Por Santiago Cruz Hoyos - Editor de Crónicas y Reportajes
Pepesón bosteza. Es miércoles, en la mañana, y el locutor que descubrió “por dónde le entra el agua al coco”, su frase de cabecera, madrugó después de varias semanas de dormir hasta tarde para asistir a un partido amistoso de su equipo amado, el Deportivo Cali, ante Atlético Bucaramanga.
— Nos tocó ‘devolvernos en volqueta’: perdimos 2 – 0.
Desde que se pensionó de la radio, el pasado 22 de diciembre de 2023, cuando hizo su último programa en Olímpica Stereo, Pepesón se levanta entre las 10 y las 11 de la mañana. No es para menos. José Bianel Guazá González madruga desde niño y a los 62 ya es justo dormir hasta cuando le plazca.
— Yo nací en el municipio 42, Guachené, Cauca. Mi infancia la recuerdo como una época complicada. Tenía que levantarme a las 4:00 de la mañana para coger un tráiler que me llevara al Ingenio La Cabaña, y de allí una góndola, que me llevaba a Puerto Tejada. Allá estudiaba en el colegio José Hilario López. Para subsistir tenía que laborar en una discoteca que es de la familia de mi esposa: El Despiste.
En El Despiste, Pepesón, con apenas 16 años, se inició como locutor y discómano. Leyendo las carátulas de los discos, y escuchándolos, no solo aprendió, sino que se enamoró de la salsa. Sus discos preferidos son ‘Hacha y machete’, de Héctor Lavoe, ‘A prueba de fuego’ del maestro Jairo Varela, y otro tema “que me la corre hasta Juanchito” es ‘Estás equivocado’, de Roberto Roena.
Su ring tone, por cierto, es ‘Desengaños de la vida’, de la orquesta Alma Latina. “Si hoy me siento muy feliz, y creo que lo tengo todo, por experiencia no me puedo descuidar, algo me está velando para hacerme fracasar”, dice la letra.
De El Despiste, Pepesón pasó al restaurante y estadero el Arca de Noé, donde era animador. Hasta que, un 26 de abril, Día de la Secretaria en Colombia, se encontró con la radio. Después de presentar a Olimpo Cárdenas en la celebración para las secretarias, se le acercó el propietario de Radio Súper, Humberto Pava Camelo, y le dijo: “tenés madera. Te espero en la emisora”.
Eran tiempos en los que, para hablar en los medios de comunicación, se requería licencia. Pepesón no la tenía. Seis meses después, el doctor Navarro, propietario del Arca de Noé, le regaló los tiquetes para que fuera a Bogotá, al edificio Murillo Toro, y la tramitara. La suya es la licencia 3649.
Sin embargo, apenas dos meses después de iniciar como locutor en Radio Súper, a Pepesón lo iban a despedir. La anécdota la cuenta sonriente, sentado en el museo personal que tiene en su casa en el barrio Junín de Cali, rodeado de fotos con el maestro Jairo Varela, Gilberto San Rosa, Cano Estremera, Adalberto Santiago y tantos otros cantantes de salsa que presentó en vivo.
— Estaba en el periodo de prueba en Radio Súper. Y un 24 de diciembre, don Humberto Pava me tenía lista la carta. Lo que pasó es que me pusieron a anunciar rancheras y boleros. Y claro, ahí no daba el ‘filing’ del Pepesón. Pero pasó algo muy bonito: el 24 de diciembre, a las 12 de la noche, cambiaron la programación de Radio Súper. El 25 yo salía despedido. El 24 colocaron música bailable. Y de esas cosas de la vida, apenas arrancó el primer tema yo subí el tono, la alegría, y don Humberto Pava estaba escuchando. Salió de su apartamento en bata de dormir hasta la emisora. Yo estaba haciendo la locución cuando me tocó por detrás. Me dijo: ‘estabas en el lugar equivocado, negrito’. Y me mostró la carta de despido. La rompió y agregó: ‘lo que pasa es que tú eres locutor de bailables, no de rancheras, y te vas a quedar aquí’.
En Radio Súper, Pepesón hacía el turno de diez de la noche, a seis de la mañana. Para hacer un turno de día, el requisito primordial era haber sido ‘bombillo’, es decir cubrir los turnos de la noche y la madrugada. Pepesón ‘bombilló’ durante dos años. Hasta que le llegó la oportunidad de hacer un turno de día por un episodio muy triste. Por primera vez en la mañana, baja el ímpetu de su sonora voz.
— Óscar Rivas Libreros, el director de Radio Súper, sufrió un accidente con Hernando Villalba, la voz oficial del estadio Pascual Guerrero. Llegando al barrio Las Ceibas se accidentaron, y Óscar quedó inválido. En ese lapso de tiempo que él no pudo salir en la emisora me dieron la oportunidad de que yo saliera en la tarde para a reemplazarlo. Y ahí comencé a escalar.
