La manera en la que opera el transporte pirata en Cali es, literalmente, el mundo al revés. Los perseguidos son los guardas de Tránsito, el verdaderamente masivo es el transporte informal, la tarifa se negocia durante el viaje y los conductores no se consideran ‘piratas’, sino parte de un TSC (transporte social y contributivo).

Esa es la premisa bajo la cual se mueve un sistema de movilidad que se ha hecho paisaje entre los caleños. Un mal necesario en una ciudad donde el transporte oficial es a todas luces insuficiente e ineficiente, según los expertos consultados.

El origen del transporte informal, de acuerdo con Javier Medina, abogado, experto en movilidad y director del Observatorio Ciudadano de Movilidad, es la demanda insatisfecha de transporte que alguien tiene que suplir. “Y esto se debe a dos causas: la falta de transporte público o falta de cobertura y lo otro es la prestación ineficiente de ese transporte público. El pirata llega a suplir una necesidad; y ese es un problema básicamente derivado del mercado”.

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Pero el mercado se sustenta en estadísticas y cifras, y las del MIO no son las mejores. Mientras el Sistema de Transporte Masivo moviliza a diario alrededor de 275.000 usuarios, los piratas se convirtieron en la alternativa de cerca de medio millón de personas. Es decir, alrededor del 70% del mercado del transporte público está hoy en manos de los piratas.

“No es cierto que la gente se sube al pirata porque no tiene los $2.700 que cuesta el pasaje en el MIO. La mínima en los ‘carritos’ vale $3.000 y la gente paga hasta $8.000 para ir del norte al sur de la ciudad”, dice un moreno de ojos grandes mientras pregona bajo un puente en el sector de Menga la salida del próximo carro: “directo por la Simón... (Bolívar)”.
Lo llamativo es que afuera, frente a la puerta de la Terminal del MIO de Menga, la gente prefiera pagarle $5.000 a un pirata para ir hasta Puerto Rellena que entrar y pagar $2.700 en el bus articulado y viajar con aire acondicionado.

Situaciones como esta, según los expertos en movilidad, son las que deben estudiar Metrocali y la Alcaldía para darle una solución real a la crisis del MIO, antes que enfrascarse en peleas en el Concejo para destinar dinero a un sistema que, por alguna razón, no termina de convencer a la ciudadanía.

Han pasado 14 años desde que entró a operar el Masivo Integrado de Occidente (MIO) y muchos caleños desconocen lo que son la E-41, T-31 o la P-57, pero recitan de memoria dónde se estacionan los carros piratas (las autoridades también lo saben), las rutas que siguen, las tarifas promedio y hasta el modelo operativo, aparentemente exitoso, diseñado por las empresas fantasmas que coordinan este servicio.
De acuerdo con información recabada de organizaciones que han estudiado el fenómeno del transporte pirata en la capital del Valle del Cauca, entre ellas el Observatorio Ciudadano de Movilidad, este ‘mercado’ es operado por 27 empresas ilegales que ‘afilian’ estos vehículos a cambio de brindarles acompañamiento, orden y seguridad.

Así opera el sistema informal

El servicio más importante que ofrecen las empresas piratas de transporte a sus afiliados, quienes pagan en promedio una cuota de $60.000 semanales, inicia en las afueras de la propia Secretaría de Movilidad y Tránsito de Cali, en el sector de Salomia.

Allí un grupo de motorizados espera atento a algún movimiento que realicen los guardas de Tránsito y que pueda ser un operativo de control en algún sector de la ciudad. Detrás de la caravana salen algunos de ellos atentos a informar dónde se establece el retén. Basta un mensaje con la palabra “Cerrada la Autopista” para que los transportadores informales se cambien a la Avenida Simón Bolívar o la Ciudad de Cali.

Pese a que serían unos 6.000 vehículos los que conforman la flotilla de piratas que circula diariamente en promedio en la ciudad, los carros que inmovilizan en estos retenes son demasiado pocos y normalmente son vehículos que salen al rebusque sin el respaldo de una empresa pirata que advierta la presencia de guardas en algunos puntos.

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“Cuando nosotros hacemos un operativo no logramos atrapar más de uno o dos carros piratas prestando el servicio de transporte público porque de inmediato ellos se comunican y ya no pasa ningún otro. Es toda una red que se comunica a través de un avantel o mediante grupos en WathsApp”, explicó uno de los guardas de la Secretaría de Tránsito de Cali.

Sobre esa base de 6.000 vehículos piratas circulando, se estima que solo las 27 empresas organizadas se reparten unos $360 millones a la semana por los servicios que prestan. Es decir, solo en esta parte de la cadena se mueven más $1.440 millones cada mes.

En Cali el negocio funciona con tres grandes rutas que atraviesan toda la ciudad de sur a norte, conectando con las zonas críticas de oriente y la ladera. Se estima que cada vehículo realiza en promedio 9 recorridos durante el día y en cada uno moviliza a unos 8 pasajeros.

Para hacer parte del negocio, cada vehículo debe pagar una tarifa semanal de $60.000 a la empresa pirata con la que trabaja. Esta organización asigna rutas, coordina horarios e, incluso, ayuda en unos casos con una especie de subsidio para sacar el carro de los patios en caso de que sea inmovilizado.

Carros viejos y baratos

La muestra de que el transporte es hasta ahora un negocio rentable, es que han sido sorprendidos realizando esta actividad, además de centenares de taxis, vehículos de alta gama, camionetas y hasta ambulancias.

No obstante, quienes entran al negocio comúnmente compran vehículos usados con precios que no superan los $8 millones, pues su pérdida es baja en caso de que los mismos sean inmovilizados y llevados a los patios de Tránsito o resulte más rentable perder el automóvil y por ende adquirir otro.

