Por ser fuentes de excesivo ruido, obstruir la movilidad por el mal parqueo de vehículos, por no contribuir a la sana convivencia e incluso, por temas de seguridad ciudadana, muchas entidades y establecimientos comerciales se han convertido en vecinos indeseables para muchos caleños que los padecen en su vida cotidiana.
Uno de los motivos de mayor sufrimiento para los ciudadanos de la capital del Valle son los vecinos que emiten mucho ruido. De acuerdo con información de la Secretaría de Salud Municipal, la fuente generadora por la que más se queja la ciudadanía son los equipos amplificadores de sonido, los cuales constituyen el 54 % del total de las fuentes reportadas. Estos equipos no solo son usados en discotecas, bares y estancos, sino también en gimnasios, almacenes y supermercados.
También están las molestias por el ruido proveniente del funcionamiento de equipos y máquinas en talleres y fábricas cercanas a sectores residenciales que constituyen el 38 %.
Estos son solo algunos ejemplos de vecinos indeseables en Cali:
Fábrica
Luz Marina Sierra está que ya no puede más. Han sido años de lucha para que las autoridades tomen cartas en el asunto y ordenen que la fábrica Natural Medy, dedicada a la fabricación y comercialización de productos para la salud, deje de funcionar en una zona residencial neta del barrio Prados del Norte.
En la Calle 39 Norte con Carrera 3C funciona esta fábrica que se ha convertido en su vecino más incómodo. Sierra explica que esta empresa ha ido comprando casas del sector e impera en este con sus dinámicas: sus camiones, sus cargas, descargas, tirando estibas, motos afuera, sus horarios, sus ruidos y olores.
De hecho, dice, trabajan de 6:30 de la mañana a 9:30 de la noche. “Yo siento ese ruido horrible de unas condensadoras gigantescas en mi patio y en mi habitación.
Desde que me levanto es oyendo ese ruido que se encajona en mi cuarto. Si yo viviera en Santa Elena o en un sector industrial no podría hacer nada, pero es que yo vivo en una zona residencial neta donde no debe haber ninguna operación industrial como esta”, expresa esta profesional que en muchas ocasiones se ha sentido impotente ante la indiferencia de algunas autoridades o su poca ayuda. Pero sus reclamos siguen. Junto a otros vecinos instauró una acción popular para seguir en pie de lucha.
Reclusorio
Cada que ha habido intento de fuga en el Centro de Aislamiento Transitorio, en el barrio San Nicolás, Vladimir González* es uno de los vecinos más perjudicados. Presos que han intentado huir subiéndose por los techos de viviendas y locales aledaños han caído a su patio, han quebrado tejas de su casa y en una ocasión, uno de ellos le robó un celular fino a su papá, un adulto mayor que permanece en silla de ruedas.
En marzo de este año, durante la última revuelta, “que fue la más fea y aterradora” arreglar los daños que los presos hicieron en su techo (tejas y cielorraso) le costó $1.350.000, sin contar mano de obra.
Además, de esto, sus ventas de helados bajaron un 50 %. Clientes como la de la firma Tecnoquímicas dejaron de comprarle por miedo a lo que se pueda presentar en el sector con los reclusos. Además, debió trasladar su negocio a otro lugar.
Las secuelas emocionales que han tenido él y su familia por estos episodios de fuga son graves. Sus hijos de 5 y 10 años, por ejemplo, que ya estaban durmiendo en habitaciones independientes, no salieron de la habitación de él y de su esposa por espacio de cinco meses por el temor a que presos volvieran a irrumpir en su hogar.
De la Alcaldía no ha recibido ayuda. Lo único que le ha dicho el presidente de la JAC es que “no le han respondido nada”.
Complejos deportivos
Varios complejos deportivos se han vuelto un calvario para la tranquilidad de los residentes de la Comuna 17. La vicepresidenta de la Asociación de Juntas de esta comuna, Asocomunas, Rocío Selene Ruiz González, explica que en estas canchas hay consumo de bebidas embriagantes, incluso, en espacios donde hay presencia de niños; funcionan hasta altas horas de la madrugada; hay mucho ruido, hacen tiros al aire y hasta lanzamiento de pólvora.
“Hay muchos conjuntos residenciales alrededor de los complejos deportivos y el ruido llega a todos los apartamentos, no hay tranquilidad”, dice la también vicepresidenta de la JAC del barrio La Hacienda.
Esta semana, precisamente, hubo reunión de Asocomunas, vecinos, autoridades municipales y dueños de establecimientos como Morumbí, Olímpico, Tiro de Esquina, etc, para llegar a acuerdos con el fin de superar esta problemática.
De acuerdo con Alirio Gómez, socio del complejo Morumbí, los establecimientos se comprometieron a “que por tardar, a las 11:00 u 11:30 p.m., tienen que estar sin clientes, luces apagadas y cero bulla”.
Además, que no podrán vender licores fuertes como whisky, aguardiente, tequila, pero sí cerveza en forma moderada y productos hidratantes. En un mes se reunirán otra vez y se evaluará el comportamiento.
