Su nombre actual es Ariane Luginbühl. Es un apellido suizo – alemán. Su primer nombre sin embargo fue Florencia Vivas. Así le puso su mamá, Marlene Vivas, cuando Florencia nació en junio de 1975 en el Hospital Universitario del Valle, en Cali.
La madre de Ariane jamás volvió. Leticia, quien al parecer tenía alguna conexión con el hospital, llevó a la recién nacida al instituto María Goreti, que se encarga de los niños sin padres. Un año después, una familia radicada en Europa la adoptó.
– Aunque fui recibida en una familia amorosa, que me dio una buena educación, siempre he suspirado y querido conocer mi familia de origen y mis raíces afrocolombianas – dice Ariane en un centro comercial de Cali.
Habla en inglés. Aún no domina el español. Sin embargo, al observarla, es inevitable pensar que es una caleña más así su vida esté en Europa. Sus facciones, su físico afro, su alegría y la sonrisa es sin duda de esta tierra.
– Siempre supe que era adoptada. Tengo un hermano adoptivo que nació también en Cali. No tenemos la misma sangre, pero él es mi hermano. Aunque he tenido la gracia de vivir en medio de una familia amorosa, he crecido con la pregunta de saber quién soy y de dónde vengo. Son preguntas profundas que necesito responderme. Es como si yo fuera un árbol que no tiene raíces muy profundas. El árbol fue capaz de crecer, pero algo le falta, algo está perdido. Necesito entender totalmente quien soy y descubrir mi identidad. Es una necesidad emocional y espiritual.
Ariane lleva años en la búsqueda de su madre biológica. Al principio intentó por redes sociales. Cuando cumplió 19 años, entró en contacto con la organización que hacía las adopciones y comenzó a atar algunos cabos. También pidió ayuda de un investigador privado.
Posteriormente, en 2015, viajó por primera vez a Cali, y conoció a Lizbeth Buriticá, la representante legal de la Fundación Amigos y Hermanos. Ella la acompañó en la búsqueda de su madre. Aún lo hace.
Estuvieron en la Notaría Séptima, y aquella fue la primera vez Ariane vio su registro civil. Fue cuando supo que su mamá tenía 16 años cuando la tuvo.
Ariane ya se ha hecho exámenes de ADN para cotejar los datos en distintos países, ir tras las huella de su genealogía. Ahora está en Colombia de nuevo, donde continúa la búsqueda y pide apoyo de las autoridades involucradas, como el ICBF.
– Me encantaría poder volver a conectarme con mi familia biológica. En primer lugar, me gustaría expresarle a mi madre mi gratitud por darme la vida. Ese era el plan de nuestro Padre Celestial. Mi corazón suspira por poder verla, por poder posiblemente verme a mí misma en ella, por poder escucharla, por sentirla más cerca de mí, o simplemente por poder estar con ella. No tengo ningún resentimiento hacia mi madre por la larga separación que existió entre nosotras – dice Ariane.
Y agrega:
– También me gustaría saber si tengo hermanos y hermanas por parte de mi madre o por parte de mi padre biológico, que lamentablemente no sé el nombre. Tengo un claro interés en poder conocerlo también. Tengo tantas preguntas en mi imaginación sobre él… Cualquier información que pudiera llevarme a conectarme con mi familia sería una gran bendición para mí. Espero que una tía, un tío, un primo, un hermano o una hermana puedan leerme y facilitar este reencuentro.
Si algún lector de El País conoce información que le pueda ayudar a Ariane a conectarse con su familia, con esas raíces profundas que busca, puede comunicarse a los teléfonos 311 – 3326255 o al 315 – 4809918.