Hace 185 años y un poco más, cuando transcurría el día 19 del mes de agosto de 1839, el pintor, físico e inventor francés Louis Jacques Mandé Daguerre, la socialité más famosa de la época y el hijo de Joseph Nicéphore Niepce – el joven Isidore – por la ausencia definitiva de su padre, presentaron al mundo, con el aval del Gobierno de Francia, el invento del daguerrotipo, el primer aparato con capacidad fotográfica que le permitió al hombre reproducir las imágenes que le eran entregadas al invento por el ojo ávido del fotógrafo, en un tiempo relativamente corto.
Con el aparato al alcance de todos, por cesión de los franceses, la humanidad empezó a recoger los testimonios de todos los acontecimientos que surgen de su actividad y de los aconteceres que produce la siempre omnipresente naturaleza. Gráficas familiares, momentos íntimos, actos heroicos, actuaciones épicas, grandes descubrimientos, paisajes lejanos, lugares secretos, tragedias, explosión de volcanes, tormentas eléctricas, bailes rituales, la guerra, el hundimiento de los barcos, la caída de los aviones, los choques de los trenes y de los de los automóviles, el descenso de los meteoritos, las carreras de la Mille Miglia, la Fórmula 1, la final de los cien metros vallas, el bautizo, la boda, el funeral y en general todo lo relacionado con la huella que deja la presencia del hombre en la Tierra.
La llegada del invento al Valle del Cauca no fue ajeno a la aparición y a la llegada a la región del daguerrotipo, pues sucedió que el señor Casimiro F. Abreu, a finales del Siglo XIX, nativo de Portugal, emigró a Brasil, con la señora Francelina Otero, de origen cubano, con quien se casó y procreó varios hijos, entre ellos el aventurero Ricardo Abreu Otero, nacido en 1882, quien muy joven se marchó para Colombia, no sin antes llevarse consigo la que el autor presume era la cámara tipo daguerrotipo de su padre Casimiro, equipo que habría sido traído por el último hasta Sur América, desde Lisboa, Portugal, según reza la bitácora del barco que lo recogió y lo llevó hasta su destino, un puerto marítimo en el Brasil.
Posteriormente Ricardo, el hijo pródigo, ingresó a Colombia por Ipiales y luego, sin conocerse las razones que lo sedujeron para hacerlo, se trasladó y asentó en el municipio de Jardín, Antioquia, sitio donde generó actividad profesional con su daguerrotipo y conoció a Genoveva Calle Ochoa, dama con la que se casó el día 22 de noviembre de 1913 en la Parroquia de la Inmaculada Concepción, circunstancia que le permitió formar un hogar que luego trasladó a Palmira, en el Valle del Cauca, en 1936. Allí levantó su familia, la cual enriqueció con el nacimiento de nueve hijos, seis hombres y tres mujeres.
En Palmira Ricardo montó tremendo almacén – llamado Kodak - en el que se vendían artículos fotográficos, equipos de laboratorio y se revelaban fotos de todos los tamaños. En ese espacio el hijo del inmigrante perpetuó su estudio profesional de fotógrafo con el acompañamiento de su legendario equipo.
Debe mencionarse que Genoveva, la cónyuge de Ricardo, después resultaría ser la tía abuela de Arturo Calle, el hombre de los almacenes que venden camisetas AC en todo el país.
Fallece Ricardo
Ricardo Abreu Otero murió a los 72 años de edad, en la Villa de las Palmas, el día 3 de abril de 1954, víctima de una gangrena. Lo sobrevivió por muchos años su esposa Genoveva. Con el pasar del tiempo dejaron el mundo todos los herederos del prolífico matrimonio salvo Marina Abreu Calle, la menor, quien nunca se casó. Pero cuando ella abandonó la tierra – hace aproximadamente una década - sus sobrinos nietos, entre ellos Alba Lucía Abreu de Caldas, la esposa de Alfredo, se vieron en la penosa obligación de repartir los bienes del menaje doméstico que sobrevivió en el hogar de sus ancestros, razón por la cual a la citada le fue asignada una pequeña tablita, probablemente proveniente de un pino, color caramelo, que cargaba un lente de uso desconocido, aprisionado en una carcasa de bronce y movido por un trinquete, al que le hacía compañía un asa metálica y un perno de bronce, para los que no se conocía propósito.
Pasados algunos años, el limitado objeto fue a dar a la mesa de una cabaña que los Abreu Caldas tenían cerca del Lago Calima y en una ocasión en que los visitó el director de Caliwood, el Museo de la Cinematografía, y referenció el aparato, por mera casualidad, pues le atrajo la óptica del lente, les dijo que si en alguna oportunidad querían deshacerse del mismo él lo recibiría gustoso para incrementar el patrimonio de la colección permanente del museo, no sin antes advertirles que él no sabía para qué era usado el elemento óptico que poseían.
Pasó un año y los Abreu Caldas decidieron vender su cabaña, a puerta cerrada, pero recordaron la petición del director del museo sobre el vetusto lente y decidieron obsequiárselo. El emisario fue el ingeniero industrial Andrés Felipe Suárez Lamus, casado con Carolina Daza Abreu, tataranieta de Casimiro, bisnieta de Ricardo, nieta de Fernando, hijo del último e hija, a su vez, de Luz Elena Abreu de Daza, descendiente directa de Fernando y esposa de Eugenio Daza.