Secretaría de Movilidad
Residentes del barrio Los Andes tenemos un vecino incómodo: la Secretaría de Movilidad de Cali, especialmente quienes vivimos entre las calles 57 y 59, entre carreras segunda y tercera, comenta Antonio Velasco.
Resulta, agrega el vecino, que “de la carrera tercera hacia la segunda, por la calle 57, se ha vuelto imposible transitar debido a que las empresas que prestan servicios de tránsito ocupan todos los andenes con los carros de sus clientes. A esto se suman las ventas de tinto, arepas, frutas y demás. Y todo esto, ante la mirada complaciente o indiferente de los guardas de tránsito que llegan a esta zona. No le llaman la atención a los infractores, no le imponen un comparendo a nadie”.
Los invasores del sector no solo obstruyen el paso de quienes vivimos por aquí sino que se meten en contravía en la Calle 57 entre carreras 2D y 3, que es en un solo sentido hacia la Carrera 2, dice Velasco, quien enfatiza: “todo esto en las narices del guarda o los guardas que mantienen en ese punto, que es un territorio de nadie: motos y carros estacionados como les dé la gana a sus dueños, nadie evita que se estacionen allí los vehículos cuyos conductores van a hacer diligencias de tránsito. El único que imparte ‘órdenes’ es el del ‘trapito rojo’, que anda tras la monedita”.
Bares y discotecas
Bares y discotecas que están ubicados en manzanas que de acuerdo al Plan de Ordenamiento Territorial de 2014 son residenciales netas constituyen apenas algunos de los vecinos incómodos de residentes del barrio El Peñón.
Según Carlos Andrés Hernández, presidente de la Junta de Acción Comunal, JAC, de El Peñón, entre las zonas más impactadas está la Carrera Segunda entre la Calle Primera Oeste y la Calle Tercera donde se ubican “establecimientos como Absenta, La Premiere, Sagsa, Penélope, Acústica, que afectan la tranquilidad y sobre todo, los horarios de descanso de los residentes del barrio”.
Hernández, además, enumera un rosario de ‘vecinos’ que afectan la calidad de vida de quienes viven en el sector: ventas ambulantes que hacen una ocupación indebida del espacio público; la presencia descontrolada de vigilantes de cuadra que se creen los dueños de las calles, algunos de los cuales sirven de campaneros y de vendedores de sustancias psicoactivas; habitantes de calle que buscan comida o qué reciclar entre las basuras...
“Tenemos que recuperar el orden para la ciudad, con el fin de que no siga en franco retroceso como en los últimos 20 años por la permisividad de las autoridades y de la ciudadanía”, concluye Hernández.
Iglesia, gimnasio y más
Moradores de la Unidad Residencial Manzanares (Calle 44 con Carrera 1E) aseguran tener tres vecinos insoportables: la iglesia cristiana Misión Adoradores, el Gimnasio B Fitness y el parqueadero del Centro Comercial Plaza 44.
Una de las residentes que dio testimonio bajo anonimato por cuestiones de seguridad, comentó que la iglesia es un vecino incómodo por el alto volumen del equipo y de la batería los fines de semana. “El gym porque tiene inicio de jornada a las 5:00 a.m. y desde esa hora se escucha música y pesas caer. Sin embargo, las clases dirigidas son los dolores de cabeza iniciando a las 7:30 y finalizando a las 8:00 a.m., y en la noche, algunas veces, van de 7:20 a 9:00 y de 8:30 a 9:30 p.m.”
El parqueadero del centro comercial, prosigue la ciudadana, se convierte en una cantina los fines de semana al interior de la cual ponen música desde las 4:30 o 5:00 p.m., hasta el día siguiente a las 9:00 a.m. “He puesto muchas quejas ante el cuadrante de la Policía en donde me han indicado que el personaje que allí atiende es demasiado grosero y no pueden hacer nada. Que como conjunto instauremos una querella ante un juez de paz para llegar a un acuerdo. Y la administración de la unidad no lo ha hecho y a nivel personal no lo haré, no quiero problemas”.
Tenga presente
Algunas de las entidades que participan en la resolución de problemáticas entre vecinos son el Dagma, la Secretaría de Salud Municipal y la Policía.
En el 2022 el grupo de acústica del Dagma recibió y atendió 1263 solicitudes de atención; se realizaron 476 operativos para atender quejas y se realizaron 1082 visitas de inspección, vigilancia y control. En estas actividades se impusieron 66 medidas preventivas, se realizaron 25 cursos de capacitación sobre normatividad ambiental a 526 posibles infractores. Se iniciaron 12 procesos sancionatorios.
El Grupo de Gestión Integral de la Secretaría de Salud Ambiental, de la Secretaría de Salud Municipal de Cali, recibió 151 solicitudes de peticiones, quejas y reclamos por exceso de ruido. La Comuna 3 es la que presenta el mayor número de peticiones relacionadas con ruido.