Por Olga Lucía Criollo, Editora de Política y Paz

“Al cumplir mi primer año como Arzobispo de Cali y al acompañar el 1 de enero a quienes inician su servicio en la cosa pública, quiero desearles una Navidad muy llena de Dios, esperanza y amor, y un nuevo año fortalecidos en el trabajar juntos”.

Así saluda monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, arzobispo de Cali, a las autoridades civiles que en pocos días asumirán los destinos de Cali y el resto del Valle.

Y agrega: “Si Colombia no se une, y si los vallecaucanos no nos unimos en propósitos, loables y posibles, no vamos a salir de la encrucijada”.

¿Cómo se ha sentido durante este primer año como Arzobispo?

Agradecido con Dios y con tantas personas que pensaron en mí para que el Papa me eligiera como arzobispo en propiedad de Cali. Asumí en propiedad el 8 de diciembre del 2022 y ha sido un año de gracia, de ratificar todo lo que antes vivía como auxiliar. En un lenguaje muy coloquial, digo que entonces vivía sabroso, en cuanto el obispo auxiliar simplemente colabora, pero la responsabilidad máxima estaba en cabeza de monseñor Darío de Jesús Monsalve. Ahora todo recae sobre mí y evidentemente, la carga es pesada.

¿A qué se refiere específicamente, Monseñor?

Estamos hablando de que Cali tiene más de 3.200.000 habitantes, y la Arquidiócesis incluye Cali, Dagua, La Cumbre, Jamundí y Yumbo. De esos 3.200.000, 2.700.000 dicen ser católicos, por tanto, debemos acompañar las 187 parroquias que tenemos hoy, con cerca de 250 presbíteros que están al servicio del pueblo de Dios. Pero el Arzobispado no se limita solo a los cinco municipios, sino que me toca la articulación de todo el Valle, con las otras cuatro diócesis de la provincia: Buga, Palmira, Cartago y Buenaventura. Le doy gracias a Dios porque he sentido la energía positiva de todos los sectores: políticos, empresarial, y del pueblo fiel de las parroquias, las comunidades religiosas, los laicos y mis presbíteros.

En el barrio san Nicolás de Cali, El comedor comunitario "El Samaritano" reparten cada día 130 almuerzos a personas en situación de calle e inmigrantes venezolanos y Gracias al apoyo del banco de alimentos se entregan 2600 raciones de comida al mes a esta población. | Foto: El País

¿Qué es lo que más le preocupa de la Cali de hoy?

Desde lo eclesial, siento que el ser humano está en una crisis de espiritualidad. Encontramos que un buen número de feligreses está dejando la Iglesia Católica y adhiriendo a otras confesiones religiosas que les ofrecen no sé qué, y eso me duele. Le he planteado a mis colaboradores: ¿Qué nos está pasando? ¿Como Iglesia qué dejamos de hacer o hicimos mal y qué estamos llamados a hacer?

Nuestra gente tiene una cosa muy bella, pero que se nos vuelve reto evangelizador y es ser muy sensible a lo espiritual. Aquí hay mezclas culturales de población afro, indígena, mestiza, los raizales y cada uno tiene expresiones de fe que, si no se acompañan, pueden desviar la experiencia de encuentro con el Señor. Mucha gente es más religiosa que creyente: se adhieren más a las expresiones externas del agua, el aceite y los ritos piadosos. Entonces, mi primera preocupación es la evangelización.

¿Y qué es lo que más le duele de nuestra ciudad?

Me duele en el alma cómo va habiendo un deterioro social en las costumbres, la pérdida de valores. Muchos niños, jóvenes y adultos han asumido un estilo de vida muy individualista, dándole prioridad a sus derechos subjetivos y no al derecho colectivo del bien común. ‘Mientras no me hagan nada a mí, nadie me interesa, infrinjo la norma, voy contra la autoridad’. Es doloroso cómo a los que cuidan la movilidad en la calle, porque ponen un comparendo, los aporrean; va la Policía a tomar a alguien porque hay una orden de captura, y la sonada impide que actúe.

Otra preocupación es que en Cali hay hambre real, y la persona que no tiene qué llevarles a sus hijos, roba, secuestra, extorsiona; puede hacer muchas cosas que son fruto de la angustia. Va a ser necesario fortalecer políticas mucho más amplias, que vayan más allá de lo que con la Alcaldía venimos trabajando. Tenemos 740 comedores comunitarios que administra la Arquidiócesis y estamos dando más de 80.000 raciones diarias de comida, sin contar un número similar del Banco de Alimentos.

Yo quisiera que el alcalde Alejandro Eder y su equipo se apropien de la solución de este problema, pero mucho más allá de crear nuevos comedores comunitarios, que ayuda, pero es un paliativo y necesitamos ir a la causa: fuentes de trabajo dignas, estables, responsables; que los jóvenes vean que van a encontrar sustento digno para sus familias. Ojalá que él, que tiene contactos muy grandes con el sector empresarial, con Propacífico y las entidades a las que ha pertenecido, lograra, con el concurso de la Iglesia, generar nuevos espacios que mitiguen el problema del hambre.

