Corría el año 1924 cuando monseñor Eladio Posidio Perlaza, primer obispo de la naciente Diócesis de Santiago de Cali, decidió que la de Santa Rosa de Lima sería la tercera parroquia de la ciudad, después de la de San Pedro Apóstol y la de San Nicolás.

Hasta entonces, como las de San Antonio, San Francisco y La Merced, era una capilla, solo que Santa Rosa ya tenía mucha vida a su alrededor: era vecina de la plaza central y de La Carnicería, y en ella confluían los pobladores de los terrenos colindantes a la vía al mar cuando venían a la capital.

Bautizada así en honor a la primera mujer de América Latina que fue declarada santa, la capilla inicial había sido edificada en 1694 por pequeñas cofradías de devotos católicos y, con el pasar de los tiempos fue trasladada y modificada varias veces.

Diego Fernando Valencia Jaramillo es hijo de Heliodoro Valencia, quien durante décadas fuera sacristán, campanero y hasta cantante en latín en el templo, | Foto: El País

Así lo narra Diego Fernando Valencia Jaramillo, hijo de Heliodoro Valencia, quien durante décadas fuera sacristán, campanero y hasta cantante en latín en el templo, pero sobre todo custodio de su historia, la misma que fue consignando en sendos álbumes repletos de recortes de prensa y hojas escritas a mano o en máquinas Remington.

Al fallecer el año pasado su papá, Diego Fernando se heredó ese invaluable archivo que devela no solo la historia de la parroquia sino la transformación misma de esa parte del corazón de la capital vallecaucana.

Antes estaba la fuente de Santa Rosa, que surtía de agua a toda la zona, y que, junto a la Pila del Crespo, fueron las más famosas de Cali. Mi papá logró ubicarla luego en el Colegio Camacho Perea, allá está todavía”, cuenta mientras sigue pasando hojas llenas de recuerdos.

Con los años, dice a su vez el padre Dagoberto Cárdenas, actual párroco del íconico templo, el comercio se fue asentando en ese sector de la Sucursal del Cielo y las familias tradicionales comenzaron a irse cuadras más allá, dando lugar a iglesias ‘hijas’ como las de San Fernando, San Cayetano, La Santísima Trinidad, San Miguel Arcángel, San Pascual Baylón y San Juan Bosco.

Este es el documento expedido por el Papa Francisco que se leerá en la eucaristía del 23 de agosto, con motivo de los cien años de la parroquia de Santa Rosa. | Foto: El País

Una parroquia, doble patronazgo

“La nuestra es una de las pocas parroquias que tiene como titular un santo y otro como patrono. De hecho, el nombre real es Santa Rosa de Lima y de Nuestra Señora del Rosario”, comenta el sacerdote y explica que por eso en el templo se conservan las dos imágenes.

Agrega que en esa época la gente donaba joyas, de manera que la Madre de Jesús lució una corona de oro con esmeraldas que, según contara don Heliodoro, fueron pegadas con sudor, y hoy son piezas de museos.

Pero lo que sí pueden apreciar aún feligreses y visitantes es la imagen de Santa Rosa que regaló, en 1944, la entonces Primera Dama del Perú y una reliquia de donó el Arzobispo de Lima, también con motivo de la inauguración del actual templo.

Sin embargo, no todos han sido días de gloria para esta parroquia, que dejó de ser de barrio para convertirse en una puerta de fe abierta para quienes van todos los días al centro de Cali, pese a que no tienen mucho sentido de pertenencia por ella. Aun así, siendo párroco, el padre Diego Fernando Guzmán se valió de los comerciantes de la zona para embellecer el templo con enormes pinturas alusivas a los misterios del Santo Rosario. Una hermosa obra que el encierro por la pandemia del covid se encargó de ocultar.

Todas esas historias y las de muchos habitantes de Cali que fueron bautizados o casados en esa iglesia son las que se quieren reunir en el ‘Gran mural de la historia de los sacramentos en Santa Rosa’ que se exhibirá este 23 de agosto, cuando la emblemática parroquia cumplirá sus primeros cien años.

Con el bingo, se esperan recaudar fondos para el mantenimiento del templo de Santa Rosa. | Foto: El País