Un incesante deseo de salir al lugar de los hechos y con mucha valentía informarle a los caleños la realidad de lo que estaba ocurriendo llevó al reportero gráfico de esta casa periodística, Raúl Palacios, a adentrarse en las llamas que han consumido los sectores de La Campiña, Altos de Menga, El Bosque y Montebello desde la noche de este jueves 21 de septiembre.

El experimentado reportero cuenta que estaba sacando las imágenes y videos que los usuarios de El País han visto a través de redes sociales, cuando, de repente, toda la radiación producto del incendio lo acorraló.

“El calor, las llamas esparcen una radiación que quema, eso pega contra uno, entonces uno lo que hace es darle la espalda, pero tiene que ser un momentico nada más, nunca tienes que darle por completo la espalda porque el tema de los incendios forestales es que, por el viento, pueden cambiar de sentido en un segundo”, explicó Raúl.

Fue en ese momento que decidió empezar a retroceder por la intensidad del fuego, pero una vez se dio vuelta, se encontró de frente con otro “fogonazo” igual, quedando atrapado.

Asegura que esperó un momento para ver si las llamas bajaban un poco su intensidad y poder salir por allí, pero entonces miró un momento a la distancia. “Pensé: ‘no se ha prendido todavía el cerro de ahí para abajo’, entonces yo dije ‘me boto, me boto por la montaña, por el pasto, no sé a dónde iré a llegar, pero la cosa es salir’. El tema no es tanto que uno se pueda quemar, sino que el humo lo ahoga a uno y ahí sí te privas, ahí sí te consumes, entonces tienes que moverte rápido, pero en ese momento yo no dejaba de grabar”, narró.

Es esa labor periodística que llama a no dejar de informar. En ese momento de tensión, el reportero hace dos grabaciones, en la primera se ve el fuego inclemente amenazando con devorar todo a su paso, y en el segundo, cuando ya ha logrado desmarcarse un poco del foco de la conflagración.

Raúl explica que “en el primer video, mira cómo los bomberos al fondo prácticamente dejan todo botado, no recogen la manguera, ni siquiera la cierran y salen con la manguera colgando porque ellos también están en riesgo. Obviamente la máquina queda atrapada en medio de las llamas porque estas están pasando de un lado de la montaña al otro; la montaña está dividida por una carretera, entonces lo que hacen los árboles, como están tan altos, es que les permiten a las llamas pasar al otro lado de la carretera por encima del carro de bomberos”.

Al ver que los bomberos se iban de un lado y que no había nadie del otro, “solo dos señores que salen corriendo, entonces yo quedo ahí solo”.

Ese crítico momento duró alrededor de 10 a 15 minutos, tiempo en el que bajó un poco la intensidad del fuego. “Ahí es que yo logro pasar por medio de todo lo quemado y logró llegar con ellos, que ya estaban al lado del colegio Los Ángeles del Norte, pero sí duré un rato allí”, agrega.

Una vez fuera de peligro, el reportero gráfico, completamente agotado, solo acertó a sentarse un rato y tomar agua. Con la labor cumplida se dirigió a las instalaciones de El País, donde asegura haber esperado un rato afuera por el peligro de recibir aire frío luego del sofocante calor.

Sostiene que no es la primera vez que algo así le pasa. El hombre, que justo hoy viernes 22 de septiembre cumple 50 años, ya ha estado en medio de situaciones difíciles, en las que siempre ha puesto por delante su profesión.

“Se arriesga uno, pero es el objetivo, poder hacer una muy buena reportería y poder mostrar de primera mano, no desde una ventana, no desde un edificio, no desde el otro lado de la calle, no, yo lo hago desde allí. (...) He tenido capacitaciones con los bomberos, entonces uno sabe más o menos cómo actuar”, revela.

Por este camino tuvo que pasar Raúl para salir del peligro que representaba el fuego. | Foto: El País

En la mañana de este viernes, Raúl se encuentra en su vivienda, con mucho ardor en los ojos, los cuales se le “llorosean” nada más al intentar abrirlos, “pero eso ahorita pasa con agua y gotas”, dice con aliento, luego de una gran labor cumplida.