El padre Joaquín Alberto Gómez Rendón no se puede quedar quieto. Mientras habla con vehemencia sobre el trabajo que hace para llevar comida a muchos caleños y vallecaucanos, salta de su silla, explica, gestualiza, queriendo que sus frases traspasen las fronteras.
Hace cuatro meses dirige el Banco de Alimentos de Cali y está convencido de que con la ayuda de más ciudadanos se podría reducir el hambre, condición que afecta a unos 400.000 caleños.
Esa institución atiende, a través de 278 fundaciones, casi 70.000 personas al mes, tienen 64 trabajadores, 128 voluntarios y el año pasado recogieron 4,4 millones de kilogramos de comida, la cual se llevó a los más necesitados.
¿Cuál es el panorama del hambre en la capital del Valle?
Hay un gran porcentaje de personas con inseguridad alimentaria en la ciudad. Calculamos más o menos que entre 400 mil y 450 mil seres humanos pasan mucha hambre. Eso es el 20 % de la población caleña que presenta problemas de acceso regular a alimentos. Son niños, jóvenes y adultos.
Un niño, después de los 5 años, sino se ha alimentado bien, será una carga para la Nación en el sentido de que no podrá responder, en el futuro, con la misma capacidad productiva del que come bien. Si la Nación invierte en una alimentación sana, nutritiva, balanceada, se ahorraría muchos problemas sociales y económicos.
¿Aumentó el hambre por la pandemia del covid?
Si claro, sobre todo porque las empresas entraron en crisis. Tocó cambiar presupuestos en la parte sanitaria, el covid llevó a un encierro. Pero el Banco de Alimentos respondió a las necesidades, a la crisis alimentaria que tuvo Cali y sus alrededores. Esta es una empresa de Dios para los pobres.
"Nuestro objetivo es que nadie padezca hambre en Cali, y para eso necesitamos la ayuda de todos. Podemos dejar huella ayudando a los menos afortunados"
¿Cómo ha afectado la inflacción la tarea de llevar alimentos a los más pobres?
Se ha disparado el hambre. ¿Cuál es la comida del pobre?, ¿qué tienen en su mesa? Arroz, huevo, agua de panela, de pronto unos fríjoles y todo esto está caro. La realidad que vive Colombia es compleja, pero hay esperanza. Algunos prevén que se puede venir una hambruna grande por la escasez de insumos.
¿Cómo se puede sacar a tantos hogares de esta condición de hambre?
Todos podemos ayudar, consolidando propuestas como la de este Banco. A veces hay miedo a donar porque hay corrupción.
En nuestro caso tenemos una auditoría interna, que acabamos de crear, y tenemos otra externa. Entonces hay credibilidad. Nosotros le preguntamos a la gente por qué le dona al Banco, y ellos dicen que porque creen en la transparencia.
¿A cuánta gente llega el Banco de Alimentos?
A más de 70.000 personas al mes. El Banco de Alimentos solo atiende fundaciones y estas, con una estructura logística, llevan la comida a las personas. Apoyamos a 278 organizaciones, pero hay 80 esperándonos y diciéndonos acójanos, ayúdenos. Hay unos apoyos que son eventuales. Por ejemplo, alguien tiene un equipo de fútbol y nos pide refrigerios para una actividad. Eso se solicita de forma organizada y podemos ayudarlos. El Banco no vende, genera un subsidio para que las personas puedan estar bien. El objetivo es que los ciudadanos puedan alimentarse mejor.
Pero no solo nos preocupamos por el alimento, porque me como este pandebono ahora, pero por la tarde voy a tener hambre nuevamente. Estoy solucionando algo puntual y debemos ir más a profundidad. Por eso tenemos la universidad Uniminuto, con un plan de estudios que se llama Cefodes, donde se ofrecen, en las fundaciones, cursos de liderazgo, emprendimiento, culinaria, entre otros.
Ya tenemos convenio con la Javeriana, la Icesi, la Uniclaretiana y otras universidades para este tipo de iniciativas. No es solo dar el pan material sino el espiritual. Eso significa la formación integral de la persona. Hay que sanar el corazón, el interior del ser humano. Dar una moneda en la calle genera consumo, pero eso no transforma.
