Los altos niveles de pobreza, la baja calidad de vida y disfrute, así como las cifras de violencia de género son las tres alarmas que deja la más reciente encuesta a las caleñas, realizada por el Observatorio para la Equidad de las Mujeres, OEM, de la Icesi y la Fundación WWB.

Así lo revela la directora del OEM, Lina Buchely, para quien el empobrecimiento de las mujeres lo que muestra es un panorama para la vida en la ciudad muy preocupante. Este y otros aspectos hacen parte del diálogo con la abogada y docente, en el Día Internacional de la Mujer.

Según el Observatorio, la situación de pobreza de las mujeres en Cali se ha agravado. ¿Cuáles son los hallazgos más reveladores?

Los últimos datos muestran que hay un panorama preocupante. El 77 % viven en los estratos 1 a 3, lo que dice que la pobreza está tremendamente feminizada.

El 38,8 % de las mujeres son las principales aportantes del hogar; son hogares que tienen jefatura femenina. El 40 % de las mujeres se preocupan, por ejemplo, por la alimentación diaria, y tienen inseguridad alimentaria. El 17 % tiene algún tipo de limitación o discapacidad, que les dificulta trabajar.

A esto se suma que el 26 % de las mujeres tienen niveles educativos bajos, no tienen el bachillerato completo y eso precariza sus opciones de pertenecer al mundo laboral. Un  22 % tienen niños y niñas menores de 5 años y el 11 % tienen personas dependientes mayores. Por eso tienen que quedarse en sus casas.

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¿Frente a ese panorama, son pocas las que llegan a la edad madura con una pensión o sustento?

Solamente el 18 % hace cotización con los fondos privados de pensiones, lo que nos habla de una situación muy delicada. Me angustia un montón, de esa última encuesta, que el 23 % de las mujeres caleñas creen que son sus hijos el apoyo de la vejez, entonces tienen muchos hijos, como no tienen el aseguramiento en la vejez, la maternidad es el único camino para lograr un bienestar de vida en la tercera edad y no tienen aseguramiento alguno.

El empobrecimiento de las mujeres genera una brecha grande en la laboralización y en la disponibilidad de recursos para crédito. Esta ciudad saca el pecho por hacer microcréditos, y resulta que hay pocos accesos a créditos de emprendimiento.

Los bancos piden que las mujeres tengan ingresos periódicos y eso no ocurre porque están amarradas a la casa, tienen que cuidar a los niños, a los viejos, a los enfermos de su familia y no tienen cómo garantizar créditos posteriores. Entonces, el 56 % están dedicadas a emprendimientos de subsistencia, casi que al rebusque, es decir, a economías muy inestables.

“Las mujeres tienen una alta carga de cuidado, están en sectores informales, no pueden ahorrar, no les prestan. Muchas esperan que los hijos provean”, Lina Buchely

Justamente la medición refleja que hay una sobrecarga de trabajo que les afecta la calidad de vida ...

Esa es la segunda gran preocupación: las mujeres recibimos en Cali muy poco retorno en términos de riqueza, pese a que trabajamos una cantidad. Dedicamos casi cuatro horas más que nuestros pares varones a trabajo de cuidado. Hay una brecha altísima entre varones y mujeres en dedicación a actividades deportivas, y a cualquier actividad de autocuidado.

A la pregunta, ¿usted qué quisiera hacer? contestaron cosas como: “Yo quisiera descansar, dormir, hacer deporte, cuidarme”. Pues claro, es que cuatro horas son un montón.

Las caleñas dedicamos más tiempo al cuidado que el promedio nacional de las mujeres y, además, nos dedicamos, según el 100 % de las encuestadas, a actividades comunitarias, en las iglesias, el barrio, en la comuna, pero tenemos solo un 3% de representación en cargos públicos.

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“Siguen existiendo mujeres con altas brechas salariales. La brecha en Colombia se logró reducir al 4 %, pero en cargos directivos estamos hablando del 40%”, Lina Buchely.

Sin embargo, se tiene la percepción de que hay una buena participación en la política, por ejemplo, hay siete mujeres pre candidatas a la Alcaldía. ¿Cómo ha visto ese fenómeno?

Nos hemos venido reuniendo con ellas y hay una diversidad de mujeres que hablan desde distintas orillas. Algunas precandidatas te pueden hablar desde una posición de capas medias, de mujeres profesionalizadas, y otras que tienen en la cabeza ayudar a las mujeres de sectores populares, racializadas negativamente.

