El operativo de rescate de fauna más grande en la historia de Colombia se realizó el pasado 17 de febrero de 2023, en el km 6 de la vía entre Cali y Puerto Tejada, donde se encuentra el Centro de Investigación Científica Caucaseco, fundado por los científicos Sócrates Herrera y Myriam Arévalo, quienes, desde hace 40 años, aseguran estar en busca de una vacuna contra la malaria.

Hasta allí llegaron funcionarios de la Fiscalía, la CVC, la Policía y el Ejército, tras una denuncia que indicaba que los monos con los que hacían experimentos estaban en condiciones deplorables.

– Estamos determinando si hubo maltrato animal y un aprovechamiento ilícito de recursos naturales, además de posibles irregularidades en el otorgamiento de permisos para capturar especies vulnerables, pero lo que puedo decir por ahora es que los animales no se encontraban en condiciones adecuadas. La investigación biomédica es legal en Colombia, pero se tiene que hacer con altos estándares técnicos, de bienestar animal y cumpliendo con la normatividad del país – dice al teléfono el fiscal del caso, Alejandro Gaviria Henao, Coordinador del Grupo Especial para la lucha Contra el Maltrato Animal, Gelma, de la Fiscalía.

Aquella mañana, las autoridades rescataron 108 monos, la mayoría de una especie considerada en peligro de extinción: Aoutus. Algunos tenían amputaciones y fracturas, además de lesiones en la piel. A otro de los primates le faltaba un ojo.

Las jaulas en las que se encontraban son diminutas. No podían caminar más de tres pasos. Además, se comprobó que eran alimentados con concentrado para perros remojado con aguapanela. Tal vez todo eso explique su mirada triste, angustiada.

El presunto maltrato animal por el que se investiga al Centro de Investigación Científica Caucaseco y a la Fundación Centro de Primates (FUCEP), también controlada por Herrera y Arévalo, podría ser la punta del iceberg bajo el que se ocultan irregularidades igual o más graves.

La organización internacional PETA, dedicada a la protección de los derechos de los animales y con nueve millones de miembros en el mundo, le ha advertido a las autoridades colombianas que detrás de la creación de la vacuna contra la malaria de este centro habría un presunto fraude y malversación de recursos públicos.

El Consorcio para la Investigación Científica Caucaseco está conformado por diversas entidades: el Centro de Investigación Científica Caucaseco, el Centro Internacional de Vacunas (CIV, también llamado Malaria Vaccine and Development Center, MVDC), la Fundación Centro de Primates (FUCEP), la Fundación Instituto de Salud del Litoral Pacífico (Insalpa) y Asoclinic, un laboratorio clínico.

Según la denuncia de PETA, aquello parece ser un negocio familiar que opera bajo diferentes nombres.

“Desde su creación y por varios años, los únicos miembros de la junta directiva de Caucaseco fueron Sócrates Herrera y Myriam Arévalo, y sus tres hijos menores, quienes eran representados por sus padres. De acuerdo con actas de reuniones recientes, la conformación de la junta directiva de Caucaseco es la misma, y Herrera y Arévalo son los únicos miembros de la junta del Centro Internacional de Vacunas. De acuerdo con exempleados de Herrera y Arévalo, el Centro Internacional de Vacunas es una organización solo en el papel”, denuncia PETA en una carta enviada a la Fiscalía y a otras autoridades el 21 de diciembre de 2022.

Y agrega: “Entre el 2003 y 2023, el Centro Internacional de Vacunas y Caucaseco han recibido más de 17 millones de dólares de Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos (NIH). Además de los fondos estadounidenses, Herrera y Arévalo han recibido cerca de 16.000 millones de pesos a través del Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia (Colciencias) desde el año 2003, y recientemente recibieron del Sistema Nacional de Regalías (SNR) más de 6.700 millones de pesos. En buena parte, estos recursos públicos han sido solicitados por Herrera y Arévalo para la creación de una vacuna contra la malaria. Hasta el momento, ninguna vacuna comercializable ha sido producida por ellos”. (Encuentre aquí la carta a la Fiscalía)

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Las oficinas de PETA están ubicadas en Virginia, Estados Unidos. Allí trabaja una colombiana, Magnolia Martínez. Es la Gerente Líder de Proyectos del Departamento de Investigaciones de Laboratorio.

La investigación contra Caucaseco, comenta Magnolia, comenzó con una denuncia anónima de un extrabajador. “La condición de los monos confinados allí es terrible”, decía.
Para ese momento PETA tenía un listado de las entidades en Latinoamérica que reciben financiación del gobierno de Estados Unidos, y aparecían las instituciones que conforman el Consorcio Caucaseco.

