En la Portada al Mar, a las 7:30 a.m. del miércoles, no se observa transporte pirata ni playeros ni potenciales pasajeros. Aparentemente. Porque en la zona de parqueo de establecimientos comerciales, hay carros estacionados simulando ser clientes de esos negocios. Uno completa el cupo y sale. Queda un mazda azul cuyo conductor en bermudas y camiseta esqueleto, espera que le aparezcan pasajeros.
Otros dos hombres que merodean en el sitio, buscan clientes entre los transeúntes, pero en voz baja. La razón: hay tres agentes de tránsito, que aunque son reguladores del tráfico en hora pico, los disuade de pregonar a voz en cuello, como lo hacen cuando no hay guardas.
De hecho, otros que se dedican a subir pasajeros, comentan entre sí: “¿cuántos guardas hay hoy?”, pregunta uno. “Hay seis, están en el retén forestal”, responde el otro. Es decir, quienes suban con pasajeros por la vía al mar, cuando pasen por ese retén, pueden ser detenidos para un procedimiento.
Carlos Reyes, subgerente de la Terminal de Transportes de Cali, confirma que el principal eje vial afectado por el fenómeno de la piratería es el que sale desde el Oeste hacia Buenaventura, con destinos al Puerto, Dagua, Loboguerrero, Cisneros y otros.
El segundo es el eje vial del sur de Cali, con destino a Jamundí, Puerto Tejada, Villarrica, Padilla, Santander de Quilichao y Popayán.
“Hacia Buenaventura hay mucho vehículo particular y de servicios especiales; lo escogen porque el transporte formal tiene una ruta establecida y va de Terminal a Terminal, y solo se detiene en paraderos autorizados, mientras que el informal no tiene ruta y puede hacer desvíos e incluso llevarlo a la casa o cerca, lo que no podría hacer el formal y esa es una desventaja frente a la informalidad”, explica Reyes.
El del eje vial del sur de Cali se explica porque Jamundí y las del norte del Cauca son ciudades dormitorio, donde la gente va a dormir, pero viajan a trabajar a Cali y generalmente tienen un ingreso entre uno y máximo dos salarios mínimos, entonces para ellos ahorrarse el pasaje diario de un bus urbano es significativo y algunos informales los dejan dentro de Jamundí o de Puerto Tejada, muy cerca de la casa.
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Son las 8:50 a.m. del miércoles y en Ciudad Jardín, en la esquina de la Cra. 100 con Calle 16, hay al menos doce playeros que ofrecen transporte “en carro pequeño” a Jamundí, Puerto Tejada, Villarrica, Padilla y Santander de Quilichao.
Los hombres, generalmente de gorra con visera, camiseta y jeans, se sientan en las gradas, en los muros de las materas y en los andenes, a la espera de pasajeros.
Pero caminando unas cuadras adentro de este barrio estratificado como 6, las calles están invadidas de esos “carros pequeños”, vehículos particulares que se parquean, mientras conductores, playeros y ayudantes esperan sentados en los antejardines o debajo de los árboles, que aparezcan los clientes.
Desde allá salen los carros cargados de viajeros o llegan con ellos provenientes de las poblaciones de ese corredor vial del norte del Cauca, en lujosas camionetas van y autos nuevos, como también en vestustos vehículos que ya denotan un alto kilometraje.
Así es como este exclusivo barrio del sur de Cali, acabó convertido en una terminal alterna de transporte ‘pirata’ a estos destinos. Y con ello, abundan los puestos de arepas y otras comidas donde se alimenta esta población flotante de conductores, playeros y pasajeros.
Hernán Reina, conductor de la Flota Magdalena desde hace 20 años en la ruta Cali-Buenaventura, arguye que la gente elige el transporte informal, “porque los ‘piratas’ recogen y dejan los pasajeros puerta a puerta, por eso la gente ya no viene a la Terminal y eso nos tiene jodidos a los propietarios de los buses y busetas con las letras (de crédito), con llantas y combustible, sobre todo en el corredor del Pacífico”.
“Necesitamos que le pongan orden a esto porque el producido se nos ha bajado a un 70 %; antes movíamos el 90 % de pasajeros, pero eso (la piratería) nos ha bajado los ingresos de los conductores afectando a nuestras familias, y a las empresas transportadoras legales también; es preocupante”, reclama Reina.
Reyes coincide en que el fenómeno trae muchas afectaciones al sector transportador, en la medida que hay menos despachos a cada destino, y así se afecta la economía de las empresas legalmente habilitadas por el Ministerio de Transporte, así como la economía de la Terminal.
“El número de despachos viene disminuyendo un 2 % anual, lo cual incide bastante, pues si sumamos los últimos 15 años, se ha perdido el 30 % del mercado de pasajeros hacia estas municipalidades”, explica Carlos Reyes. Unos años atrás en temporada navideña se hacían 4200 despachos diarios en promedio y hoy esta cifra llega a 3700.