¿Qué opina de la violencia que se registra en Cali actualmente?

Duele mucho cómo vamos a terminar cercanos a los mil asesinados en este año y casi un 60 % son menores de 25 años. ¿Qué nos está pasando, por qué esta sociedad se está matando? Y como pastor digo: la mayoría somos cristianos, llámese católicos o de otras iglesias, o sea, somos hermanos y nos estamos matando. Quisiera que el clamor que hago como Arzobispo llegue a muchos, que desarmen sus corazones, que seamos capaces de mirarnos a los ojos y establecer rutas de reconciliación y de paz. Creo también que el nuevo Alcalde, que en Bogotá estuvo comprometido en programas de reconciliación y paz, los pueda concretar para bien de Cali y el Valle.

Y hay un tema subyacente, el microtráfico: nos están acabando con la niñez y los adolescentes; tenemos que crear espacios seguros en las escuelas y cerca de las universidades, y ver cómo se logra dar respuesta a esta problemática. Sé que no es fácil, porque imagino que debe haber pulpos gigantes que no quieren que ese negocio se acabe, pero hay que poner sobre la mesa que estamos acabando con la generación futura, porque un niño al que se hace adicto a una droga, es muy difícil de rescatar.

Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez arzobispo de Cali, habló sobre el hambre y la violencia que hay en la ciudad. | Foto: El País

¿Algún llamado para hacerles a los nuevos funcionarios sobre la corrupción?

El Papa Francisco ha sido muy contundente al decir que la corrupción es el nuevo cáncer de la sociedad, que silenciosamente va minando los valores, la economía, el futuro. Quiero invitar a todos los gobernantes del Valle y de Colombia a que trabajen por el bien común, más allá de los intereses personales. A mis cinco alcaldes y a la Gobernadora les hice llegar una carta felicitándolos y poniéndome al servicio de ellos en lo que pueda colaborar como Arzobispo, y les entregué tres documentos que, si los leen con juicio, responsabilidad y deseo de formarse, les van a ser muy útiles: la encíclica Fratelli Tutti, donde hay unos capítulos en los que el Papa aboca el quehacer del político y están delineados todos esos elementos de justicia, paz, reconciliación, cero corrupción. También la encíclica Laudato si, sobre la casa común, y la última, que es continuación de esa, Laudate Deum, sobre cambio climático. Cuando hablo como Arzobispo no puedo desligarme del sentimiento del pueblo, que clama justicia, cero corrupción, eficacia en la administración y prontitud en la respuesta.

¿Qué fue lo que dijo el Papa esta semana sobre la bendición a parejas del mismo sexo?

El documento que publica el Dicasterio para la Doctrina de la Fe explica muy bien que una bendición es un sacramental. En la iglesia se bendice el agua, la sal, el aceite, una casa, un carro, una persona. Pero como en el Sínodo de octubre se trató el tema, les tocó clarificarlo ante personas de situación matrimonial irregular, no solo parejas del mismo sexo sino casados por lo católico que se casan por lo civil. Entonces, el Papa, a través de la congregación, dice: bendígase a todos, pero que no se confunda la bendición de esas personas con el reconocimiento de un acto jurídico que se llame matrimonio o acto civil matrimonial. Lo que se bendice es la persona y no la situación irregular que vive.

¿Cómo recibe el anuncio de suspender el secuestro que acaba de hacer el ELN?

“Todo paso que lleve a alcanzar la paz será siempre bienvenido, pero cuando se ha perdido la confianza hacia un grupo, es muy difícil que la comunidad nacional e internacional pueda confiar en que sí va a cumplir. Diría que lo primero es liberar a los que tienen todavía secuestrados y el Estado colombiano también debe cumplir lo que ha asumido. En los últimos años ha habido incumplimiento de parte y parte. Animo al ELN y los exhorto a que liberen ya a los secuestrados y a que no vuelvan a secuestrar o retener a nadie, porque es un atentado a la dignidad humana”.

El cese al secuestro ha sido uno de los puntos exigidos al ELN por el Gobierno Nacional y por los diferentes sectores. Foto: Alto Comisionado | Foto: Alto Comisionado

¿Monseñor, su mensaje de Navidad a los caleños y vallecaucanos?

Al cumplir mi primer año como Arzobispo de Cali y al poder acompañar el 1 de enero a quienes inician su servicio en la cosa pública, quiero desearles una Navidad muy llena de Dios, esperanza y amor, y un nuevo año fortalecidos en el trabajar juntos. Si Colombia no se une y si los vallecaucanos no nos unimos en propósitos justos, loables y posibles, no vamos a salir de la encrucijada. Mi invitación y mensaje de Año Nuevo es: lo mejor de lo mejor para todos, pero trabajemos juntos; que el Dios de la vida los llene a todos de su gracia y esperanza, y que el Espíritu Santo sea el que guíe nuestro caminar. Que este año sea distinto y que haya mucha solidaridad entre todos. No nos quejemos más y actuemos desde el corazón, convencidos de que caminando juntos vamos a superar las adversidades. ¡Feliz Año y bendiciones para todos!