– El punto por el cual nos acercamos a Caucaseco fue el presunto maltrato animal que ya está en manos de la Fiscalía. Pero a medida que fuimos recibiendo información de otras instancias, pudimos reconstruir cómo se armó esto que llaman Consorcio Caucaseco. Y fue así como encontramos que el Centro de Investigación Científica Caucaseco, que es el que ha recibido junto con el Centro Internacional de Vacunas más de 17 millones de dólares del gobierno de los Estados Unidos y más de $32 mil millones del gobierno colombiano, fue creado por Sócrates Herrera, su esposa Myriam Arévalo y sus tres hijos. De acuerdo con la información que tenemos, el hermano de Myriam, que había hecho las veces de contador y revisor fiscal para algunas de las organizaciones de este consorcio, fue encontrado culpable en el carrusel de la contratación en Bogotá – continúa Magnolia.

Se trata de William Arévalo, quien fue condenado por colusión en licitaciones del Instituto de Desarrollo Urbano, IDU, y ha sido revisor fiscal de Caucaseco y Fucep.

Enseguida, Magnolia agrega:

– Cuando descubrí eso dije bueno, es más o menos el mismo esquema que tienen en este consorcio de Caucaseco. Es decir: crean diversas organizaciones, cada una de ellas con una misión un poco diferente de la otra, bajan recursos públicos de distintas instancias financiadoras, pero al final el dinero va a Sócrates Herrera y Myriam Arévalo, porque no hay otras instancias reguladoras. Sócrates es el director general del consorcio. Llama la atención que mientras Herrera y Arévalo recibieron dinero público del gobierno de Estados Unidos y Colombia, abrieron dos compañías privadas: una firma de construcción y una comercializadora de equipo dental. Supuestamente parte de los cuantiosos recursos que recibían debían destinarse al cuidado de los monos y los ratones con los que experimentan, pero por las condiciones en las que estaban es difícil creer que habrían invertido en esta labor los más de 200 mil dólares listados en el presupuesto.

Llama la atención también el porqué, durante una década, el gobierno de Estados Unidos financió los proyectos de Caucaseco, si presuntamente no cumplían las normas de protección animal. Es un compromiso al que deben acogerse para recibir los dineros. El problema es que efectivamente las entidades que reciben dinero dentro de Estados Unidos son inspeccionadas al menos una vez al año por el Departamento de Agricultura. Sin embargo aquel no es un requisito para las entidades que financian fuera del país.

– Es absurdo: no hay ningún mecanismo de supervisión por parte de la instancia financiadora en EE.UU. para las organizaciones en el exterior - comenta Magnolia.

En las visitas de las autoridades ambientales colombianas al complejo Caucaseco, en noviembre de 2021, se encontraron que los refugios de los monos dentro de las jaulas estaban cubiertos de heces y hongos. Además, la Fundación Centro de Primates (FUCEP), no ha contado desde el 2012 con el permiso para usar monos en experimentación y tampoco con el permiso requerido para reproducirlos. En la carta que PETA le hizo llegar a la Fiscalía se lee:

“Tres monos hembra y un mono macho fueron encontrados muertos en sus jaulas. Como presuntas causas de muerte, estos reportes incluyen estrés, infarto del miocardio y neumonía complicada. Otras causas de muerte consideradas fueron tromboembolismo, trastorno hemorrágico y sepsis de origen ginecológico. Los plásticos que cubrían el área donde estaban los monos no estaban sujetados y se movían debido a la lluvia y el viento, exponiendo a los animales a la intemperie. Los monos no estaban debidamente aislados. Había gatos en el área adyacente a las jaulas, lo cual suponía un riesgo de toxoplasmosis para los primates. Cuatro o cinco monos Aotus murieron repentinamente entre el último trimestre de 2020 y el segundo trimestre de 2021”.

La carta continúa: “Se realizaron necropsias y los pulmones revelaron manchas parecidas a las observadas en las infecciones pulmonares. En una ocasión, un mono Aotus que había sido capturado recientemente se mordió la mano, lo que llevó al personal a recomendar una cirugía. Herrera no la aprobó y el mono murió poco después, presuntamente debido a la infección. En varias ocasiones, Herrera pidió que se extrajera más sangre de los monos de lo que era seguro, lo cual los habría puesto en peligro dado que su peso promedio es 600 a 800 gramos. A veces, no había ningún veterinario en el personal. La única persona a cargo del cuidado de los monos también era la única a cargo de los ratones, además de ser el aseador y jardinero. Esta persona era un adulto mayor, que había trabajado para Herrera y Arévalo durante muchos años, y no podía proporcionarles a los animales el cuidado adecuado. El área donde se realizarían las cirugías de esplenectomía estaba tan sucia que dos personas tardaron más de una hora en limpiarla”.