El gran descubrimiento
No había transcurrido mucho tiempo desde que se entregó el objeto al museo cuando ocurrió, después de una investigación realizada en la Biblioteca del ente cultural, que contó con la asistencia del veterano ingeniero químico Héctor Raúl Jaramillo Moreno, que se estableció que las piezas sobrevivientes eran algunas de las partes y accesorios de un daguerrotipo de los que fueron fabricados bajo licencia, entre 1839 y 1840, por Alphonse Giroux, el cuñado de Louis Daguerre, el inventor del famoso aparato que le permitió a la humanidad reproducir imágenes en una superficie sólida.
Este inaudito descubrimiento, asombroso y sorprendente, fijó un hito increíble en el Museo Caliwood, pues por los albures del destino se logró llegar al instante mismo en que el mundo conoció el invento de la fotografía.
La Colección
Antes de que tan afortunado incidente ocurriera, el museo había iniciado la búsqueda de las pequeñas placas de cobre bañadas en plata o fabricadas con lata o de vidrio (daguerrotipos, ferrotipos y ambrotipos) que usaron las cámaras tipo daguerrotipo a lo largo del Siglo XIX, hasta antes de que hicieran su primera aparición las prácticas cámaras que empezó a comercializar, quien es reconocido como el inventor de la ciencia del mercadeo en el mundo, el visionario y polifacético George Eastman, quien muy joven fundó la compañía Eastman Kodak Company de Rochester, New York, empresa considerada por muchos como la primera multinacional de la historia, pues el gigante fotográfico tuvo sedes, plantas de ensamblaje, laboratorios, sucursales y oficinas en todos los confines de la tierra e impuso a la humanidad el uso del celuloide, el cual sustituyó las placas para siempre.
Primero el museo encontró en un anticuario de la Calle 78, en Bogotá, la imagen de una dama a quien se bautizó Rebeca; después Cielo Cárdenas Bríñez, la hermana del recordado Carlos Santiago, el primer administrador del museo, trajo a regalarle a la institución un ambrotipo, encontrado en un mercado de pulgas de París, en el que aparece la nítida imagen de Abel Keyes, debidamente identificada y luego el cineasta y académico Rodrigo Vidal Medina le permutó al museo, por un modelo a escala del Motorwagen de Karl Benz, dos bellísimos ambrotipos que llegaron con sus talafetas intactas y completas.
Ese fue el inicio de la que ahora es considerada una de las colecciones más grandes que existen en Colombia de impresiones, hechas con daguerrotipo, la cual, con la asistencia desinteresada de Romelia Ramírez, profesional egresada de la Universidad del Valle, quien desarrolló investigación científica en la Universidad de Stanford y John Misiag, un ciudadano norteamericano, residente en Sarasota, en la Florida americana, quien por ser el esposo de una caleña, viene todos los diciembres a esta capital, nunca olvida traer en su equipaje algo para mejorar la colección, válidas razones por las cuales ahora el museo exhibe la cantidad de 36 fotografías, impresas con la obsoleta técnica que son un verdadero tesoro y un referente sin par en la comunidad museológica de Colombia.
De hecho Romy – por Romelia– encontró una bellísima impresión en plata, muy probablemente del periodo que transcurrió entre 1839 y 1850, la cual ahora es denominada la Reina de la Feria de los Daguerrotipos.
El Daguerrotipo de Caliwood
Tentados con la idea de reconstruir el daguerrotipo que perteneció a Ricardo Abreu Otero, los funcionarios de la institución Hugo Suárez Fiat y Lack Colorado iniciaron un sesudo análisis del poco material disponible en libros y revistas especializadas; en las enciclopedias y en los manuales; en la plataforma de YouTube, con la asistencia del tutorial proporcionado por el Museo del Cine Tomás Mallol, de Girona, España, amén del acompañamiento profesional del carpintero James Parra, y concibieron el renacimiento del Daguerrotipo de Ricardo, el cual ahora es denominado el CALIWOOD # 001, equipo fotográfico que tiene las medidas exactas del aparato original, carga el lente marca Cindo Paris F-150 MM, que fue instalado en la máquina en 1840, cuando fue lanzado al mercado francés por Alphonse Giraux y puede ser sostenido, por el usuario, por el asa de bronce que se diseñó para tal efecto.
Igual, el lente se puede desplazar, para enfocar, con su trinquete, de atrás hacia adelante y viceversa. Lo más sorprendente es que entre todos los trípodes de madera de la época que tenía en su inventario el museo se encontró uno que le es afín al recién reconstruido Daguerrotipo. Por lo anterior, todos los visitantes del joven emprendimiento cultural, especializado en la temática del cine y la fotografía, podrán apreciar y dimensionar en toda su extensión lo que significó la llegada de la primera máquina con la que se fabricaron imágenes permanentes, destacando que el artefacto responde a todas las consideraciones estéticas de 1839 y 1840 y es, además, completamente funcional.