Cinco años y cuatro meses han pasado desde aquel 26 de septiembre del año 2016, cuando el entonces presidente Juan Manuel Santos y el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), Rodrigo Londoño, firmaron el acuerdo de paz en la ciudad de Cartagena.

Sin embargo, tras el rechazo del acuerdo mediante un mecanismo de refrendación como lo fue el plebiscito, el documento de negociación entre el gobierno y las FARC tuvo que modificarse y renegociarse con los promotores que se opusieron a los puntos acordados. Así surgió un nuevo texto y firma del acuerdo de paz, que se formalizó el 24 de noviembre del mismo año 2016.

Desde entonces y después de dar por finalizado un conflicto de más de 50 años, la implementación del acuerdo ha pasado por obstáculos que impiden el desarrollo pleno de lo firmado. Aunque surgieron disidencias y actores armados a causa del no cumplimiento de lo pactado, un grupo mayoritario de excombatientes siguen comprometidos con la paz.

Libardo Parra es exguerrillero de las Farc. Nació en Pitalito, Huila, pero se crió en el departamento del Caquetá. Tiene 61 años, de los cuales, parte de su juventud y adultez estuvo marcada por la clandestinidad, pues antes de ingresar a las filas de las FARC hizo parte del grupo guerrillero M-19.

Los años han pasado, pero su pensamiento y concepción no están ligados a corrientes marxistas – leninistas. Por el contrario, entiende que el camino ya no es la violencia o tomar el poder a través de las armas. “Si queremos construir el país que anhelamos, debemos aceptar las diferencias y entender la coyuntura y momento político en el que nos encontramos. Con nosotros no cuenten para la guerra, cuenten para construir país”, manifestó el exintegrante de la antigua guerrilla de las FARC.

Orellanas de Oriente: un proyecto pacificador

En el acuerdo de paz, dentro de los puntos negociados entre ambos sectores, se recalcó garantizar la reincorporación integral de los excombatientes y sus familias a la vida civil. En este proceso, se estableció que aquellos exguerrilleros que desarrollaran proyectos productivos tendrían la posibilidad de acceder a la financiación que otorga el Consejo Nacional de Reincorporación.

Así se estructuró ‘Orellanas de Oriente’, una iniciativa de 26 excombatientes enfocada hacia la producción y comercialización del hongo de las orellanas. “Orellanas de Oriente nace mediante un proceso que nos convoca la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), y que, junto con el Sena, nos capacitan en proyectos asociativos y expresiones organizacionales. Uno de los 26 compañeros que estábamos recibiendo la formación, conocía de cerca el tema del hongo de las orellanas. Ahí empezamos a investigar y concluimos que podía haber un mercado grande y novedoso”, explicó Libardo Parra.

“En el mundo existen más de cinco millones de variedades de hongos, algunos venenosos y tóxicos, otros son medicinales y están los comestibles que sirven para la gastronomía. Encontramos que, a través de las orellanas, en Europa y Medio Oriente se estaba implementando este tipo hongo con fuerza y lo pagaban muy bien. Vimos una oportunidad de negocio y la posibilidad de articularnos a la economía”, añadió Parra.

Cada excombatiente al que le fuera aprobado el proyecto colectivo tenía derecho a recibir ocho millones de pesos para la financiación de su propuesta. En este caso, el valor desembolsado por el Gobierno fue de 208 millones de pesos, correspondiente al recurso asignado a 26 personas en estado de reincorporación y pertenecientes a la iniciativa.

“Este proyecto lo avalamos por medio del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Ellos nos hicieron acompañamiento y, a través de recursos internacionales, nos dieron un dinero adicional a la iniciativa. Gracias a ellos, entre otras cosas, pudimos dar orden y dirección a nuestro emprendimiento”, comentó Parra, ahora comerciante de hongos comestibles.

Tocancipá: el lugar donde se prepara un producto de alta calidad

En el municipio de Tocancipá, ubicado a 45 minutos de Bogotá se encuentra el invernadero y el laboratorio en el que trabajan los integrantes del proyecto. “Tenemos una propuesta ambiciosa. Más allá de comercializar los productos que salen por medio de este hongo, nos propusimos transformarlos, darles valor agregado. Lo que hicimos fue montar un laboratorio y trabajar con setas de alta calidad y genética importadas desde Estados Unidos y México. Con ese material, empezamos a producir acá lo que es el micelio, que es como la semilla de las orellanas. Esto con el objetivo de vender a los fungicultores y fabricar nuestros productos”, afirmó el excombatiente de las Farc.

Son cinco productos los que han desarrollado los integrantes de Orellanas de Oriente: antipasto, escabeche, salsa orellanesa, almíbar de orellana y encurtido de orellana. Cada uno de ellos con propiedades para la salud y valor nutricional. “A las orellanas se le considera proteína vegetal, por lo que no tiene colesterol ni ninguna grasa saturada. Al ser un producto orgánico sin intervención química, su contenido de antioxidantes, aminoácidos, minerales y vitamínicos, benefician al cuerpo en su funcionamiento”, explica.

“Nuestros productos por ahora se comercializan en Bogotá, por lo que extendemos la invitación a que conozcan nuestra página principal: https://orellanasdeoriente.com/store/. Si es fuera de la ciudad, lo podemos enviar y el comprador paga el domicilio; y si es en Bogotá, nosotros mismos lo llevamos. Es un producto exclusivo del que no se arrepentirán de comprar y contribuirán en este proceso llamado paz”, puntualiza Parra.

En Bogotá, según la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), 158 proyectos han sido aprobados, cuatro han sido proyectos colectivos y 154 individuales, de los cuales se han beneficiado 267 excombatientes.