridad de los alumnos. Con el pasar del tiempo, la grieta se ha ido devorando el edificio desde adentro, haciendo que sea imposible dar clases allí.
Santa Librada, que en el 2023 cumplirá 200 años de fundación, es una de las instituciones educativas más importantes de Cali y de Colombia. De este colegio no solo se graduaron prestigiosos arquitectos, abogados, médicos, entre otros, sino también cuatro expresidentes de la nación: Manuel María Mallarino, Carlos Holguín, Jorge Holguín y Eliseo Payán.
Sin embargo, su sede principal, ubicada en la Comuna 3 de la ciudad —en una zona aledaña al centro—, hoy en día se enfrenta a la dura realidad del paso tiempo, puesto que los años han castigado las diferentes estructuras del centro educativo, que en su mayoría fueron levantadas en 1942, es decir, hace ochenta años.
En el Colegio Santa Librada hay estudiantes de las 21 comunas de Cali.
El Ministerio de Educación le otorga 170 millones de pesos al año a la institución para sus siete sedes.
De las doce edificaciones que tiene el colegio, una está cerrada, otra está clausurada parcialmente y dos se están utilizando con riesgo, pues las grietas se extienden como venas atravesando los pasillos.
Afuera, los estudiantes recorren con entusiasmo y algarabía los 26.000 metros cuadrados de la institución, pero adentro, en los bloques clausurados, la luz entra por los orificios de las ventanas quebradas y el único eco que se escucha es el del silencio. En el edificio principal, por ejemplo, hay una emisora que nunca más volvió a sonar.
La situación del colegio ha hecho que diferentes egresados se hayan unido para mostrarle a la Administración Municipal el estado del lugar en el que años atrás fueron tan felices.
Es por esto que los profesionales Julián Bonilla y Juana Peláez decidieron demandar al Distrito con una acción popular para que tome cartas en el asunto y se comprometa con la renovación del colegio.
El fin de semana pasado se conoció que la jueza novena administrativa había aceptado la demanda, al tiempo que ordenó sellar los edificios mencionados anteriormente.
¿Por qué se afectan las estructuras?
De acuerdo con la rectora de la institución, el suelo sobre el que está construido el colegio es una superficie que tanto en las épocas de calor como de lluvia presenta diferentes movimientos. Esto hace que las estructuras se hayan ido desplazando, al punto de estar cerca de venirse abajo.
“Nosotros estamos seguros que el bloque A se va a caer, lo que pasa es que no se sabe cuándo”, afirmó.
Según algunos estudios mencionados por Medina, las edificaciones necesitan de unos pilotes (se usan como cimiento de las obras) que se ubiquen a 18 o 20 metros de profundidad para así alzar la construcción, que es de estilo republicano y por ende es considerada como un patrimonio arquitectónico.
Las afectaciones a la comunidad educativa a lo largo de estos años han sido significativas. El colegio tiene una capacidad máxima para 1800 estudiantes, pero tras el cierre de los edificios en riesgo, a la institución le ha tocado prescindir de al menos 600 cupos y 17 plazas docentes.
Los estudiantes que quedan han tenido que enfrentarse a situaciones como ver las clases en los laboratorios de física y química, e incluso en el coliseo de la institución.
Julián Alejandro Bonilla, graduado del Santa Librada en el año 2006, es uno de los exalumnos que interpuso la demanda ante el Distrito. Según él, “buscamos generar la garantía de que el alcalde Jorge Iván Ospina pase del Twitter a las acciones reales y se comprometa con los recursos para salvar al colegio”.
De acuerdo con la rectora Medina, la idea es que el Santa Librada se convierta en una ciudadela educativa, obra que tendría un costo aproximado de 60.000 millones de pesos.
“En el colegio tenemos la representación de las 21 comunas de la ciudad. Los edificios cumplen ya ochenta años y es necesario una adecuación. En la Universidad del Valle hay trabajos de grado en los que se propone la remodelación del Santa Librada desde el año 1985”, sostuvo Bonilla.
¿Qué dice la Administración?
Después de conocer el fallo de la jueza, el alcalde Ospina se comprometió a realizar una gran inversión para restaurar el complejo educativo.
“En el 2023 Santa Librada cumplirá sus 200 años de historia y la Alcaldía de Cali busca que se convierta en una gran ciudadela educativa, con una cuantiosa inversión que pueda superar un poco su fragilidad de infraestructura y tecnología”, apuntó.
José Darwin Lenis, el secretario de Educación Municipal, manifestó que Santa Librada es una institución patrimonio que merece una gran inversión, pero dejó claro que se deben realizar los estudios pertinentes en el terreno para luego entrar en acción.
“Solo en el espacio del edificio más representativo se deben realizar estudios de sismoresistencia y diseño por 10.000 millones de pesos. Esto requiere de un trabajo especializado y que debe ser autorizado por el Comité de Patrimonio”, explicó.
Aunque la rectora afirma que ya se han presentado planos y propuestas, Leonardo Medina, subsecretario de Patrimonio de Cali, indicó que estas deben modificarse hasta cumplir con los requerimientos del Comité.
“Nosotros ya hicimos una visita con arquitectos especializados. Ellos nos presentaron unos diseños y el Comité los devolvió con unas observaciones, porque no se ajustaban a los parámetros”, expresó.
Mientras la Administración se toma su tiempo para intervenir una problemática que lleva años afectando a Santa Librada, los estudiantes se enfrentan a convivir con esos espacios abandonados en donde antes podían estudiar con amigos que no volvieron.
“Claro que nos hemos visto afectados. Varios amigos míos no pudieron entrar este año por la situación. Muchos incluso viven cerca y están desconcertados, pero la vida sigue”, relata con melancolía José Manuel Rodríguez, quien cursa octavo grado.
En medio de grietas y silencio, Santa Librada espera por un mejor mañana.