De acuerdo con el Código Nacional de Tránsito, el carro que es sorprendido prestando el servicio público de manera ilegal tiene una primera multa de 30 salarios mínimos diarios y cinco días en los patios. Recuperarlo cuesta alrededor de $1.450.000.

Si ese carro es sorprendido nuevamente, el conductor debe pagar la multa, se le suspende la licencia y el carro permanecerá en los patios durante 20 días. En ese caso sacar el vehículo de los patios costaría al rededor de $1.945.100.

Si existiera una tercera vez en la que es sorprendido un vehículo reincidente en el transporte informal, el conductor pierde su licencia y el vehículo es inmovilizado en los patios al servicio de la Secretaría de Tránsito durante 40 días. Al término de ese periodo el conductor deberá pagar unos $2.605.100 para tener el carro de vuelta en las calles.

En este negocio, según el Observatorio Ciudadano de Movilidad, solamente el 30% de los conductores son propietarios de su vehículo y el otro 70% son alquilados. La entrega diaria de estos últimos oscila entre $50.000 y $60.000.

"Manolo* es solo uno de ellos y ya completa más de un año realizando esta actividad informal’. El vehículo que maneja no es propio y le paga al propietario por cada día de trabajo $60.000. Una entrega similar a la que realiza un taxista.

Cuentan los mismos conductores que hay personas que tienen cinco y seis carros trabajando, lo que les representa un ingreso diario de hasta $300.000. Es decir, cada mes podrían comprar otro carro de bajo valor y ampliar la flota pirata, en la que no existe límite de cupos.

De acuerdo con el ‘vocero’ de una de las empresas piratas, el servicio que ellos prestan es un “transporte social y contributivo”, más allá de que no sea formal.

“Nosotros contribuimos al Municipio a transportar a los pasajeros que ellos no pueden llevar. Esto es un transporte social y un transporte contributivo también porque nosotros no recibimos esa tarifa diferencial que le entrega el municipio al MIO para operar”, dice el hombre.

Según Javier Medina, “los piratas han avanzado en la perspectiva de que tienen un poder político porque dominan un territorio, tienen un reconocimiento de la gente y pueden transportar entre 400.000 y 500.000 personas diarias. Y cuando hay elecciones van allá, los buscan y les dicen que no los pueden legalizar, pero sí organizarlos”.

Lo inexplicable es que muchas familias hayan vivido toda la vida de una buseta, que ser pirata sea un negocio rentable y que el único que terminó siendo inviable sea el sistema de transporte masivo, MIO.

El recorrido que duró 41 minutos con ‘Carro Loco’

Si algo tiene el transporte pirata es versatilidad. Es un miércoles, 10:30 de la mañana, y ‘Carro Loco’ busca pasajeros en Menga que lleven como ruta la avenida Ciudad de Cali.

Ya nos había negado el servicio, pero cuando aparecen dos mujeres más que van por la Simón Bolívar decide cambiar de ruta. Con el carro casi lleno arranca a alta velocidad por entre los carros esperando conseguir en la 14 de Calima o en la glorieta de Alfonso López el pasajero que falta.
Sobre el supermercado Metro de la 70 llama con el pito a quienes esperan transporte y frente a él un guarda, que parece más parte del inmobiliario de la ciudad que una autoridad de Tránsito, apenas lo mira.
‘Carro Loco’ le suelta una sonrisa manchada de café y cigarrillo, y decide abandonar el pito y optar por hacerles cambio de luces a los transeúntes.
Con el cupo completo retomó la velocidad con el afán de bajar a alguien rápido para buscar un nuevo pasajero, que no es otra cosa que más dinero.

Fueron en total 41 minutos los que tardó desde la terminal de Menga hasta la clínica Valle del Lili. En ese tiempo movilizó a siete personas que le dejaron ingresos por $34.000, que no es, asegura, la mejor vuelta que ha hecho.

El carro que conduce es rentado y la entrega que realiza es de $60.000 cada día, y aunque se abstiene de revelar lo que se gana en cada jornada, da pistas señalando que “ganó más que el jefe”.

¿Qué tan seguro es utilizar los diferentes medios de transporte en la ciudad de Cali?

Bus del MIO: En caso de un accidente de tránsito, los pasajeros del MIO cuentan con el respaldo no solo del seguro obligatorio Soat, sino que el sistema maneja una póliza de responsabilidad civil extracontractual que les garantiza la atención debida.

La cobertura se extiende frente a daños físicos y materiales ocasionados a todas las personas transportadas o no, como consecuencia de un siniestro vial.

Servicio de taxi: Este servicio de transporte individual también cuenta con los dos seguros: Soat y de responsabilidad civil extracontractual que protege a terceros en caso de accidente y que es obligatoria para poder operar.

La cobertura de los pasajeros con esta póliza en caso de un accidente es integral y protege al conductor ante cualquier reclamo y al pasajero frente a toda necesidad de atención en salud y/o indemnización.

Por plataformas: Normalmente los vehículos que trabajan en plataformas cuentan, además del Soat, con una póliza de responsabilidad civil extracontractual que ofrece cobertura en caso de daños propio o a terceros.

Sin embargo, en caso de un accidente, el seguro no ampara a quienes van como pasajeros porque la póliza no aplica cuando al vehículo se le da un uso distinto al de transporte particular.

Carros piratas: La protección para quienes se movilizan en este tipo de vehículos en caso de presentarse un siniestro, es casi nula.

Los vehículos normalmente solo tienen el seguro obligatorio Soat y en caso de un accidente grave el pasajero solo tiene atención hasta cierto tope de dinero.

Luego de eso, deberá sacar de su bolsillo en caso de necesitar atención mucho más compleja o algún tratamiento posterior.