Un extrabajador de Caucaseco que dialogó con El País bajo reserva de su identidad dijo que las denuncias de PETA son ciertas. Aunque explicó que en Caucaseco hay un interés real de encontrar una vacuna contra la malaria, y es un centro en el que trabajan investigadores de gran prestigio, de momento los resultados son similares a los que obtuvo el médico Manuel Elkin Patarroyo.

– Las vacunas de Caucaseco contra la malaria han tenido un alcance del 60% y generalmente las personas que las recibieron tuvieron recaídas. Parecía que la infección disminuía, pero después de cierto periodo de tiempo se enfermaban nuevamente. Mientras trabajé allí nunca se llegó a alcanzar una protección alta contra la enfermedad.

Según el extrabajador del Centro, el bienestar de los animales con los que se hace investigación no es una prioridad.

– En Caucaseco hay una rotación de personal enorme, hay gente que no dura una hora allí porque el trato de Sócrates Herrera puede llegar a ser agresivo. Cada que llegaba un veterinario nuevo, con ideas de mejorar, no se las acataban. Recuerdo que hubo un compañero que quería hacer enriquecimiento ambiental, colocar columpios, escondites, para hacerles la vida más llevadera a los monos y eso nunca fue tenido en cuenta. Lo único que le interesaba a Sócrates era que los monos no se enfermaran para que no se murieran, pero no le interesaba darles calidad de vida. En otra época hubo una reducción drástica en la compra de los alimentos. Se querían ahorrar gran parte del presupuesto. Y había diferencias enormes entre los salarios que recibíamos los empleados y lo que se decía en los proyectos que nos pagaban. Por ejemplo, para pedir financiación de un proyecto se justificaba el recurso diciendo que un investigador ganaba 4.000 euros, cuando le pagaban 1.000.

El País contactó a Sócrates Herrera para conocer sus respuestas a las múltiples denuncias en su contra y dijo que por el momento no se iba a pronunciar. El caso, escribió en WhatsApp, está en manos de sus abogados.

Lo cierto es que su búsqueda de la vacuna contra la malaria data de los años 80. A finales de esa década, y durante casi diez años, los monos, con los que ya hacía experimentos, estaban en el Zoológico de Cali. María Clara Domínguez, la directora de la Fundación Zoológico de Cali, dice que fue una de las peores decisiones de su vida, de la cual se arrepiente.

– Yo entré a la Fundación Zoológico de Cali a finales del año 87. Una semana después llegó el doctor Sócrates a las oficinas. Me habló de un proyecto de investigación de la malaria, a través de la investigación con monos Aotus. En ese entonces era bisoña, no tenía experiencia, y él me ofreció prebendas que el Zoológico en ese momento no tenía, como un laboratorio para los animales del parque y el apoyo médico de lo que se requiriera. A cambio, me pidió que le autorizara la construcción del Centro de Investigación de Malaria. Acepté y fue una de las decisiones más malas de mi vida. Sócrates construyó el centro y estuvo en el Zoológico por lo menos diez años. Yo no tenía injerencia, pero sí me daba mucha pena ver a los monitos encerrados en jaulas de un metro por un metro, en sitios oscuros, húmedos, fríos, con esa mirada tan triste. Hasta que le dije al doctor Sócrates que necesitaba ese espacio para desarrollar el parque y me tocó casi que pelear con él. Para que me devolviera el espacio nos tocó pagarle. Finalmente, él se fue del parque y nunca volví a tener noticias hasta hace unos días, con el operativo de rescate de los monos. Pensé que la investigación que él hace con ellos se había acabado. Mi conclusión es que, si en 40 años no ha encontrado la vacuna contra la malaria experimentando en monos Aotus, ya no la va a encontrar.

Desde PETA solicitan a las autoridades colombianas y estadounidenses, además de investigar las múltiples denuncias contra Caucaseco, que se suspenda la financiación de sus proyectos, pues nadie que quebrante la ley de protección animal debe recibir recursos públicos.

– La situación de Caucaseco es extrema. Estamos hablando de una década de experimentos en animales que se realizaron de manera ilegal, una década sin contar con los permisos. Y otros permisos que se obtuvieron en circunstancias muy discutibles. También estamos hablando de una década de financiación con dinero público donde no hay resultados – puntualiza Magnolia Martínez.

En Caucaseco no había condiciones aptas para el manejo de fauna Silvestre”: CVC


Hace unos días este diario le hizo llegar a la CVC un cuestionario sobre la situación y los hallazgos de las investigaciones contra el Centro de Investigación Científica Caucaseco. Por tratarse de un caso con posibles implicaciones penales, la entidad aceptó responder las preguntas exclusivamente por escrito.

Frente a las múltiples denuncias que se han realizado contra el Centro de Investigación Científica Caucaseco y el maltrato animal que presuntamente allí se venía presentando, ¿cuáles son las conclusiones y las medidas que tomó la CVC contra esta entidad?

La Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC, tiene en curso un proceso sancionatorio ambiental en contra del Centro de Investigación Científica Caucaseco Limitada y la Fundación Centro de Primates (FUCEP), por presuntas infracciones contra el recurso fauna. La parte del maltrato animal como tal no es una competencia directa de la CVC sino que corresponde a la Policía y la Fiscalía General de la Nación, entidades que están al tanto de la situación. Lo que nosotros hemos podido evidenciar o verificar es que no había condiciones aptas para manejo de fauna silvestre y la carencia de permisos e informes relacionados con la tenencia de estos animales, lo que nos llevó a tomar determinaciones en ese sentido.

Desde hace varios años se han realizado denuncias sobre el maltrato de los monos en Caucaseco. ¿Cuál ha sido la gestión de control y vigilancia de la CVC frente a estas advertencias?

La CVC realiza visitas de seguimiento y control. De algunas de estas visitas resultaron recomendaciones. Eso, hasta la visita que fue realizada a principios de este año cuando se encontraron situaciones anómalas que determinaron el retiro de los animales del sitio, la toma de exámenes especializados para conocer aspectos relacionados con su salud y bienestar y conocer la legalidad de los mismos en el centro de experimentación.

Entiendo que uno de los hallazgos más importantes se obtuvo tras una visita de la CVC en noviembre de 2021, donde se evidenció que había un maltrato evidente a los monos. ¿Por qué se permitió en ese momento que esta entidad continuara con sus labores?

No, eso no es cierto, los hallazgos que determinaron el operativo y el retiro de los animales se motivaron principalmente en los resultados de la visita de enero de este año. A partir de allí los animales se dejaron en su custodia temporal, pero con supervisión de la Corporación. Esto, mientras hacíamos las adecuaciones correspondientes en nuestro Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre, que por cierto es uno de los más completos e importantes del país. En ese periodo siguieron un plan de manejo en cuanto a alimentación, mejoramiento del hábitat y llenado de registros de las disposiciones normativas que tenemos a nivel nacional en nuestros centros de atención y valoración de fauna. Eso hasta el pasado viernes 17 de febrero que ya teníamos el sitio adecuado y llevamos a cabo el operativo.

Es importante aclarar que tenemos una responsabilidad con los otros animales y el personal de nuestro centro de atención y valoración y debíamos hacer adecuaciones y tomar medidas de bioseguridad para evitar hechos que lamentar.

¿Qué explica que este centro de investigaciones capturara monos sin los permisos necesarios para hacerlo?

Ellos presentaron dos permisos de otra autoridad ambiental del norte de Colombia que es CORPOMOJANA, que son permisos de captura y hay una presunción de legalidad. No obstante, estamos en el proceso de investigación de la naturaleza de esos permisos, su autenticidad y también lo correspondiente a las obligaciones que ellos tienen dentro de esas autorizaciones que evidentemente no han logrado soportar hasta el momento.

Tras el rescate de los 108 monos, ¿qué va a pasar con ellos? ¿Cuál será su manejo? ¿Tienen posibilidad de regresar a su hábitat natural?

Estamos dándoles el mejor bienestar posible dentro de lo que compete a nuestras funciones como Autoridad Ambiental en nuestro Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre. Se tomaron muestras genéticas para conocer la especie y poder determinar la zona de distribución de donde estos animales pudieron haber llegado y se les va a hacer un procedimiento de rehabilitación buscando llevarlos a sus zonas de origen con el acompañamiento de entidades nacionales e internacionales y le estaremos informando a la comunidad cómo va adelantándose el proceso con estos animales.

Sin embargo, el centro de investigación tendrá que informarnos exactamente a qué fueron sometidos estos animales y todo eso tiene que ser analizado y evaluado para tomar una decisión sobre su futuro.

Es importante que la comunidad entienda que estaban en un centro de experimentación donde los animales están sometidos a un proceso de investigación, no es como cuando encontramos un animal en la vía pública y está en buen estado que procedemos a la liberación inmediata. Tenemos que hacer una valoración cuidadosa y responsable.

¿Qué medidas se van a tomar a futuro contra este centro de investigación que presuntamente maltrataba a los animales? ¿Será cerrado de manera definitiva?

Como ya lo dijimos anteriormente las condiciones de maltrato animal competen a otras instancias. Sin embargo, nuestra competencia está en el manejo de la fauna silvestre y sobre esa actuación es que estamos determinando en el debido proceso.

No tenemos la competencia para cerrar ese centro de investigación ya que ellos tienen otras actividades que no son sujetas al uso de animales, que valga aclarar, está permitida y reglamentada por la Ley colombiana por instancias como el Ministerio de Salud para investigación biomédica, las Autoridades Ambientales en lo correspondiente, a entidades que están debidamente registradas ante el Ministerio de Ciencia y Tecnología.