Estando en Radio Súper, le lanzaron una sentencia que Pepesón ya sospechaba: “con ese nombre de pila – José Bianel Guasá González – no vas a triunfar. Necesitas un nombre artístico”.
Sus compañeros Rafael Medina y Óscar Rivas pensaron primero en llamarlo como el presidente de Francia: François Mitterrand. En español se pronuncia algo así como ‘Fransuá’. No pegó.
Óscar Rivas se quedó pensando: a los José les dicen Pepe, dijo. Quedó así, Pepe González. Hasta que, a Fabio Alberto Restrepo, ya en otra emisora, Bienvenida, se le ocurrió decir “ahí viene Pepesón”, y lo bautizó para siempre.
En Bienvenida, recuerda enseguida Pepesón, cometió uno de los errores más terribles en su carrera en la radio. En su primer turno de prueba, un sábado, dijo, al aire, Olímpicaaaa, la emisora que tanto escuchaba; la competencia.
En ese momento escuchó que la puerta de la cabina se abrió con violencia y alguien dio un manotazo en su escritorio. Pepesón supuso que era el fin de su trabajo. John Jairo Megudan, quien le había ofrecido el puesto, en cambio, le dio un abrazo.
— Siga, negro marica. El lunes te espero para firmar el contrato - le dijo.
Unos meses después, se realizó en las Canchas Panamericanas de Cali el Festival de la Cerveza, y fue toda una novedad. La cabina donde transmitía Pepesón estaba hecha en vidrio, así que todos los asistentes lo podían ver. Él está seguro que ese fue su despegue en la radio hasta convertirse en el locutor más popular de la ciudad.
En Bienvenida Stereo, que pasó a llamarse Tropicana, hizo uno de los dúos más recordados en la radio, con la locutora Ana María Bayer. “Si es Bayer, es buena”, decía Pepesón. Juntos se iban los domingos al río Pance para regalar pollos para los sancochos de los caleños y ganar audiencia.
Tras diez años en Caracol, Pepesón pasó a Todelar, donde trabajó 17 años y fue director y programador de La Z. De allí saltó a La Máxima, Salsa Stereo, Click Latino hasta que, a sus 62 años, se pensionó en la emisora con la que siempre soñó, Olímpica.
Mucho antes, presentó al Grupo Niche, del maestro Jairo Varela, en el Madison Square Garden de Nueva York. También hizo lo mismo en México y en Japón.
— El escenario en el Madison queda arriba y el público, abajo. La sensación que te da estar en tarima es tremenda. Hay que tener la piel bien puesta, por eso le dicen la ‘arena del mundo’. Con el maestro Jairo Varela teníamos una amistad muy bonita. También nos peleábamos mucho, porque con el maestro no era fácil. Pero me adoró. Él me decía: ‘Pepesón, aprende a hablar inglés que yo te pago el curso, porque vos presentando a Niche en español y en inglés te los vas a comer a todos’. Y nunca le hice caso. Él siempre me reprochaba eso.
Jairo Varela le tenía tal confianza a Pepesón, que cuando estaba a punto de estrenar un disco lo incluía entre los periodistas y locutores que el maestro invitaba para que lo escucharan. En una ocasión, cuando Jairo Varela iba a lanzar su éxito Ana Mile, invitó al Pepesón, que comenzó a grabar la canción. El maestro le lanzó una mirada fulminante y un madrazo. Cinco minutos después ya se le había olvidado.
— El maestro Jairo Varela era cascarrabias, pero muy querido y muy talentoso – recuerda el Pepesón en su museo personal, donde también hay fotos con futbolistas: Mario Alberto Yepes, Faustino Asprilla, ‘el Pibe’ Valderrama, el Deportivo Cali campeón en 1996, cuando el Pepesón era reportero deportivo, con Óscar Rentería y el Combo Deportivo de Caracol.
Se hizo hincha del equipo gracias a su hermano mayor, quien lo llevó al Pascual Guerrero para ver al Cali dirigido por Carlos Salvador Bilardo y no hubo vuelta atrás. Ahora señala una foto del volante Martín Zapata, quien fue asesinado.
Pepesón estuvo en el estadio Parque Antártida, en 1999, cuando el Cali estuvo a punto de ganar la Copa Libertadores ante Palmeiras de Brasil y Zapata desperdició un penal.
—Menos mal no ganamos esa Copa. Nos demoramos tres horas en llegar al hotel Sheraton. Tal vez si hubiéramos sido campeones no llegábamos.
Es de esos hinchas que nunca faltan al estadio. Ahora, pensionado, tiene tiempo hasta para ir a la sede del equipo y ver los partidos amistosos. Pero Pepesón desea aclarar un asunto antes de salir a visitar a sus amigos en la tarde.
—Me pensioné de la radio, pero no de la salsa. Me quiero vestir de salsa de nuevo, que es el vestido del Pepesón. Hacer una franja de salsa. Quiero seguir en la radio. Todavía tengo madera. Aunque en turnos en donde no tenga que madrugar a las 4:00 de la mañana.