“La reparación es fundamental, pero es importante entender que no hay una fórmula mágica, una receta que uno diga: hay que ponerle esto y esto y esto, porque las víctimas no nos reparamos de la misma forma”.
Así respondió Fabiola Perdomo, esposa de uno de los diputados del Valle secuestrados y asesinados por las Farc hace 22 y 17 años, respectivamente, a la pregunta de qué se necesita para que una persona afectada por el conflicto armado se sienta reparada, añadiendo que “cada víctima necesita ser escuchada para poder sentirse reparada”.
También indicó que “las víctimas tenemos diferentes momentos y hay que entender eso, para poder abordar la situación. Cuando se da el daño, se siente distinto a cómo se siente hoy, y si uno no sabe cómo tramitar esos momentos, puede terminar pasando de víctima a victimario, porque hay una línea invisible. Por eso ahí juegan un papel muy importante la academia, la Iglesia, la institucionalidad y, por supuesto, la sociedad civil”.
Antes, Fabiola, una de las invitadas al evento ‘El Diálogo Restaura: un espacio incluyente en Cali’, realizado el pasado miércoles en la Universidad Javeriana, en el marco de la XXXVII versión de Semana por la Paz, le había contado a los estudiantes presentes en el auditorio los hechos de los cuales fue víctima su esposo, Juan Carlos Narváez, y otros once integrantes de la Asamblea del Valle del Cauca.
Y junto a ella estaba precisamente el único sobreviviente del plagio ocurrido en abril del 2022, quien también hizo un recuento rápido del “otro secuestro” del que fue víctima, refiriéndose a los cinco años que pasó preso tras haber sido equivocadamente acusado por la Fiscalía General de haber participado en el asesinato de sus compañeros, después de haber sido liberado por esa guerrilla dos años después de la masacre de los demás asambleístas.
“Las víctimas necesitan hacer su duelo, y el duelo implica ponerle palabras al dolor, resignificarlo”, sostuvo resaltando la obra de teatro que minutos antes representó un grupo de víctimas provenientes del Pacífico.
Para él, espacios de justicia restaurativa como el propiciado por la universidad son valiosos porque “permiten que personas que han hecho daño a la sociedad pueden encontrarse con sus víctimas”, puesto que si bien la justicia ordinaria “apunta a que el victimario pague la pena que merezca por lo que hizo y además trata de indemnizar a la víctima, la parte espiritual y emocional de ella no se soluciona con una simple reparación, porque la restauración es integral”.
Después de Sigifredo, quien le hizo un reconocimiento al compareciente Gustavo Arbeláez, presente en el auditorio, porque en su momento aseguró públicamente que él estaba presente en la escena cuyo video sirvió para inculpar a López y que no se trataba él, el turno en la palabra fue para Danilo Conta, italiano que vive hace 40 años en Colombia y fue secuestrado en 1996 por las Farc.
Junto a él estaba Gilma Jiménez, en representación de de los jóvenes que fueran objeto de ‘falsos positivos’ en Tolú Viejo, Sucre. Entonces, el coronel (r) Luis Fernando Borja dijo que “ella y otras 20 personas más, víctimas directas mías, porque les asesiné a sus familiares, venimos trabajando en un proceso de diálogo y de verdad”.
“¿Cómo pueden las víctimas tener al frente a su asesino?: No es fácil, pero con la verdad y con el corazón en la mano les he dicho: ‘aquí estoy, yo soy el que les causó tanto dolor’, aceptando mi responsabilidad y diciéndoles la verdad de lo que ocurrió con sus seres queridos”, aseguró el exmilitar.
Acto seguido, Rodrigo Londoño, quien fuera comandante de las Farc, habló: “Las heridas que se produjeron en la sociedad colombiana a uno le duelen en el alma; es sumamente dolorosa la masacre que se dio en Bojayá y ver este Cristo, que a creyentes y no creyentes los tiene que impactar, porque, como decían, es Colombia, sin piernas, sin brazos, vamos a ponerle las piernas y los brazos para caminar hacia la paz”.
En efecto, buscando también sensibilizar a los estudiantes, Leyner Palacios y Bernardina, víctimas de Bojayá, trajeron hasta Cali al Cristo que conmovió al Papa Francisco cuando vino al país, para recordar el desafío que él les dejó a los colombianos al invitarlos a dar ‘el primer paso’ en busca de la reconciliación nacional.
El mismo propósito que tuvo una obra de teatro que no lo era y que integrantes de la Fundación Víctimas del Conflicto Armado Cuenca del Pacífico para la Dignificación, Reparación Simbólica y Garantía de no Repetición de Hechos Violentos representaron a primera hora de la jornada, en un sentido ejercicio de memoria colectiva.
“Llegó un grupo armado, y a todos nos despojaron, nos quitaron tierra, nos quitaron paz, nos quitaron todo, hasta la dignidad. Ya no puedo más, esta es la realidad, que a todo mi pueblo le tocó afrontar, y muchos creen que esto está en el olvido; todavía tenemos unos falsos positivos, el Gobierno, haciéndose el desentendido, hablan de paz, cuando no sabe lo que hemos sufrido” entonó luego Erika Realpe.
Ella, víctima de abuso sexual de la guerrilla, de la mano de la profesora Lida Tascón, de la Universidad del Valle, sigue trabajando en aceptar lo que pasó, en reconocerse a sí misma, deshacerse de los sentimientos de culpa y en ser protagonista de su vida. “No basta con que a uno le den una migaja para decir ‘te estamos reparando’, dice a propósito de la pregunta que motivó la jornada.