Acaba de arribar un bus de Transipiales a la Terminal de Transporte de Cali. De él baja un hombre de 30 años que se apresura a recoger su equipaje: una bicicleta y una maleta pequeña es todo lo que tiene.
Mientras tanto, sus hijas, de 4 y 8 años, llevan las cobijas y se sientan en en el suelo para esperarlo. Lucen cansadas después de un largo recorrido: atravesaron San Juan de Villalobos, Pitalito, San José de Isnos, Paletará, Coconuco y Popayán para llegar hasta la capital vallecaucana.
Gustavo Vargas y su familia emprendieron esta travesía luego de perder todo en la avalancha de Mocoa. Decidieron que su destino sería Cali porque allí se podrían refugiar en casa de su madre.
"Huí del municipio porque mis hijas estaban en muy malas condiciones y, ante esto, mi mamá me dijo que ella me colaboraba económicamente para que pudiéramos viajar", dijo Vargas.
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Sin embargo, cuenta que el dinero no alcanzó para que su esposa viniera con ellos, por lo que debió quedarse en el lugar de la tragedia. "Mi plan es volver dentro de 15 días a Mocoa para recoger a mi mujer, la idea es que todos podamos estar juntos aquí".
En medio de la tormenta, cuando aún estaban en la casa, su familia no dimensionó la magnitud de la catástrofe, solo cuando salieron corriendo al parque se dieron cuenta de la situación que enfrentaba el municipio. "En un inicio solo veíamos lodo, piedras y árboles caídos, pero nunca creímos que al salir encontraríamos un mar de muertos".
El desastre se desencadenó cuando los ríos Mulato y Sangoyaco, que atraviesan el municipio, incrementaron abismalmente su caudal, arrasando con gran parte del casco urbano. Luego, cuando las aguas de estos dos afluentes llegaron al río Mocoa, los niveles de este aumentaron afectando los barrios ubicados en sus orillas.
Después de la tragedia, Gustavo permaneció tres días en Mocoa. Durante este tiempo debió soportar las terribles condiciones de vida que aquejan a los habitantes.
El desabastecimiento de alimentos es muy crítico en la capital de Putumayo, donde más de 50.000 habitantes están impacientes por conseguir comida.
Un bus más llega a la Terminal. Esta vez la familia que proviene de Mocoa es la de Emilia Enríquez. El motivo por el que parten hacia Cali coincide con el de Gustavo: la seguridad de los menores es su prioridad, pues su nieta, de tan solo 6 meses de nacida, podría tener problemas de salud si se queda en la capital de Putumayo.
"La Cruz Roja nos recomendó que nos fuéramos porque, ante tantos muertos y fuertes olores, la bebé podría verse afectada por las infecciones. Además, la falta de agua, luz y gas empeoraba la situación para que mi nieta estuviera bien", aseguró Enríquez.
Actulamente, debido al fétido olor que se extiende por gran parte del municipio afectado, es imprescindible que todas las personas lleven tapabocas.
Emilia cuenta que en el momento de la avalancha, a las 12:30 de la madrugada, aún no se habían ido a dormir, lo cual les permitió reaccionar con más rapidez ante la emergencia.
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"Nosotras estábamos despiertas porque la bebé no se podía dormir, llovía muy fuerte. Luego, comenzamos a escuchar gritos y pitos de los carros, entonces le pusimos una capa a la niña y salimos a correr hacia una casa de tres pisos para resguardarnos. Toda la noche sonaron sirenas de ambulancias, pero, al otro día, nos dimos cuenta de que nuestra casa estaba a salvo", afirmó.
Ahora, su familia planea pasar 15 días en la casa de parientes que viven en Guacarí. En este tiempo esperan que la situación de Mocoa mejore y puedan volver pronto.
Mientras unos llegan otros salen hacia el lugar de la emergencia. Este es el caso de Mariela Ávila, quien está comprando un tiquete para viajar a Mocoa, donde vivió toda su juventud.
"Mis padres, tíos y hermanos están desaparecidos, no sé nada sobre ellos. Quiero ir hasta allá para saber si se encuentran vivos", afirma mientras rompe en llanto. Los habitantes del municipio afectado han criticado la labor de las autoridades por la lentitud al identificar los cadáveres que, hasta el martes, sumaron 290.
Ávila está muy afectada, habla con nerviosismo y, en medio de palabras entrecortadas, cuenta la intención de su viaje: "También quiero llevarles alimentos y ropa a algunos primos que sé que sobrevivieron, tengo una sobrina de tres meses de nacida que necesita leche urgentemente".
Hasta el momento han sido atendidos más de 2.200 damnificados, de los 2.700 censados, y se han entregado aproximadamente cuatro mil paquetes de alimentos y kits.
No obstante, ante la incertidumbre por el estado de sus parientes, Ávila, como muchos familiares de las víctimas que se encuentran en otros lugares del país, decidió emprender un viaje de 12 horas hasta Mocoa para ayudar con sus propias manos a sus seres queridos. No sabe cuánto tiempo permanecerá en ese lugar.
El trayecto Cali-Mocoa y Mocoa-Cali lo están realizando las rutas Cootransmayo y Transipiales desde el pasado lunes, luego de que el fin de semana abrieran la vía que comunica estas ciudades. Al día están llegando de 4 a 6 buses provenientes de Mocoa y desde la capital vallecaucana están despachando alrededor de 12.