Hay un debate diverso y muy rico porque estamos teniendo a mujeres diferentes, heterogéneas, hablando por las mujeres en plural, porque no somos una misma mujer, somos distintas. Los programas sociales, los programas que piensan la equidad tienen que dar cuenta de esa diversidad y esa comunidad que existe y necesita representación.

¿En cuanto al acceso a la educación, mencionó que un 26 % tiene un nivel educativo bajo?

Sí. Y eso es grave porque genera una exclusión para la empleabilidad, pero además, las segrega de las posibilidades de educación. Las mujeres que no van a las universidades, que no van a escuelas primarias o secundarias, pues se están quedando en sus casas y no tienen un capital de relacionamiento con el mundo. En los sectores populares es grave la desescolarización amarrada mucho a los estereotipos de género.

Mientras tanto, en las capas altas es grave que haya un esfuerzo decidido por la inclusión educativa y que haya 60 % casi de mujeres en la educación terciaria, es decir, de cada 10 estudiantes en las universidades, 6 son mujeres y que después vayas a ver el mercado laboral y el desempleo sea 13 % femenino mientras hay un 9 % masculino. Contratan menos mujeres porque se van a embarazar, piden permisos, licencias y les tienen que conseguir reemplazo.

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En cuanto a las niñas y adolescentes, ¿qué está pasando con las mujeres jóvenes en Cali?

Las adolescentes de los sectores populares son las que más rápido se embarazan. En promedio, una mujer en Cali tiene su primer hijo a los 21 años. En algunas comunas, como la 14 o 15, el promedio baja hasta 17 años. Los sistemas públicos y educativos son poco amigables con la maternidad, entonces tienen que salir necesariamente de la escolaridad.

Esto también impacta en los niños, porque los que tienen madres escolarizadas logran la educación terciaria, los otros no. La maternidad adolescente es un drama y afecta a los sectores más vulnerables e impacta en las generaciones venideras.

Otra cifra que preocupa es que el 25 % de las mujeres en Cali dicen haber sufrido violencia sexual...

Cali aporta la tasa de homicidios de mujeres más alta del país. El 25 % de las caleñas han sido manoseadas o acosadas en el espacio público. La capital del Valle no está diseñada para las mujeres, la ciudad que disfrutan las caleñas es una más pequeña.

Si usted hace mapas de circulación ve que las mujeres no pueden salir a una ciudad oscura y se tienen que guardar antes, e invertir, con toda la pobreza que tienen, la tercera parte de sus ingresos en transporte seguros.

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La última encuesta nos revela también la urgencia de un cambio cultural: el 25 % de las mujeres piensa que a las mujeres les pegan porque les gusta y que nos violan porque queremos.

El asunto de la violencia es difícil de trabajar, por supuesto, los golpes y feminicidios son el último eslabón de unas microviolencias que muestran cómo no se les permite su autonomía económica, que su voz sea escuchada en lo público. Y entonces, pues el marido llega a la casa y ha recibido todo el tiempo información de que le puede pegar a la esposa porque el mundo le está comunicando que puede hacerlo.

“Hay cosas que funcionan bien en atención de violencia. Allí se necesita más una actividad de refuerzo. Pero, para los problemas de pobreza, de trabajo y de cuidado, el esfuerzo es muy precario”, Lina Buchely

¿Cómo ve la respuesta del Estado y del Municipio frente a las necesidades económicas, sociales y de seguridad de las mujeres?

No se está haciendo lo suficiente. El trabajo del Observatorio es sacar cifras y hacer incidencia política, y lo que nos muestran los últimos cuatro años es que hay una suerte de centralidad temporal del tema de género.

Todo el mundo está hablando de mujeres y lo quiere meter en la política pública y en el Plan de Desarrollo. Hay un protagonismo muy superficial del tema de género, pero si usted va a ver cuánta plata le dedican los gobiernos del Valle del Cauca al género, es crítico.


Pasa igual nacionalmente, un compromiso retórico y simbólico, pero muy poco compromiso material. Las políticas públicas transversales para mujeres son muy difíciles.

Es urgente tener un Sistema Distrital de Cuidado. Cali empezó con Bogotá a tramitar el proyecto de acuerdo y aquí no se ha avanzado, mientras Bogotá ha ejecutado billones, tiene dos manzanas de cuidado funcionando para ellas.

Si las mujeres no tienen dónde dejar a los niños, no tienen cómo trabajar. Si no tienen cómo salir de la casa, si les pegan, están viviendo pobres, dependientes y asustadas. Lo más urgente es poner en marcha el Sistema Distrital de Cuidado.