Debemos decirle a la persona: ‘¿usted quiere cambiar?, venga desintoxíquese’. Se debe llevar a un encuentro consigo mismo, y luego ayudarlo a integrarse, eso es construir sociedad, lo otro no. Como Banco, queremos que esta no sea una atención alimentaria sino una atención integral.
El Banco de Alimentos de Cali es uno de los más destacados del país. Contaba, hasta el año pasado , con 1029 donantes, tanto en especie como en dinero.
Padre, ¿usted cree que se puede erradicar el hambre en Cali?
Se puede, esto tiene que cambiar. La crisis del mundo no es económica, eso es mentira, no es política, ni ideológica; la crisis es espiritual, que no es lo mismo que religioso. Es espiritual: si yo amo mi vida, tengo que darle sentido. ¿Y cómo lo hago? Con solidaridad y servicio.
Los tres dioses de la sociedad son: tener, poder y placer. Hasta que eso no se erradique del corazón del ser humano, va a ser imposible. Esto puede cambiar si ponemos la mirada en el Jesucristo que transforma.
¿Y los ciudadanos, cómo pueden ayudar al Banco de Alimentos?
Buscamos benefactores o donantes con aportes en dinero o especie. Pero también recibimos ropa, muebles y electrodomésticos en buen estado. Si muchos más caleños podemos aportar, en las empresas, en los hogares, podríamos responder a las necesidades del hambre.
El Banco de Alimentos está presente en zonas como el Distrito de Aguablanca, Terrón Colorado, en el Cauca. Enviamos alimentos a Buenaventura y La Guajira. Hace dos meses enviamos 400 kits de aseo para Buenaventura y 400 mercados, hace poco fueron 500, porque estamos atendiendo a la población desplazada por la violencia. Hay que decirle a la sociedad, aquí estamos y ayúdenos. Esta es una entidad transparente.
¿Por qué se desperdicia tanto alimento en la ciudad y el país?
La falta de solidaridad, un corazón que no sea solidario no es capaz de dar. Algunos piensan que es mejor la destrucción de los alimentos porque sale más costoso regalarlos o no conviene. Se pierden alimentos en las grandes empresas, en nuestras casas, nos pasa mucho. Vamos y compramos lo que no necesitamos y luego se pierde.
En este momento nosotros tenemos la posibilidad de recoger esos alimentos, tenemos una flota de once camiones que circulan por toda la ciudad.
¿Por qué se desperdicia tanto alimento en la ciudad y el país?
La falta de solidaridad, un corazón que no sea solidario no es capaz de dar. Algunos piensan que es mejor la destrucción de los alimentos porque sale más costoso regalarlos o no conviene. Se pierden alimentos en las grandes empresas, en nuestras casas, nos pasa mucho. Vamos y compramos lo que no necesitamos y luego se pierde.
En este momento nosotros tenemos la posibilidad de recoger esos alimentos, tenemos una flota de once camiones que circulan por toda la ciudad.
Cambiando de tema, ¿por qué cree que ha aumentado tanto la intolerancia en Cali?
Se ha perdido el referente de autoridad, y uno, así no esté de acuerdo, debe respetarla. Los cambios no se generan siendo fuertes o agresivos con la autoridad, los cambios se generan desde casa. Porque la violencia no solo se genera en la calle, es producto de lo que hemos recibido. Hace falta ser más espiritual, a la gente no le importa trabajar su interioridad, la persona espiritual trasciende. La agresividad también es producto de la injusticia social.
¿Cómo ve a Cali en lo social?
Necesitamos muy buenos líderes, personas con principios y moral. El Papa Francisco decía que prefiere un ateo a un mal cristiano. Somos un país próspero, tenemos más de 20 millones de hectáreas cultivables y usamos 5 millones.
En la página bancodealimentoscali.org, las personas e instituciones que deseen vincularse pueden pedir información y conocer detalles del trabajo realizado por esta entidad.