La problemática va en aumento, dice él, por la falta de control efectivo, pues los operativos son esporádicos, cuando hay quejas directas, pero no son constantes, se queja el subgerente de la Terminal de Transportes de Cali: “Falta mano dura de parte de la autoridad y que los operativos sean permanentes, porque los vehículos de transporte informal no cumplen con las condiciones del transporte formal”.
Se refiere a que el transporte ‘pirata’ no cumple los requisitos como la revisión técnico-mecánica, ni los conductores pasan por la prueba de alcoholemia antes de salir en cada ruta, ni si tienen el Soat ni las pólizas de responsabilidad civil, como sí lo tienen las empresas legales que salen desde la Terminal.
“Si ocurre un accidente, en el transporte informal no hay obligación con sus pasajeros, pero el usuario arriesga mucho por un menor valor del pasaje y cree que no le va a pasar nada, pero el riesgo que corre es muy grande”, observa Reyes.
Por ejemplo, menciona Reyes, en un mes, la Terminal de Transportes practica un promedio de 80.000 despachos y de esos, solo en unos seis casos la prueba de alcoholemia da positiva. En ese caso, se retiene la licencia del conductor infractor, se asigna a un nuevo conductor y se pasa el caso a la empresa respectiva, para que haga un manejo interno de la situación.
“Esa es la razón por la cual desde 2001 que se estableció esa norma, no hay accidentes por embriaguez del conductor de vehículos que han salido de la Terminal, es decir, que la norma sí ha sido eficaz. Esa es la gran diferencia con el transporte informal, ahí están los resultados”, sostiene Reyes.
Edinson Arias, conductor desde hace 7 años en Transur, en la ruta Cali-Dagua, comenta que los piratas son su competencia desleal todos los días, incluso los festivos. La gente los prefiere porque no paran en ninguna parte y porque con cuatro pasajeros se llena y se va.
“Nos afecta en la cuota de las entregas, porque del producido tenemos que pagar el tanqueo, el ayudante, el conduce (impuesto o tasa de uso), más la cuota que hay que entregarle al dueño, entonces no nos queda casi nada”, explica este conductor que dice no tener contrato fijo.
Un ayudante de bus formal, dice que a diario ve cómo cada cinco minutos sale un carro particular prestando servicio público, o pirata, en Spark, Sandero, Sail, Kía, busetas de otras marcas y modelos.
“Apenas nos ven, salen disparados a perderse”, declara el ayudante, “y si hay operativos, se hacen los varados y dejan a los pasajeros botados en la vía, y ahí sí estos escapan de meterse a la mitad de la carretera para que los recojamos”, apunta.
Hernán Reina asegura que necesitan que “las autoridades hagan su trabajo y nos ayuden, pedimos un control permanente en el retén forestal (Terrón Colorado), pero como que es imposible”.
También denuncia que los informales tienen reguladores dentro del túnel (que comunica la Avenida Estación con la Terminal) y de ahí nos sacan los pasajeros, no los dejan llegar a tomar el bus en la Terminal y se los llevan”.
Otro conductor aduce que los “reguladores entran incluso hasta la Terminal a ‘robarse’ los pasajeros, cuando nosotros pagamos tasas de uso, pruebas de alcoholemia y seguros bien caros, pero nadie le pone control a esa situación”.
“La Portada al Mar es la mina de oro de ellos, es el epicentro de la piratería, y al paso que vamos, nos va a tocar vender los buses y comprar camioneta y ponernos a piratear igual que ellos”, sentencia Reina.
Hay controles
El coronel Hernán Carvajal, comandante de la Policía de Carreteras del Valle, reconoce que la vía al mar Cali-Buenaventura y Buga-Tuluá son los corredores viales donde más se ha identificado la problemática de transporte informal, y en los cuales se hacen permanentes operativos, que han dejado en la vía al mar, un promedio de 30 vehículos inmovilizados al mes. Igual en el corredor Buga-Tuluá. Sin embargo, el Coronel anota que “es difícil porque son procedimientos especiales que requieren un tema probatorio para establecer que los pasajeros están pagando por ese servicio, pero lo hacemos en la manera más efectiva y de acuerdo con la capacidad que tenemos”.
“Hacemos presencia permanente, pero lo ideal sería que los controles se hicieran en los terminales informales que hay en las municipalidades, porque nuestra jurisdicción es en los corredores viales de orden nacional. “La competencia legal dentro de las ciudades es de las autoridades locales, pero se han hecho reuniones y coordinaciones con las autoridades de tránsito locales de las ciudades para hacer los controles”.
Más rutas
Carlos Reyes, subgerente de la Terminal de Transportes de Cali, señala otros corredores viales afectados por la ‘piratería’, como Cali-Candelaria, que lo prestan vehículos particulares y jeeps o gualas que se apostan en el barrio Siete de Agosto, pero en menor proporción.
Y el de Sameco, donde llega y parte un transporte urbano de Yumbo, que al llegar a Cali se convierte en transporte informal intermunicipal. En el barrio Calima, se localizan las rutas informales hacia Palmira.