Después de que la Alcaldía declarara la ‘alerta naranja’ en la galería Santa Elena por 21 casos de contagios de Covid-19 que se habrían originado allí y adelantara medidas de desinfección y limpieza en ese lugar, las autoridades hicieron un recorrido por las principales plazas de mercado de Cali para verificar que cumplieran a cabalidad las medidas de bioseguridad en sus instalaciones.

Aunque se llegó a la conclusión de que al interior de estos escenarios, en donde se encuentran los vendedores en sus respectivos puestos de trabajo, se toman todas las prevenciones de higiene y desinfección que exige el Municipio, en los alrededores, en donde se ubican los vendedores ambulantes, hay una mayor probabilidad de contagio.

“En esos sectores hay mayor movilidad y, en consecuencia, una concentración más alta de personas, lo que puede convertir a uno o más negocios en sitios vulnerables para la contracción del Covid-19. Es por eso que, mediante un diálogo concertado con esta población, vamos a incrementar las medidas de bioseguridad que se deben tomar en dichos puestos”, explicó Harrison Martínez, subsecretario de Servicios Productivos y Comercio Colaborativo.

Además, aseguró que otras plazas de mercado como Alameda, Porvenir, Alfonso López o La Floresta no presentan niveles de riesgo como Santa Elena, al menos en estos momentos. Por lo tanto, indicó que aún es seguro abastecerse en dichos lugares, pero que se trata de una actividad que también implica responsabilidad por parte del comprador, por ejemplo, a la hora de usar tapabocas y cumplir con el ‘pico y cédula’.

Lea además: Diario: así superan el Covid-19 un conductor del MÍO y su familia

El País hizo un recorrido por algunas de las plazas de mercado más representativas de la capital vallecaucana para conocer de primera mano qué medidas de bioseguridad están llevado a cabo y determinar si hay falencias en su aplicación tanto al interior de las instalaciones como en las inmediaciones.

La primera parada se hizo en la galería Alameda, en el sur de Cali, que solo permite el ingreso por dos entradas, las cuales cuentan con el acompañamiento del personal administrativo para verificar la cédula de los consumidores y aplicarles desinfectante en las manos.

“Actualmente operamos entre las 7:00 de la mañana y 4:00 de la tarde. El uso del tapabocas es obligatorio para todas las personas que ingresen al lugar. Todos los días hacemos un recorrido para conocer el estado de salud de los comerciantes por medio de termómetros infrarrojos digitales”, aseguró Fernando Moreno Ortiz, representante legal de AsoAlameda.

Agregó que “a medida que se flexibilice la cuarentena (como puede ocurrir el próximo 26 de mayo) y la movilización de personas se incremente, no vamos a bajar la guardia, es decir, seremos más rigurosos con las medidas de bioseguridad. Por el momento, los compradores se han reducido considerablemente: antes, en un día promedio, recibíamos cerca de 1000 personas, ahora solo llegamos a 300 a 400 compradores”.

De hecho, las pérdidas económicas han obligado a comerciantes como Leonel Cuero Ortiz, quien tiene 75 años de edad, a regresar a su puesto de fruta en la plaza de mercado, a pesar de que se trata de un hombre que hace parte de una población de riesgo por ser un adulto mayor.

“Yo llegué aquí a los 17 años, es decir, ya llevo 58 años trabajando en la galería Alameda. Ya soy, como se dice, el dueño del lugar”, cuenta el hombre en medio de una risa nerviosa.

“Con esta pandemia estamos en la olla: miré cómo este pasillo está de vacío; en los mejores días solo atiendo hasta cinco o seis clientes. Es cierto que estuve casi un mes en casa, pero ya no tenía recursos para sostenerme, por lo que le pedí a la Administración que me dejara regresar”, dice.

Y si bien no todos los comerciantes atraviesan por las mismas dificultades en el sector, hay otros que dirigen negocios golpeados por las restricciones vigentes. Ese es el caso de Luzmila Espinoza de Quimbayo, quien hace mas de 28 años está a cargo de un restaurante de comida típica del Valle y el Tolima en la Alameda.

De acuerdo con ella, “antes le quedaban a uno 150.000 o 200.000 pesos para pagar los servicios y la administración del lugar, pero ahora, con todo lo que está pasando, no hay recursos para cancelarle a ninguna entidad. Ahora solo estamos trabajando a domicilio y con los pedidos que nos lleguen por medio de las aplicaciones móviles”.

El recorrido continuó hacia la galería El Porvenir, en donde las medidas son muy similares a la plaza de mercado de anterior.

Según contó su administradora, Trinidad Escobar Mejía, de las dos puertas habilitadas para el ingreso, solo una es para recibir y despachar domiciliarios. Agregó que también se implementaron diez lavamanos provisionales para los trabajadores.

“Cada vez que los clientes ingresan al lugar, se les aplica gel antibacterial. El uso del tapabocas es obligatorio. La galería Porvenir cuenta con 165 comerciantes, pero alrededor de 30 % no está laborando, porque son personas mayores de 60 años y es una orden del Gobierno Nacional que debemos cumplir”, afirmó Escobar.

A grandes trazos, en el lugar había poca afluencia, lo que en los últimos días ha representado pérdidas cercanas al 50 % en la plaza de mercado. En consecuencia, se cumplía con la medida de distanciamiento social. Sin embargo, en las vías aledañas había un mayor flujo de personas y vendedores, por lo que no era fácil tomar cierta lejanía con los demás transeúntes.

Un dueño de una carnicería, César Augusto Trujillo, le contó a este diario: “En la semana que pasó nos visitó un grupo de la Secretaría de Salud de Cali que nos tomó la temperatura y ninguno de nosotros mostró ser sospechoso por coronavirus. Aquí, entretanto, hemos adoptado todas las medidas de bioseguridad, como la constante refrigeración de las carnes y el uso de guantes. Al contrario de otros lugares, y como ocurrió en los primeros días de la cuarentena, los precios de los alimentos, al menos aquí, no están encarecidos”.

Otro de los puntos visitados por El País fue la galería del barrio Alfonso López, en el oriente de Cali, en donde solo había habilitada una entrada en la que dos trabajadores verificaban las cédulas de los compradores y les indicaban que se lavaran las manos antes de ingresar.

Algo que llamó la atención es que buena parte de los comerciantes dentro de las instalaciones eran personas de edad. Ante esto, Fernando David Chávez, administrador de la plaza de mercado, explicó: “De los 130 asociados, cerca del 90 % son mayores de 60 años, entonces, impedirles su entrada, implicaría cerrar el lugar”.

Este medio de comunicación también visitó la galería de Siloé en donde, por tratarse de un lugar abierto, no hay quien regule el cumplimiento del ‘pico y cédula’, pero cuyos cerca de 30 comerciantes portan tapabocas y desinfectante en cada puesto.

Ellos aseguraron no haber sido visitados en ningún momento por funcionarios de la Alcaldía.